Más de 50 trabajadoras bananeras expuestas al uso de agroquímicos presentan daños en su estructura genética, según un estudio del Instituto de Investigaciones en Salud (Inisa), de la estatal Universidad de Costa Rica.
"Ahora ellas están preocupadas por saber cuales son los efectos a largo plazo, en cuanto tiempo podrían desarrollar un cáncer", dijo a IPS la bióloga Vanessa Ramírez, quien participó en el proyecto.
Pero Ramírez y la directora del proyecto, Patricia Cuenca, puntualizaron que el daño genético no conduce necesariamente a esta enfermedad, sino que sólo aumenta el riesgo de contraerla.
Cuenca indicó que la investigación buscaba demostrar, precisamente, que la exposición ocupacional durante un período prolongado produce daño en el material genético.
Para evaluar el material genético se utilizaron cinco métodos: micronúcleos en células de mucosa bucal, aberraciones cromosómicas, micronúcleos de linfocitos cultivados, daño en molécula sencilla de ADN y los efectos en mecanismos de reparación que tiene el organismo.
La prueba se hizo en 56 trabajadoras de plantas empacadoras, que se supone son las menos expuestas a sustancias agroquímicas, y se utilizó un control de 50 mujeres que nunca estuvieron expuestas.
"Encontramos que las mujeres que trabajan en empacadoras de plantas bananeras tienen un porcentaje aumentado de aberraciones cromosómicas, sobre todo fracturas, en una proporción particularmente importante", dijo Cuenca.
Los cromosomas son las estructuras que portan el material genético cuando la célula se está dividiendo y en el microscopio se observan como pequeñas cadenas. Las aberraciones son deformidades o fracturas.
Además, las expertas comprobaron que las trabajadoras de empacadoras bananeras presentan daños en las moléculas de ADN.
Cuenca indicó que las trabajadoras están expuestas sobre todo a fungicidas como el imazalil o el trabendazol, y a insecticidas como el clorpirifós. Según estudios realizados en Estados Unidos, el clorperifós puede causar malformaciones en ratas, afirmó.
Se ha estudiado también su efecto en hijos pequeños de trabajadoras expuestas y como resultado de esas investigaciones el producto se asocia a un síndrome específico.
Mientras están recibiendo los ramos de banano para empacarlos, las trabajadoras manipulan con sus manos el fungicida en polvo que rocían sobre el producto. "En general, ellas no saben qué es ese polvo que rocían sobre el banano y no se preocupan por saberlo", dijo Ramírez.
La bióloga afirmó que cuando se les preguntó si estaban expuestas a algún plaguicida, todas aseguraron que no, y que nunca habían preguntado por el polvo que le echaban al banano.
"Tras esta investigación, uno de los objetivos es que las mujeres reciban información, que sirva para educarlas a ellas mismas y entiendan que deben darle importancia a las medidas preventivas y al derecho de saber con qué productos están trabajando", agregó Ramírez.
Cuenca indicó que el cuerpo tiene mecanismos para reparar el daño que causan los productos o el ambiente al material genético. Según la investigación, los plaguicidas no están dañando esa capacidad del organismo.
Marvin Amador, de la Asociación Ecologista Costarricense, dijo que en las plantaciones es normal la aplicación de plaguicidas sin equipo de control. "Durante el proceso de fumigación aérea no se evita la presencia de trabajadores en el campo, ni la de viviendas o cuerpos de agua", aseguró.
El Foro Emaus, que reúne a organizaciones laborales y ambientalistas, considera que la forma de disminuir el riesgo de las trabajadoras consiste en reducir su contacto con los fungicidas.
Para ello, sugirió al Ministerio de Ambiente que ordene a las compañías la instalación de cámaras electrostáticas de fumigación en cada planta empacadora.
Según un informe del Foro Emaus de 1997 sobre la situación de los trabajadores en las plantaciones bananeras, el primer problema que enfrentan las mujeres es la pobreza.
"La pobreza de la mujer se agudiza en las zonas bananeras por varios motivos: el trabajo es mal remunerado y muchas veces ocasional, depende de la cantidad de cosecha, conlleva horarios muy pesados que deben combinar con el trabajo doméstico", dice.
Otro problema que señala el informe es la dificultad para que les sean respetados los derechos laborales, como la incapacidad por maternidad, y se realicen exámenes de sangre para medir la cantidad de plaguicida en el cuerpo. (FIN/IPS/mso/ag/he-en/98