Los índices de delincuencia comenzaron a disminuir en Sudáfrica, pero aún falta mucho para conjurar el problema en este país, uno de los primeros del mundo por el número de asesinatos.
El Instituto Sudafricano de Relaciones Raciales (SAIRR) reveló en la última edición de su publicación "Fast Facts" que el número de crímenes comenzó a disminuir a partir de 1996, cuando se detectó una baja de 3 por ciento en el número de asesinatos.
Pero esa cifra positiva es contrarrestada por el descontrolado aumento de la delincuencia en este país entre 1975 y 1995. En 1994 el promedio mundial de asesinatos era 5,5 cada 100.000 personas, pero Sudáfrica tenía un índice de 45, una de las más altas del mundo para países que no están combatiendo en guerras.
La inseguridad es uno de los problemas más grandes que enfrenta el gobierno de Nelson Mandela. Una ola aparentemente incontrolable de criminalidad influye en la cantidad de inversiones, la confianza empresarial y los programas de reconstrucción y desarrollo.
El Partido Democrático opositor al gobierno augura que el crimen será uno de los temas esenciales en la campaña de las próximas elecciones, junto a los de vivienda y desempleo.
Entretanto el oficialista Congreso Nacional Africano (ANC) dice que el aumento de la criminalidad registrado desde su toma del poder en 1994 se debe a la actuación de fuerzas interesadas en desestabilizar el primer gobierno negro de Sudáfrica.
En 1996, cuando se registró un leve descenso en los asesinatos, murieron 25.700 personas por esa causa.
También hay una altísima tasa de violaciones, que determinaron la inclusión de este país en un estudio realizado por la comisionada especial para la violencia contra las mujeres de la Organización de las Naciones Unidas, Radhika Coomaraswamy.
La policía asegura que en Sudáfrica una mujer es violada cada 18 minutos.
El SAIRR atribuye el aumento de la delincuencia a la existencia de un cuerpo de policía mal capacitado y con personal insuficiente y concentrado en la prevención y la vigilancia en lugar de la investigación.
"Si aumenta la proporción de crímenes resueltos y juzgados con éxito, los delincuentes recibirán el mensaje de que el crimen no vale la pena", dijo uno de los representantes de SAIRR, Martin Sconteich.
Pero esto no es así, y el ejemplo más claro es el de las violaciones. Aunque el número de casos aumentó más de 160 por ciento entre 1988 y 1996, el número de casos que llegaron al tribunal bajó 28 por ciento, y sólo una tercera parte de ellos culminaron con procesamiento de culpables.
El Centro de Estudios de la Violencia y la Reconciliación advirtió que si no se produce una acción política contra la delincuencia y la inseguridad, Sudáfrica enfrenta el peligro de la desestabilización.
El gobierno anuncia cada cierto tiempo nuevas estrategias contra la delincuencia, pero sin los resultados esperados.
Hace un año el Ministerio de Seguridad anuló una moratoria de tres años en el reclutamiento de policías, con la finalidad de incorporar 5.000 personas a las fuerzas de seguridad. En septiembre se abrió la ultramoderna cárcel de alta seguridad "Cmax" para tratar de disminuir el número de evasiones, mil cada año.
Pero numerosos analistas de la realidad sudafricana aseguran que la única solución para la ola de delincuencia es reducir la enorme brecha entre ricos y pobres, y combatir una tasa de desempleo de 40 por ciento. (FIN/IPS/tra-en/gm/pm/lc-lp/ip/98