Los ensayos nucleares ordenados por el gobierno derechista de India no apuntan solo contra un objetivo militar. También sirven de plataforma de lanzamiento de un código moral ultranacionalista impuesto a los habitantes de este país.
El partido hindú Bharatiya Janata (BJP), que encabeza una temblorosa coalición de gobierno de una docena de partidos regionales, conquistó el poder con un discurso ultranacionalista con peculiares códigos culturales.
El principal argumento para concretar las pruebas de armas nucleares fue la necesidad de recuperar el orgullo nacional. Pero estos ensayos también refuerzan la capacidad del gobierno de imponer sus reglas al conjunto de la sociedad.
Ahora que, al fin, llegó al poder, el BJP está decidido a imponer su estrategia cultural, diseñada hace años, a la sociedad india. En sus declaraciones, el partido anuncia su compromiso con un orden moral e insiste en la necesidad de contar con un código moral para lograr ese objetivo.
Los habitantes de India tuvieron la oportunidad de conocer el orden moral que impulsa el BJP en 1996, cuando este partido formó un gobierno que duró sólo 13 días antes de ser desbandado por el parlamento.
En ese breve período, la ministra de Informaciones, Susha Swaraj, hizo pública su preocupación por la vestimenta que utilizaban las informativistas de los noticieros televisivos.
Swaraj dijo que esas mujeres mostraban demasiado, lo cual ofendía los valores culturales indios. Por eso, les ordenó abandonar las blusas sin mangas, subir los cuellos y asegurarse de que sus vestidos tradicionales (saris) les cubrieran todo el torso, so pena de perder el empleo.
La ministra también atacó a una emisora de radio presentado por una organización no gubernamental en el cual se brindaba asesoramiento en materia de orientación sexual a los jóvenes durante las 24 horas del día.
Antes de que acabaran esas dos semanas de gobierno en 1996, la ministra alcanzó prohibir esas emisiones, con el argumento de que violaban la moral de la antigua cultura india, según la cual el sexo fuera del matrimonio es inmoral, el divorcio es raro y la homosexualidad se oculta y es considerada casi un crimen.
Dos años después, el BJP recuperó el poder y está ansioso por volver a la carga con su campaña moralizadora. El entusiasmo de la coalición de gobierno por imponer su agenda cultural raya con la insensatez.
El más famoso pintor de India, M.F. Hussain, volvió a convertirse en blanco de esta estrategia cultural. Agitadores políticos irrumpieron el mes pasado en una exposición suya sobre arte radical que se presentaba en Nueva Delhi, obligando a cerrarla.
Su apartamento de Mumbay (ex Bombay) fue saqueado, como parte de la cruzada contra el artista cuyas pinturas expuestas en museos han sido destruidas o quemadas, mientras que las galerías donde se venden sus obras son objeto de ataques.
La acusación contra Hussain consiste en que retrata de forma obscena a las diosas hindúes, pues las pinta desnudas. La obra de este artista tiene fuerte influencia de la iconografía india y sus obras suelen ser encargadas para su uso en celebraciones religiosas hindúes.
Pero el nuevo régimen cuestiona su derecho a retratar deidades hindúes porque él es musulmán, dado que en el arte indio la desnudez nunca ha sido calificada como obscenidad. En muchas obras de diferentes épocas las diosas son retratadas de forma mucho más explícita que las locutoras de los noticieros.
La aplicación de un código moral se asume como un deber político. Mumbay, capital de la industria del entretenimiento en India, está gobernada por los principales aliados del BJP, el Shiv Sena.
Sus encargados de cultura crearon un Comité para el Escrutinio de Guiones y Actuaciones Escénicas, que debe aprobar todos los argumentos y las letras de canciones destinadas a presentaciones en público.
Ese comité y otros cuadros del partido tienen la misión de vigilar los conciertos de rock, tanto a intérpretes como a la audiencia. El objetivo es que el público no se comporte en forma inmoral abrazándose o besándose, ni que algunos bailen con el torso desnudo.
Todo parece indicar que sacarse la camisa también es anatema para la ancestral cultura india.
Vinod Khanna, ex actor de cine y actual parlamentario del BJP, sugirió que todos los portadores del virus del sida deberían ser identificados con un distintivo. Lo afirmó en una gala de caridad organizada por una organización no gubernamental para ayudar a las víctimas del síndrome.
La ministra Swaraj, por su parte, se rehúsa a permitir que los medios de comunicación del gobierno promuevan el uso del preservativo. Advierte que lo correcto es insistir ante la población sobre la necesidad de limitar las relaciones sexuales a una sola pareja.
Para la ministra de Información, las dramáticas estadísticas sobre el aumento de la incidencia del sida en India no tienen mucho valor. Lo único importante es que el país tiene una bomba nuclear, lo cual lo convierte en potencia mundial. (FIN/IPS/tra- en/sk/an/lc-mj/ip cr/98