/REPETICION/ CINE: 'Corazón iluminado' revive a director brasileño- argentino

El cineasta Héctor Babenco sintetiza como nunca en "Corazón iluminado" su olvidado pasado argentino y su presente brasileño. La película, que se exhibirá este sábado en el Festival de Cannes, le permitió reencontrarse con sí mismo.

En su estudio en Sao Paulo, donde surgieron otras obras inolvidables como "El beso de la mujer araña" y "Pixote", empieza por aclarar que su español natal solo ha mejorado un poco después de filmar durante siete meses en Argentina.

Pero su "portuñol" (mezcla de portugués y español) es apenas una de las evidencias de quien ha nacido en el Río de la Plata, con una cultura de "cafés en los bares" y que vive hace casi 30 años en Sao Paulo, una "ciudad con rejas".

"Yo soy un poco ese café con leche argentino-brasileño, porque tengo el lado lechero argentino y el del café brasileño…", se define.

De la leche Babenco extrajo los "fragmentos de la memoria de su pasado" que dieron lugar al guión de la película coescrita con el escritor Ricardo Piglia.

De allí rescató también la lengua original de su país, el escenario (en Mar del Plata y Buenos Aires) y a dos de los cuatro protagonistas, los actores Miguel Angel Solá y Walter Quirós.

Del café de Brasil, país representado por la película en el Festival de Cannes, vinieron los recursos, la producción, el financiamiento y la presencia de las actrices Maria Luiza Mendonza y Xuxa Lópes, su esposa.

"Porque es una película que de alguna forma reencuentra un armisticio entre un Héctor olvidado, ligeramente diferenciado, que sale de Argentina, y el Héctor brasileño, un país del cual he asimilado sus elementos culturales con mucha alegría y felicidad", explicó.

"Corazón iluminado", filmado en un momento muy duro de su vida (la convalecencia de un transplante de médula al que se sometió para combatir un cáncer linfático), cuenta la historia de un hombre que vuelve a la Argentina después de vivir muchos años en el exterior.

En su ciudad natal, Mar del Plata, reencuentra un amor de su adolescencia que creía muerta. Pero al intentar recuperarla, descubre otra mujer que le despierta un deseo hace mucho tiempo adormecido.

"Un elemento que se muestra en la película demuestra que en realidad las dos mujeres podrían haber sido una sola, porque son diferentes pero poseedoras del mismo tipo de luz, por eso se llama 'Corazón iluminado"', sintetizó.

Pese a los elementos en común con su propia vida (Babenco también se crió en Mar del Plata), el cineasta rechaza el sello de autobiográfico para su filme.

"La palabra autobiografía remite a la de un contador, de un notario público, es una palabra muy burocrática porque se asocia al proceso de reconstrucción de situaciones que fueron verdaderas y que luego se convierten en una cosa dicha y solidificadamente establecida", observó.

"Pero en 'Corazón iluminado' yo trabajé con lo que sobraba de mi memoria y no tengo cómo comprobar si lo que yo recuerdo es lo que realmente sucedió", matizó.

Con lo que "sobró" de su memoria, Babenco, hoy con 50 años, recuerda una "Argentina muy particular" que ahora, después de filmar allí, le hizo entender por qué dejó ese país.

De Argentina Babenco rescata la "calidad humana", presente en los colegas con los que trabajó y su calidad y seriedad profesional.

Pero se pone serio para definir la cara del país del que huyó: "Ese modelo tan disciplinario… de respeto a las jerarquías… esa sociedad tan 'policialesca"'.

Modelo que en el pasado originó su exilio voluntario.

"Con 18 años, asustado por el servicio militar que era obligatorio y extremadamente severo, y más sabiéndome judío… Yo sabía que había un resentimiento y un antisemitismo totalmente explícito en las Fuerzas Armadas argentinas, y sabiendo que eso complicaría totalmente mi vida, decidí irme…", recordó

Después de vivir cinco años en Europa, Babenco se radicó en Brasil, un país al que define como "totalmente ajeno al modelo latinoamericano, porque es un país colonizado en portugués".

"Aquí la iglesia no ha tenido la presencia tan predominante asociada al Estado como en otros países latinoamericanos, el indígena ha sido menos destruido que en Argentina, Perú, México, Venezuela… Aquí hay otras llagas, pero soy querido, respetado. En fin, tengo mi mundo social". (FIN/IPS/ff/mj/cr/98

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