Las negociaciones internacionales formales para acabar con la producción y uso de tóxicos que atraviesan grandes distancias y tardan décadas en descomponerse, entre ellos la "docena sucia", se abrirán a fines de mes en Montreal, Canadá.
Representantes de unos 100 países se reunirán a fines de mes en Montreal, Canadá, para abrir la negociación formal de un tratado internacional tendiente a la eliminación gradual de las sustancias conocidas como contaminantes orgánicos persistentes (POP, por sus siglas en inglés).
Funcionarios estadounidenses y activistas advierten que muchos obstáculos traban la elaboración e implementación del tratado, que sería el primero para controlar la producción y el uso de una clase de productos sintéticos.
Los países en desarrollo no tienen la estructura legal ni los recursos económicos para implementar este tipo de regulación química. Además, las alternativas a los tóxicos utilizados por los programas de salud para eliminar los mosquitos transmisores de enfermedades son muy caras.
"Debemos avanzar con realismo. No sabemos cómo funcionará la negociación con países en desarrollo que para generar energía y procesar residuos aplican la tecnología que usábamos hace 30 años", dijo Lynn Goldman, administradora de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
Muchos países en desarrollo carecen de capacidad legal para proteger a la gente de los tóxicos, advritó Jack Weinberg, director del Equipo POP de la no gubernamental Greenpeace International.
"Estas negociaciones serán una piedra de toque para ayudar a esos países a combatir esos productos químicos", agregó.
Las negociaciones se refieren a la "docena sucia", lista en la que figuran la aldrina, clordano, dicloro-difenil-tricloroetano (DDT), dieldrina, dioxina, endrina, furano, heptacloro, hexaclorobenzeno, mirex, bifenilo policlorinado (PCB) y toxafeno.
Pero los grupos ambientalistas pretenden incluir más sustancias a esta lista.
Algunos de estos productos son pesticidas y productos industriales. Otros son generados en procesos fabriles, como la dioxina y el furano, que se liberan al ambiente en la incineración o la producción de clorina.
Los científicos vinculan los POP al problemas del sistema inmunológico o neurológico, anormalidades reproductivas, baja cantidad de esperma y cáncer. Estas sustancias provocan alarma mundial pues pueden trasladarse grandes distancias en el viento o las corrientes de mar.
Los POP son considerados "persistentes" porque pasan décadas hasta su descomposición. También son "bioacumulados", pues el organismo no los elimina sino que se acumulan en los tejidos nerviosos. Muchos animales, algunos cercanos al ser humano en la cadena alimentaria, retienen grandes cantidades de POP.
En 1995, para atacar esta amenaza sanitaria y ambiental, unos 100 países acordaron comenzar a discutir la reducción y eliminación de la "docena sucia". Se prevé que las negociaciones formales, que comenzarán este mes en Montreal, concluyan en el 2000.
Muchos países industrializados aspiran a establecer cronogramas para graduar la eliminación de los productos químicos. Los países en desarrollo tendrán pretensiones distintas, pues no cuentan con sistemas de manejo de residuos específicos para sustancias peligrosas, advirtió Goldman.
"La conferencia terminará con métodos para alcanzar la eliminación de los POP cuando sea posible. Pero sabemos que la implementación del tratado variará en diferentes regiones de acuerdo con el tipo de infraestructura para la deposición de residuos", agregó la funcionaria.
A medida que los países prohíben el uso y producción de algunos POP, los gobiernos también deben desarrollar planes para la eliminación de los tóxicos aún almacenados en todo el mundo, dijo.
Goldman sostuvo que los esfuerzos deben ser coordinados de modo de vincular el futuro tratado con la Convención de Basilea, que prhíbe a los países industrializados arrojar sus residuos tóxicos en países en desarrollo.
Otro desafío es la búsqueda de alternativas al uso de POP para el control de insectos y pestes en el mundo en desarrollo, donde aún se usa DDT para eliminar mosquitos que transmiten la malaria o la dieldrina para acabar con las langostas.
Muchos pesticidas químicos alternativos al DDT son muy caros y, por lo tanto, no constituyen una solución realista. (FIN/IPS/tra- en/dk/mk/mj/en/98