Las amenazas de la comunidad internacional fueron inútiles para impedir que Pakistán ingresara hoy, dos semanas después que India, al club de países poseedores de armas nucleares, al detonar por lo menos cinco artefactos.
Las pruebas subterráneas en la región sudoccidental de Baluchistán, cerca de la frontera con Irán y Afganistán, fueron consecuencia de la preocupación que provocaron en Pakistán las efectuadas en India, declaró ante las cámaras de televisión el primer ministro Nawaz Sharif.
Pocas horas después de los estallidos, Sharif sostuvo que su gobierno tomó la decisión luego de sopesar con cuidado los pros y contras. "No queríamos participar en la carrera nuclear, pero India cambió el equilibrio en la región", dijo.
El gobierno de Sharif dijo haber soportado una tremenda presión interna para que replicara las cinco pruebas de armas nucleares de India, su archirrival, desarrolladas los días 11 y 13.
El ascenso de India a la categoría de país poseedor de armas nucleares es percibida en Pakistán como una amenaza directa contra su seguridad. Islamabad advirtió de las presiones internas a la comunidad internacional, que le reclamaba contener sus impulsos tras las pruebas indias.
Las ofertas de asistencia financiera no lograron que el gobierno de Sharif se mantuviera inerme. El primer ministro reprochó en sus declaraciones a la comunidad internacional por no condenar a India con suficiente fuerza y no dar a Pakistán garantías para su seguridad.
Islamabad observó con alarma los agresivos anuncios del gobierno de derecha religiosa de India, encabezado por el partido hindú Bharatiya Janata (BJP), sobre su intención de recuperar el Kashmir paquistaní.
El territorio en disputa ha sido el muro de contención entre los dos países durante 50 años, desde que la península Indica fue dividida para la creación de los estados independientes de India, de mayoría hindú, y Pakistán, de hegemonía musulmana.
Kashmir fue el origen de dos de las tres guerras entre los vecinos, la última de ellas en 1971. Pakistán reclama la celebración de un referéndum en el que participen todos los kashmiríes para resolver si el territorio debe depender de Islamabad o de Nueva Delhi, pero India rechaza esa propuesta.
La intransigencia llevó a los dos países a una carrera armamentista. La concreción de las pruebas de India convertían las de Pakistán en inevitables.
La amenaza de sanciones económicas y pérdida de asistencia externa, como sufrió India como castigo por sus pruebas, no eran una razón consistente para que Pakistán retrocediera.
Sharif recomendó a los paquistaníes a ajustar sus cinturones y prepararse para un "paquete de austeridad" que el gobierno deberá imponer en caso de que se produzcan sanciones.
El posible congelamiento de los préstamos del Fondo Monetario Internacional a Pakistán ampliará el déficit comercial, elevará el peso de los servicios de la deuda y reducirá las reservas de divisas extranjeras. Pakistán deberá, a su vez, elevar las tasas de interés a los préstamos bancarios.
Los activistas antinucleares en Pakistán urgieron al gobierno a no efectuar las pruebas con el argumento de que la economía nacional no sería capaz de absorver las sanciones.
Ni Pakistán ni India, que han estado durante décadas en la categoría de países con potencial de desarrollo de armas nucleares, firmaron el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares ni el de Prohibición Total de Pruebas.
Ambos países atribuían su decisión de no firmar a la negativa del otro.
La capacidad de contención del programa nuclear paquistaní se redujo mucho en las últimas dos semanas, lo que obligó al gobierno a actuar. (FIN/IPS/tra-en/nz/an/mj/ip/98