La detención esta semana del ex dictador argentino Jorge Videla por sustracción de menores durante la dictadura de los '70 puso de relieve el trabajo silencioso de las Abuelas de Plaza de Mayo, una entidad nacida hace 21 años para encontrar a niños desaparecidos.
Las Abuelas son madres de desaparecidos que orientaron su búsqueda hacia sus nietos. Muchas sabían que sus hijas estaban embarazadas cuando fueron secuestradas, mientras otras desaparecidas fueron secuestradas con sus hijos pequeños.
Así mismo, hay padres que sobrevivieron a la represión ilegal y trabajan junto con las abuelas.
Desde que comenzó su labor, Abuelas recibió casi 300 denuncias de menores desaparecidos, aunque su presidenta Estela Carloto estima que pudieron haber sido 500 los casos. De ese total, consiguieron resolver 59 historias. Por el resto, estas mujeres ya ancianas siguen levantándose cada mañana.
Una de ellas tiene 78 años, Azucena Bermejo. En 1976 el Ejército secuestró a su hija embarazada de cuatro meses, con su esposo, sus suegros y un cuñado.
Bermejo supo por relatos de sobrevivientes que, poco después, el yerno y su padre fueron fusilados. Su hija fue asesinada luego de dar a luz, pero no sabe que pasó con su nieto.
"Yo lo busco todavía, debe tener 20 años. Me alegro que hayan detenido a Videla. Quizás me muera viéndolo preso, pero ¿cómo voy a encontrar a mi nieto?", se pregunta la mujer, que no tiene consuelo, ni aún con el ex dictador detenido.
Del total de casos resueltos -y aclarados judicialmente mediante un Banco de Datos Genéticos creado a instancias de las Abuelas-, 13 menores fueron hallados viviendo con parejas que los adoptaron de buena fe y aceptaron desde entonces que la familia de sangre los visite y les cuente "esa otra historia".
Otros 30, encontrados mediante una búsqueda artesanal, casi detectivesca de las Abuelas, pasaron a vivir con lo que quedaba de su familia biológica. Algunas veces, las mujeres seguían el rastro de un niño espiándolo cada vez que salía de la escuela.
Así supieron también que siete niños fueron asesinados y hay seis casos que se dirimen hoy en la justicia. De esos seis casos de menores que son tironeados entre apropiadores y familia biológica, hay cinco en la causa por la que esta semana fue detenido Videla.
Hay quienes creen que los apropiadores quizás fueron buenos padres."¿Cómo alguien puede creer que una persona que secuestró a un niño, le cambió la identidad y sigue ocultándolo desde hace 20 años puede ser un buen padre ?", se pregunta Emilio Mignone, padre de una desaparecida y dirigente humanitario.
Uno de los casos que se ventila hoy en la justicia es el de Mariana Zaffaroni. La joven es hoy abogada y vive en Uruguay. Se comprobó quiénes eran sus padres, ambos desaparecidos, y sus apropiadores, que la adoptaron y le cambiaron la identidad, están presos.
Carlos de Luccia y Maria Sol Teztlaff constituyen casos similares al de Zaffaroni, ya que también fueron criados por sus secuestradores.
Y Pablo y Carolina Bianco son víctimas de una historia de horrores, desgarros y mentiras que aún no termina.
Su apropiador fue un ex mayor médico del Ejército, Norberto Bianco, hoy preso en el mismo pabellón carcelario que Videla por apropiación ilegal y falsificación de documentos.
El ex mayor asistía a las parturientas detenidas y la justicia sospecha que se llevó a los dos menores nacidos en el cautiverio de sus madres, pero él asegura que no es así.
Desde la cárcel, juró esta semana que si bien los inscribió con su apellido -un acto ilegal- no son hijos de "elementos subversivos" sino de una pareja a la que no identificó.
Bianco y su familia huyeron a Paraguay en 1984 cuando la justicia intentaba probar la identidad de los menores. Allí, una vez más, se cambiaron todos el apellido pero los encontraron y los apropiadores fueron extraditados a Argentina. Los "hijos" quedaron en Paraguay.
Carolina y Pablo Bianco dicen amar a sus "padres" adoptivos y no quieren someterse a análisis genéticos. "Yo no tengo ninguna duda sobre mi origen", dice la joven con la voz quebrada y nadie le cree.
"Sabemos que somos adoptados y sabemos el nombre de nuestros padres que no son desaparecidos, pero no lo queremos decir".
Nadie puede creer ese relato. Ni la misma joven. Su abogada desistió de la defensa. "Me cansé de que me mientan", dijo.
Pero es inevitable sentir pena por su historia de mentiras. El propio juez admite que los jóvenes mienten para proteger a quienes creen son sus padres adoptivos, que los cuidaron y amaron.
Entretanto, en Buenos Aires, cinco familias de Abuelas se ilusionan pensando que Carolina y Pablo pueden ser su familia.
Abel Madariaga estaba casado con una joven que fue secuestrada en 1977, cuando estaba encinta de cuatro meses. "Un sobreviviente declaró que mi esposa fue trasladada al Hospital Militar y unos meses después dio a luz un varón".
Madariaga cree que Pablo Bianco puede ser ese varón, pero el joven no acepta hacerse el análisis.
Sin embargo, Madariaga comprende a los jóvenes Bianco que quizás sufrieron tanto como él. "Es muy doloroso recorrer el camino de la verdad, saber que te criaron en la mentira y que tus padres son en verdad los asesinos de tus padres".
Muchos menores que perdieron a sus padres en los años del régimen crearon la agrupación Hijos, a la que se acercan muchos jóvenes restituídos por la justicia a su familia biológica.
Hijos es hoy una de las más apasionadas organizaciones de derechos humanos cuando se trata de insultar o arrojar proyectiles a ex represores detenidos.
No sólo sufrieron la pérdida más terrible siendo pequeños, sino que deben sobrevivir en un país donde los asesinos de sus padres fueron amnistiados o indultados, y, cada tanto, pretenden aun ser reivindicados por su tarea de "limpieza" ideológica, como lo pidió el propio Videla tras recibir el indulto.
Videla fue condenado a reclusión perpetua por crímenes y torturas pero recibió un indulto del presidente Carlos Menem en 1990, junto a otros ex jerarcas del régimen militar (1976-83). (FIN/IPS/mv/ml/hd/98