/BOLETIN-AMBIENTE/

Las cinco pruebas nucleares realizadas por India el mes pasado afectaron a los 1.500 habitantes de este poblado en el desierto de Thar, cercano al campo de Pokharan donde se realizaron las detonaciones.

Los pobladores afirman haber quedado expuestos a la radiactividad, cuya señal fue el gran globo de polvo que vieron elevarse del sitio.

Al mediodía del 11 de mayo, el ejército ordenó a la gente salir de sus viviendas. "Nos dijeron que sería peligroso que nos quedáramos dentro. Habría una gran explosión. Así que nos mantuvieron de pie bajo el ardiente sol durante seis horas", dijo el residente Mahesh Bishnoi.

"No podíamos dejar el área, éramos un 'riesgo de seguridad"', agregó. La temperatura a la sombra ese día fue 49 grados Celsius.

Khetolai ya conoce las consecuencias de las pruebas atómicas, tras haber sido testigo del primer experimento nuclear de India, en 1974. Según Nathuram Bishnoi, un anciano del poblado, hubo 18 muertes por cáncer después las explosiones de ese año.

Una alta incidencia de cáncer a los huesos y leucemia fue corroborada por el doctor Raj Govind Sharma, oncólogo radicado en Jaipur, en el periódico "The Indian Journal of Cancer". Su investigación involucró un riguroso estudio de la salud y la radiación.

Con 60 maestros de escuela y una tasa de alfabetización superior a 70 por ciento, Khetolai es excepcional. Su gente tiene conocimientos sobre radiación, y muchos pertenecen a la casta bishnoi, caracterizada por el cuidado del medio ambiente y la adoración de los árboles y los animales.

Los pobladores demandan una investigación independiente sobre las consecuencias de las explosiones. Saben que la radiactividad natural está en todas partes, pero exigen datos verificables sobre isótopos peligrosos como plutonio 239, estroncio 90 y cesio 137.

El Movimiento en India por el Desarme Nuclear (MIND) organizó una reunión en Khetolai con Hibakusha Taketa, de 65 años, un sobreviviente de la bomba atómica en Hiroshima en 1945, quien habló contra los efectos de las pruebas atómicas sobre la salud y el ambiente.

MIND recibió durante tres semanas a una delegación de Gensuikin (Congreso Japonés contra Bombas A y H), que se opone a los experimentos nuclares. El grupo realizó reuniones en Nueva Delhi, Pokharan, Khetolai, Jodhpur, Jaipur y Mumbai, antes de dirigirse a Pakistán, a las ciudades de Karachi e Islamabad.

La reunión en Khetolai resolvió por unanimidad expresar solidaridad con Hibakusha, llamar al fin de todas las pruebas nucleares, y demandar que el gobierno consulte con los ciudadanos que podrían ser afectados por sus decisiones nucleares.

Hibakusha Taketa conservó la vida en 1945 por accidente, ya que su clase tuvo el día libre el 6 de agosto. Se encontraba a 7 kilómetros del epicentro de la explosión, por lo cual sólo se vio afectado por una enceguecedora luz que golpeó como un relámpago las pupilas de muchas víctimas.

El fuego icineró todo en un radio de medio kilómetro. Luego vino una ola de choque en que decenas de miles murieron al ser alcanzados por pedazos de vidrio, láminas de metal y astillas y trozos de madera.

Taketa recuerda la bola de fuego que ascendió. "Era como un grano de arroz, pero se convirtió en una gran esfera con llamas como los tentáculos de un pulpo".

En ese momento Taketa era un niño de 12 años, y sólo sufrió heridas leves, por encontrarse lejos.

Su hermana de 16 años tuvo menos suerte. La explosión la alcanzó, y llegó a su casa el día siguiente. "Tenía las ropas pegadas a la piel. Tuvimos que usar tijeras para separarlas. Pero fue demasiado tarde. Murió en la agonía. No pudimos hacer nada".

Un tercio de la población de Hiroshima pereció. Más de 92 por ciento de los edificios fueron destruidos.

Pero lo peor aún estaba por suceder, el envenenamiento por radiación y las deformidades genéticas, que continúan cobrando víctimas.

Días antes de que Taketa llegara a India, su segunda hermana murió de un cáncer estomacal de larga gestación. "Tres generaciones después, los Hibakusha no sabemos cuándo nos llegará la muerte".

Mariko Kitano, víctima de la tercera generación, dijo "soy la nieta de un Hibakusha y llevo las cicatrices del infierno viviente en mis pies deformados, un ojo que no puede ver y mi mano izquierda paralizada. Gracias al milagro de la energía nuclear. Me da náuseas ver a personas celebrando pruebas nucleares".

Las imágenes que recorrieron el mundo de gente celebrando y saltando de alegría tras las pruebas nuclares de India se originaron en lugares muy lejanos de Khetolai y Pokharan, donde los habitantes están angustiados y enojados, tras haber sido expuestos a altos riesgos sin haber sido consultados. (FIN/IPS/tra-en/pb/an/lp/ip/98

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