/REPETICION/ (Arte y Cultura) IRLANDA: La fuerza de un teatro en auge

Un grupo de hombres pasan el tiempo, beben y conversan sentados a una pequeña mesa de un "pub" del sur de Irlanda, cuando entra un amigo de ellos acompañado de una joven mujer de Dublín llamada Valerie, una recién llegada a la localidad.

Su aparición desata una amistosa competencia entre los caballeros, que tratan de sorprenderla con historias sobre los fantasmas de su propio pasado. Y el resultado son los aplausos en la sala y elogiosas críticas que confirman la fuerza del teatro irlandés contemporáneo.

Esta obra llamada "The Weir" (El Vertedero) fue escrita por Conor McPherson, un dramaturgo de 26 años que despliega madurez y profundidad en la construcción de sus tramas.

Sus valores lo hicieron merecedor del premio "Evening Standard" de dramaturgia, mientras su pieza era seleccionada para el escenario principal del prestigioso Royal Court Theatre de Londres, un lugar donde se suele promover el teatro de vanguardia.

En "The Weir" la audiencia se siente involucrada, como si se tratara de sus propias vidas. Sus ingredientes son simples: un pub del sur de Irlanda, un grupo de clientes preparándose para otra noche solitaria, y la llegada de una extraña que actúa como catalizadora de reflexiones dolorosas sobre el pasado.

Pero el éxito de McPherson y el tema de su obra no son aislados. Forman parte de una avalancha de trabajos presentados por escritores irlandeses que están arrasando con los escenarios, y también con las pantallas, en ambas costas del Atlántico angloparlante.

En el pasado, tanto Estados Unidos como Gran Bretaña ya fueron sacudidas por obras con firmas de irlandeses. Samuel Beckett y Oscar Wilde integran esa lista, junto al anglo-irlandés George Bernard Shaw.

Ahora, esa lista incluye a dramaturgos reconocidos como John Keane, Brian Friel, Molly Sweeney y Hugh Leonard, a los cuales se suma una nueva camada de jóvenes integrada por McPherson, Tom Murphy, Sebastian Barry y Martin McDonagh, quien hace poco tenía cuatro obras montadas simultáneamente en Londres.

El Royal Court y el London National Theatre montaron la "Leenan Trilogy" (Trilogía de Leenan) de McDonagh. La segunda parte de la trilogía, llamada "The Beauty Queen of Leenan" (La Reina de Belleza de Leenan), acaba de estrenarse en Nueva York, donde fue objeto de comentarios extasiados de los críticos.

En el cine, el director Neil Jordan logra uno de sus mayores éxitos con la película "The Butcher Boy" (El Niño Carnicero), basado en una obra escrita por Patrick McCabe.

Entre tanto, Jim Sheridan logró muy buenas críticas para "The Boxer" (El Boxeador), una exploración sobre las trampas que contiene el proceso de pacificación en Irlanda del Norte.

El éxito de obras y películas irlandesas tiene que ver con una diversidad de factores, pero el interés generado por la aceleración en el proceso de paz tiene una influencia muy limitada.

"En el sur, en la República de Irlanda, el país experimenta una nueva sensación de prosperidad que lo acerca a Europa", hizo notar el periodista y dramaturgo Ronan Bennet. Los escritores de esta zona "exploran todo tipo de temas, con excepción del de Irlanda del Norte, con el cual no se sienten identificados".

En el norte, "las perspectivas de paz le permiten a sus escritores explorar el pasado, algo que no hacían en los tiempos más problemáticos, cuando preferían concentrarse en el lado humano de aquellos que quedaban aprisionados en la ola de violencia".

Antes trataban de ser imparciales, pero Bennet dice que ante la perspectiva de terminar con el conflicto, en el norte los escritores miran al pasado "desde un punto de vista menos neutral".

El año pasado, se presentó la película "Some Mother's Son" (Hijo de alguna madre) sobre las huelgas de hambre de 1981 en Irlanda del Norte, seguida por "Resurrection Man" (El resucitado), un relato muy violento sobre los torturadores sectarios de los años 70.

Muchos críticos británicos atacaron la manera en que estas películas abordan el conflicto entre opositores y partidarios del control de Londres sobre Irlanda del Norte, y argumentaron que eran muy subjetivas en el tratamiento de la historia.

Algunos comentaristas sugirieron que eran propaganda a favor del Ejército Republicano Irlandés (IRA) y de su brazo político, el Sinn Fein.

En cambio, la obra "In a Little World of our Own" (En nuestro pequeño mundo) de Gary Mitchell, ganadora del premio de los Irish Theatre Awards, tuvo mucha mejor recepción.

La pieza habla de la violencia arraigada en el lado protestante de Irlanda del Norte, causante de la muerte de una joven de 15 años que se atrevió a relacionarse con alguien del lado "equivocado".

El tiempo ayuda a cicatrizar las heridas, pero también permite reflexionar sobre el sufrimiento del pasado. Y es así como en la obra "The Weir" de McPherson la conversación en el pequeño pub irlandés llega al relato de la propia Valerie, la extraña recién llegada.

Al igual que hicieron los demás, ella cuenta una historia de fantasmas, un cuento espectral sobre la llamada de una hija muerta en un momento de angustia. La experiencia destruyó su matrimonio, acabó con gran parte de su vida y la obligó a salir de Dublín.

Los demás quedan mudos. Gradualmente van comprendiendo el dolor que soportó Valerie y cómo encontró una forma para expresar su sufrimiento.

La historia más inquietante termina siendo la de uno de los parroquianos más viejos del lugar, que recuerda cómo en su juventud rechazó a una mujer. Y desde entonces, se arrepiente cada día de haber actuado así.

El destino de los irlandeses está signado por la política, la cultura y, sobre todo, por la historia. Pero lo que más perturba a estas personas son los errores cometidos durante sus propias vidas. (FIN/IPS/tra-en/ba/mk/lc-ml/cr/98

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