Los políticos de Italia se enfrentan al "triángulo maldito" que conforman el consumo de drogas, alcohol y tabaco entre los jóvenes, en alarmante aumento de acuerdo con un informe oficial difundido hoy.
Mientras los parlamentarios se debaten entre sancionar leyes más duras o legalizar el consumo y hasta el cultivo de drogas blandas, el sociólogo Sabino Acquaviva alertó que las adicciones de los adolescentes italianos confirma la crisis existente en el mundo laboral, familiar y educativo.
El informe elaborado por el Grupo Pompidou, considerado el "comando antidroga" del Consejo de Europa, indica que 21 por ciento de los jóvenes italianos consume hachís y marihuana, el porcentaje más alto de Europa después de Gran Bretaña e Irlanda.
Cuatro por ciento de los adolescentes entre 15 y 16 años consume anfetaminas, el seis por ciento ácido lisérgico (LSD) y el cuatro por ciento los estimulantes conocidos como éxtasis (XTC).
En total, hay en Italia 250.000 drogadictos, cuya edad promedio es de 32 años. Existen 1.370 comunidades para su cura, donde se encuentran en la actualidad 22.085 personas.
Más de 12 por ciento de los jóvenes de entre 16 y 19 años consumen alcohol a un ritmo que los convierte en alcohólicos reales o potenciales. Más de 18 por ciento beben vino y cerveza con frecuencia semanal, y 25 por ciento fuman.
Los drogadictos que residen en prisiones suman 20.000, 30 por ciento de la población carcelaria del país.
Gobierno y oposición están divididos en torno al modo de afrontar la situación.
El Senado aprobó la semana pasada una resolución que establece la impunidad de quienes que cultiven marihuana en sus casas.
La iniciativa fue presentada por una de las vicepresidentas del Senado, Ersilia Salvato, perteneciente a Refundación Comunista, movimiento político que apoya, aunque sin integrarlo, el gobierno de centroizquierda que encabeza Romano Prodi.
Las fuerzas que integran la coalición de gobierno se encuentran divididas al respecto.
El Partido Democrático de Izquierda (PDS), continuador del Partido Comunista y mayoritario en la alianza, está a favor del proyecto de Salvato, mientras los grupos de centro y los originados en la desaparecida Democracia Cristiana se manifiestan en contra.
La mayoría de la oposición de centroderecha es contraria a cualquier tipo de legalización del consumo y cultivo de drogas, pero una minoría votaría a favor de la iniciativa.
El proyecto requiere para su transformación en ley del voto favorable de la Cámara de Diputados, donde se prevé que será rechazada.
El presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Camillo Ruini, expresó el disenso de la Iglesia respecto de "las propuestas de legalización o suministro controlada de la droga, excepto en los casos de estricta prescripción terapéutica".
La ministra de la Solidaridad Social, Livia Turco, lanzó una campaña en las discotecas, que son centro de consumo de éxtasis.
El presidente del Sindicato de Locales de Baile, Sergio Piogga, señaló que el consumo de marihuana es muy restringido en las discotecas, pero se mostró preocupado por "el consumo desmesurado de alcohol y pastillas excitantes".
El sociólogo Acquaviva, autor de numerosos estudios sobre las drogas y la juventud, se pronunció a favor de la liberalización de las denominadas "livianas" (las derivadas de la cannabis sativa, como el hachís y la marihuana) porque, a su juicio, la prohibición crea solo nuevos adeptos.
Italia firmó en Birmingham, Gran Bretaña, donde sesionó la cumbre del Grupo de los Siete países más industrializados a los que se sumó Rusia (G-7) un documento final que se presentará a la reunión especial de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre el problema de las drogas en junio.
Para esa reunión se prevé la aprobación de un documento de trabajo dado a conocer por el director del Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización de Drogas de la ONU (UNDCP), el sociólogo italiano Pino Arlacchi.
Arlacchi anunció un plan para eliminar simultáneamente los cultivos de coca y adormidera en todo el mundo, partiendo de Perú, Colombia y Bolivia para la coca, Birmania y Afganistán para la adormidera.
El funcionario internacional aseguró que en 10 años se podría eliminar esos cultivos en todo el mundo. "Necesitamos cinco años para la erradicación y otros cinco para estabilizar los resultados", explicó.
Para ello, "debemos ofrecer a los campesinos cultivos alternativos y otras fuentes de ingreso", dijo.
"Hemos logrado ya la eliminación de la producción de opio en Pakistán, donde se producían 800 toneladas, y de donde hoy salen se producen solo 20", concluyó. (FIN/IPS/jp/mj/ip/98