América Latina y el Caribe configuran un mosaico de intereses en materias de comercio agrícola, y la FAO busca establecer criterios comunes para las negociaciones de 1999 en la conferencia ministerial regional que se realiza en Nassau.
La negociación agrícola y el desarrollo rural son los puntos centrales de la conferencia regional número 25 de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que concluirá este sábado en la capital de Bahamas.
Los 33 países latinoamericanos y caribeños iniciaron el martes la reunión en el nivel técnico, preparatoria de la fase política, que comienza este jueves con la participación de los ministros de Agricultura.
La oficina regional de FAO, con sede permanente en Santiago de Chile, elaboró para esta cita en Nassau el documento denominado Discusiones Multilaterales sobre la Reforma del Comercio Agrícola, que será analizado por los ministros.
El propósito central de ese texto es preparar a los gobiernos para las próximas negociaciones del Acuerdo sobre Agricultura de la Ronda Uruguay, que se celebrarán en 1999 en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Para el mexicano Gustavo Gordillo, director regional de FAO, los problemas del comercio agrícola no atañen rigurosamente a las diferencias Norte-Sur, sino que hay cierta transversalidad entre países industrializados y en desarrollo.
Así ocurre en América Latina, donde los cuatro miembros del Mercado Común del Sur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), además de Chile y Colombia, son miembros del Grupo de Cairns, compuesto en total por 15 países.
Este conglomerado, que integran naciones cuyas economías dependen en alto grado de las exportaciones agrícolas, incluye a países industrializados, como Canadá, Australia y Nueva Zelandia, y ex miembros del bloque socialista, como Hungría.
Además de los seis miembros latinoamericanos, el Sur está representado en este grupo que brega por una liberalización del comercio agrícola, por Indonesia, Malasia, Tailandia, Filipinas y las Islas Fiji.
Pero así como en la región hay importantes exportadores de granos, carnes y lácteos, manzanas, uvas, café, azúcar o banano, existen también numerosos países que son importadores netos de insumos alimenticios.
Las estadísticas de 1996, que son las más actualizadas, señalan que la balanza comercial agrícola de América Latina y el Caribe fue positiva, es decir que los ingresos globales por ventas de alimentos superaron a las importaciones.
No obstante, en la región persisten graves deficiencias en los suministros de alimentos, y 10 países, entre los cuales están Haití, Bolivia, Cuba, Nicaragua, Suriname y Guatemala, participan de programas especiales de seguridad alimentaria de FAO.
La agricultura es uno de los capítulos pendientes de la reunión de Marrakesh que en 1995 dio nacimiento a la OMC, y que estableció plazos de rebajas arancelarias programadas para los países industrializados que se empiezan a cumplir en 1999.
La FAO advierte en su documento que es muy probable la inclusión de otros asuntos en la negociación de la OMC de 1999 y que tampoco hay certeza sobre la profundidad y el alcance del proceso en la fase que se abre el año próximo.
No obstante, recalca la importancia de que los países latinoamericanos tengan clara la importancia de estas negociaciones y que, en ese marco, puedan fijarse objetivos tanto regionales, como subregionales y nacionales.
Hasta abril, solo tres países latinoamericanos, República Dominicana, Perú y Uruguay, habían hecho presentaciones al Comité de Agricultura de la OMC con evaluaciones acerca de la marcha de los acuerdos de Marrakesh en esta materia.
La mayoría de los aportes evaluatorios proceden de los países industrializados, lo cual revela una carencia del Sur y en particular de América Latina, desde el punto de vista de sumarse a las deliberaciones y análisis en la OMC.
La Cumbre Mundial sobre la Alimentación, que FAO celebró en noviembre de 1996, dejó planteada la relación entre el comercio agrícola y la seguridad alimentaria, un problema presente en América Latina y el Caribe.
El cumplimiento de los compromisos de reducción arancelaria en el comercio agrícola y los cambios en los mercados mundiales de alimentos son asuntos en que cada país puede sentar posiciones partiendo en muchos casos de su interés nacional.
La FAO recomienda también prestar especial atención a los llamados asuntos no comerciales, que incluyen básicamente la seguridad alimentaria, la protección ambiental y, como tema anexo, el adecuado suministro de alimentos.
Con su asistencia a los países en desarrollo para las negociaciones agrícolas multilaterales, la FAO aspira a que las reformas que apruebe la OMC resulten fructíferas y contribuyan a combatir los graves problemas del hambre y la desnutrición.
Los países de América Latina y de otras regiones del Sur deben concurrir a estas negociaciones bien informados, para actuar como socios igualitarios frente a sus interlocutores y alcanzar por tanto una participación ventajosa, subraya la FAO. (FIN/IPS/ggr/mj/dv/98