Pauline Hanson ya no es considerada por sus rivales una líder irrelevante a la que su plataforma racista resta posibilidades. Su último avance electoral obligó a sus rivales a poner las barbas en remojo.
El partido de Hanson, Una Nación (One Nation) obtuvo el sábado 25 por ciento de los votos en las elecciones en Queensland, su estado natal y bastión electoral, un resultado que socava la imagen de nación de relativo multiculturalismo y progresismo que ostenta Australia.
Además, el apoyo de Una Nación en toda Australia aumentó a 11 por ciento de los ciudadanos, de acuerdo con la última encuesta Newspoll revelada esta semana.
La mayoría de los nuevos simpatizantes de Hanson son ex votantes del primer ministro John Howard, apoyado por la coalición de los partidos Liberal y Nacional.
La popularidad de Hanson, propietaria de una pescadería antes de alcanzar un escaño como diputada independiente en 1996, crece con una plataforma contra los aborígenes y asiáticos que representan casi un tercio de los 18 millones de habitantes de Australia.
Howard, que al principio restó importancia al fenómeno y lo restringió a Queensland, estado de dos millones de habitantes, admite ahora que el éxito del partido ultraconservador no puede ignorarse más.
"Debemos aprender la lección de este resultado", que revela "la genuina vulnerabilidad que sienten muchos australianos en tiempos de cambio social y económico", dijo el gobernante el domingo, luego de las elecciones.
Howard dijo el martes ante un auditorio de empresarios internacionales y dirigentes políticos que la reputación de Australia como sociedad tolerante y abierta en lo racial no se vería afectada por el éxito electoral de Hanson.
Una Nación logró una gran votación a pesar del magro presupuesto de su campaña, en especial en áreas rurales donde el desempleo es alto y donde los agricultores sufren las consecuencias de la sequía.
Hanson afirma con orgullo que no es "una política de lustre". Sus discursos simples y patrióticos encontraron ávidos simpatizantes entre quienes perdieron la fe en el Partido Nacional y el Liberal, hoy en el gobierno, y el Laborista, las tres agrupaciones políticas tradicionales en Australia.
Los críticos de Hanson temen que estos sentimientos la favorezcan en futuras elecciones federales.
Las comunidades étnicas de Australia participarán de forma activa en las próximas elecciones federales, cuya fecha aún no se ha precisado, anunció Randolph Alwis, presidente de una federación que nuclea a más de 1.000 grupos en todo el país.
"Haremos campaña contra el racismo y contra todo grupo que apoye el racismo o tenga posturas racistas", dijo.
Hanson fundó Una Nación en abril de 1997 y alertó entonces que Australia corría "peligro de ser devorada" por los asiáticos, al tiempo que cuestionó los beneficios sociales de que gozan los aborígenes.
Sus declaraciones provocaron enojo en las comunidades de asiáticos y aborígenes, pero ella asegura que no es racista.
"Necesitamos desembarazarnos de las políticas de Una Nación por nuestro propio respeto, sentido de decencia y paz interior. También necesitamos sacarnos de encima las actitudes y políticas de Una Nación porque causan un enorme daño a Australia en Asia", dijo el ex primer ministro liberal Malcolm Fraser.
Hanson sostuvo que un proyecto de declaración sobre derechos de los pueblos indígenas que debate la comunidad internacional es "una confabulación de separatistas aborígenes, las Naciones Unidas y desleales y egoístas 'globalistas"'.
"Llegó el momento de concentrarnos en los denominados peligrosa e inapropiadamente derechos de los pueblos indígenas. Cuando se firme, este tratado será una fuente permanente de división", agregó.
"Nos dividirá no solo en lo racial sino geográficamente. Este tratado es un remate traicionero del pueblo australiano", dijo Hanson.
El líder aborigen Gatjil Djerrkura, presidente de la Comisión de Aborígenes e Isleños del Estrecho de Torres, calificó a Hanson de "apóstol del miedo y el odio". (FIN/IPS/tra- en/cc/ral/mj/ip/98