El primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, confirmó hoy al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que su país está dispuesto a retirar sus tropas del sur de Líbano.
La oferta de Netanyahu, aprobada el pasado mes por su gabinete de derecha, presenta algunas dificultades para la ONU. Un alto funcionario opinó que es muy temprano para definir un rol para los cascos azules en el proceso, y otros diplomáticos se cuestionan la sinceridad del líder israelí.
Netanyahu, quien llegó a la sede de la ONU tras la última serie de reuniones fracasadas con funcionarios de Estados Unidos para reactivar el proceso de paz con los palestinos, aseguró que su oferta para poner fin a la ocupación israelí de 20 años en Líbano es auténtica.
"Confirmé al secretario general (Kofi Annan) la decisión de Israel luego de 20 años de aceptar la resolución 425 de la ONU y acelerar el retiro de Israel de Líbano. No ponemos condiciones para un tratado de paz, aunque nos gustaría hacerlo", declaró.
Sin embargo, Netanyahu aclaró que el repliegue sólo tendrá lugar en condiciones de "paz y seguridad en la región".
La resolución 425, aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU en marzo de 1978, es inequívoca sobre el repliegue, ya que exhorta a Israel a "cesar inmediatamente su acción militar contra la integridad territorial libanesa y retirar sin dilación sus fuerzas de todo el territorio libanés".
Aunque el Consejo también autorizó una fuerza de mantenimiento de la paz en la misma fecha, la Fuerza Interina de la ONU en Líbano (Unifil), con el fin de restaurar la paz y la seguridad en el área, no mencionó ninguna precondición para el repliegue de Israel.
Líbano y Siria, su aliada, han insistido mucho en este último punto.
Fred Eckhard, portavoz de la ONU, informó luego de la reunión de este viernes que Netanyahu "insistió en la necesidad de garantizar la paz y la seguridad en el sur de Líbano tras el repliegue", pero aclaró que "Israel no considera eso como una condición".
En los últimos días, Siria en particular pareció reticente a considerar sincera la oferta israelí. Muchos diplomáticos árabes arguyen que, al anexar condiciones al repliegue, Israel procura mantener el control sobre la franja de 16 kilómetros del sur de Líbano que califica como su "zona de seguridad".
Sin embargo, algunos funcionarios de la ONU están convencidos de que el gobierno de coalición encabezado por Netanyahu es sincero en su oferta de retiro de Líbano, donde Israel y sus apoderados libaneses sufrieron graves pérdidas en su lucha contra las milicias chiítas de Hizbollah (Partido de Dios).
Expertos israelíes consideran innecesaria la continuación de los combates en Líbano, sobre todo porque la causa original de la invasión de Israel -la actividad militar en el sur de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que fuera expulsada de la zona en los años 80- ya no existe.
El grupo guerrillero Hizbollah, con el respaldo de Irán, sigue acosando a los soldados israelíes y sus balas surcan la frontera hacia el norte de Israel, pero la ocupación generó algunos de los errores más embarazosos de las fuerzas israelíes.
En 1996, un ataque israelí contra un campamento de refugiados protegido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Qana mató a decenas de civiles y enfrió las relaciones con el foro mundial.
No obstante, los funcionarios de la ONU reconocen que la salida de Líbano será difícil.
Aunque Unifil facilitará la transición de los soldados israelíes, las medidas de seguridad necesarias tomarán tiempo y no se podrán adoptar hasta que el foro mundial tenga la certeza de que Líbano y Siria aceptan el acuerdo.
De todas maneras, al proponer a la ONU el retiro israelí de Líbano, Netanyahu al menos logró evadir las intensas críticas que su gobierno recibió por la parálisis del proceso de paz israelí- palestino.
La visita de Netanyahu tuvo lugar el día después de que él y la secretaria de Estado estadounidense Madeleine Albright fracasaran una vez más en su intento por llegar a un acuerdo sobre el retiro israelí de Cisjordania.
Sólo dos por ciento de Cisjordania está bajo control palestino y aunque Washington y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) coinciden en el retiro israelí de 13,1 por ciento del territorio cisjordano en las próximas semanas, Netanyahu insiste en que Israel no puede ceder más de nueve por ciento.
El primer ministro, quien se reunió con numerosos críticos del presidente estadounidense Bill Clinton esta semana, intentó minimizar las discrepancias y declaró que se limitaban a "diferencias" de comensales.
Netanyahu añadió que estaba analizando propuestas realizadas por Albright, las que discutiría la próxima semana con el mediador de Washington Dennis Ross.
Pero cada semana que pasa le ofrece a Netanyahu nuevas razones para impulsar el proceso de paz. El jueves, soldados israelíes mataron a ocho palestinos, entre ellos dos niños, e hirieron a cientos más durante manifestaciones en contra del cincuentenario del estado de Israel.
"Este trágico hecho subraya una vez más la importancia de hallar una manera de impulsar el proceso de paz sin demoras", declaró este viernes Annan, mientras pedía a Netanyahu la "máxima moderación".
La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Mary Robinson, añadió que Israel debe respetar el derecho de reunión pacífica y evitar el uso excesivo de la fuerza. La funcionaria advirtió que está empeorando la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados.
Pero Netanyahu no se lamentó por lo ocurrido. "No tenemos problemas con las reuniones pacíficas, pero esa no era una reunión pacífica. Se incitó a la violencia", aseguró.
Netanyahu acusó a los manifestantes de arrojar bombas incendiarias y de pedir la destrucción de Israel. "Tienen que dejar de considerar la creación de Israel como una catástrofe que no debería haber ocurrido", exhortó. (FIN/IPS/tra-en/fah/ml-aq/ip/98