TIMOR ORIENTAL: Caída de Suharto ayuda a causa independentista

El pueblo de Timor Oriental se libró de su peor enemigo con la renuncia del dictador de Indonesia, Alí Suharto, pero aún le falta mucho para acabar con la ocupación del territorio, según analistas.

Cuando Suharto dejó su cargo al vicepresidente Bacharuddin Jusuf Abibie este jueves, docenas de manifestantes se concentraron frente al consulado de Indonesia en Nueva York para reclamar la autodeterminación de Timor Oriental. También hubo manifestaciones en Chicago, Washington y San Francisco.

Los temores entre los activistas de Estados Unidos persisten porque, a pesar de la caída del presidente que ordenó la invasión de Timor Oriental en 1975 y la anexión del territorio un año después, las fuerzas armadas de Indonesia mantienen su fuerza.

"No queda claro algo vaya a cambiar en Timor Oriental. Las fuerzas armadas están intactas y la policía permanece allí. No son un puñado de manzanas podridas: el terror es sistemático e institucional", dijo Allan Nairn, periodista presente en 1991 en la masacre de 270 timoreses en la capital del territorio, Dili.

"Un cambio en la cabeza no significa que vaya a haber un gobierno que respete los derechos humanos en Indonesia o Timor Oriental. De hecho, la presidencia de Habibie podría tener poca influencia sobre los militares", según la Red de Acción sobre Timor Oriental (ETAN), grupo radicado en Estados Unidos.

Para los activistas por la independencia de Timor Oriental, donde fueron asesinadas unas 200.000 personas, o uno de cada tres habitantes, en los primeros años de brutal ocupación, el problema central es el interés de Yakarta en los recursos naturales de este territorio.

"Timor Oriental es importante por su petróleo. Quien lo controle controlará su petróleo", explicó Edward Herman, profesor de finanzas en la Escuela Wharton de la Universidad de Pennsylvania.

Las fuerzas armadas aún mantienen una fuerza de 400.000 soldados bien equipados al mando de muchos de los mismos comandantes que cometieron violaciones de derechos humanos en las últimas dos décadas, por lo que aún parece poco probable que la antigua colonia portuguesa obtenga la libertad.

La caída de Suharto, ocurrida tras varios años de cultivo de una buena imagen internacional y cosecha de respaldo por parte de los timoreses, beneficiará la causa independentista de muchos modos, según los activistas.

"Lo que suceda en Timor Oriental dependerá de cómo reaccionen los timoreses. La caída de Suharto, a la larga, los beneficiará", dijo Nairn. Por lo menos, explicó, agregará presión sobre Yakarta para que se llegue a una solución tras 23 años de ocupación.

"Habibie dijo que tenía en mente la liberación de presos políticos, lo cual es alentador", observó Sidney Jones, directora ejecutiva de Human Rights/Asia.

La propuesta contribuiría a la liberación de Xanana Gusmao, el encarcelado líder del Frente de Liberación de Timor Oriental Independiente (Fretilin), cuya figura e historia ha sido comparada con la del hoy presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, que intercedió en persona por él ante el gobierno indonesio.

La construcción de un régimen democrático en Indonesia podrá abrir espacio a líderes más interesados en negociar la autodeterminación de Timor Oriental que Suharto.

Constancio Pinto, representante estadounidense del Consejo Nacional de Resistencia Maubere, coalición de grupos independentistas timoreses, debe concentrarse la presión para que se celebren elecciones libres y justas en Indonesia.

"Un gobierno democrático en Indonesia observará las leyes y estará abierto a discutir el futuro del territorio con los líderes locales con el auspicio de la Organización de las Naciones Unidas" (ONU), dijo Pinto.

Indonesia y Portugal, la metrópoli colonial de Timor Oriental hasta 1975, han realizado varias rondas de conversaciones auspiciadas por la ONU en los últimos años. Pero esas negociaciones se concentraron en la mejora de las condiciones internas del territorio sin abordar la cuestión de la autonomía.

El Fretilin y otros grupos procuran la celebración de un referendo supervisado por la ONU.

El canciller de Indonesia, Alí Alatas, llegó a considerar que la cuestión timoresa era "una piedra en el zapato" del gobierno aun mucho antes de que el colapso de la rupia el año pasado desató la crisis económica que motivó las protestas estudiantiles y, al fin, la renuncia de Suharto, .

Mientras, los principales respaldos internacionales de Suharto, como los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, sufrían creciente presión política dentro de sus países para que pusieran la mejora de la situación en Timor Oriental como condición a la asistencia militar a Indonesia.

El otorgamiento en 1996 del premio Nobel de la Paz al principal dirigente del Fretilin en el exilio, José Ramos-Horta, y el arzobispo de Dili, Carlos Ximenes Belo, puso en cuestión los esfuerzos de Yakarta para ser considerado por la comunidad internacional un próspero y estable "mercado emergente".

"Suharto cometió genocidio en dos países, Indonesia y Timor Oriental, y es todabía alabado como estadista. Toda la carrera criminal de Suharto fue respaldada por Occidente", concluyó Herman. (FIN/IPS/tra-en/fah/mj/ip hd/98

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