China teme que un escándalo por el lanzamiento de un satélite en su territorio, por el que se acusa al gobierno de Bill Clinton, arruine la atmósfera de la visita del presidente de Estados Unidos en junio.
La maquinaria de propaganda de Beijing se volcó con toda su energía a negar cualquier conexión de China con posibles violaciones de la seguridad nacional de Estados Unidos, denunciadas por los críticos de Bill Clinton en el Congreso norteamericano.
El gobierno de Clinton fue atacado por la aprobación en febrero del lanzamiento en China de un satélite estadounidense. Clinton habría dado la autorización dado que el presidente de la empresa que lo lanzó es el mayor contribuyente individual del Partido Democrático.
Las autoridades de China, cuyas relaciones con Beijing se encuentran en su mejor momento desde la masacre de Tiananmen en 1989, pintan la disputa por el satélite como un esfuerzo de algunos círculos de Estados Unidos para bloquear el acercamiento en las relaciones bilaterales de ambas potencias.
El diario chino People's Daily, abanderado del Partido Comunista, citó esta semana al portavoz de la cancillería Zhu Bangzao, quien dijo que "algunas personas en Estados Unidos siempre están descontentas ante la mejora de los lazos chino- estatadounidenses".
Los críticos de Clinton, en general republicanos, buscan investigar a fondo las denuncias de que la empresa aeroespacial Loral Space and Communications obtuvo el permiso de Clinton debido a la influencia del presidente de la compañía, Bernard Schwartz.
Loral estaba bajo investigaciones penales por transferencias ilegales de tecnología a China en el momento en que Clinton entregó la autorización en febrero de este año.
La autorización presidencial era necesaria debido a las sanciones impuestas por a China después de la sangrienta represión del movimiento demócrata en la plaza Tiananmen en 1989.
La semana pasada, la Cámara de Representantes de Estados Unidos votó mayoritariamente la prohibición de satélites para el lanzamiento en China, alegando que esas exportaciones violan la seguridad nacional.
También la semana pasada, más de 150 miembros del Congreso, dominado por republicanos, demandó que Clinton cancelara su viaje a China hasta que una investigación del Senado concluya si las licencias para el lanzamiento del satélite estuvieron ligadas a contribuciones de campaña electoral de Schartz.
Calificando la medida del senado como una "acción desafiante" con motivos encubiertos, un comentario en el diario oficial China Daily defendió el lunes al gobierno de Clinton.
Las relaciones entre ambos países han pasado fases cálidas y frías. Los lazos bilaterales alcanzaron el nivel más bajo después de la masacre de Tiananmen, pero mejoraron considerablemente el año pasado.
El presidente chino Jiang Zeming viajó a Estados Unidos en octubre de 1997, y en los últimos meses Beijing liberó a dos destacados disidentes políticos, quienes se dirigieron al país norteamericano para recibir tratamiento médico.
Mientras, a pocas semanas de la visita de Clinton, Beijing enfrenta serias acusaciones de compra de influencias en la política estadounidense mediante una donación al Partido Demócrata para las elecciones de 1996.
La acusada es Liu Chaoying, ejecutiva de una empresa aeroespacial e hija de un general, quien negó por completo las denuncias. El portavoz Zhu aseguró que China "nunca utilizó y nunca utilizará dinero para influir en la política norteamericana".
Liu Chaoying, teniente coronel del Ejército Popular de Liberación, sostuvo en una declaración escrita que las acusaciones sobre las contribuciones son "infundadas y sin respaldo".
Informaciones de prensa anteriores sostuvieron que un ex recolector de fondos llamado Johnny Chung había dicho a investigadores de Estados Unidos que gran parte de los 100.000 dólares que puso en los cofres del Partido Demócrata provinieron de Liu, hija de Liu Huaqing, ex general.
Pero el diario británico The Times informó que Clinton había posado con ella para una fotografía en un acto para reunir fondos. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/lp/ip/98