La cita de los jefes de gobierno del Grupo de los Ocho (G-8) que se realiza en esta ciudad contrasta con la paralela Cumbre del Pueblo, convocada por activistas opuestos a la visión oficial del futuro orientado por el mercado.
La gris reunión del G-8, integrado por los siete países más industrializados del mundo (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón) y Rusia, se distingue del vibrante encuentro de organizaciones no gubernamentales (ONG) que no comparten la política de los ochos países.
La diferencia pone en evidencia que este fin de semana existen "dos Birmingham", así como existe el mundo de los ricos y el de los pobres.
La reunión del G-8 se celebra hasta este domingo con las mayores medidas de seguridad en la historia de la ciudad, vigilada por más de 1.000 policías. Vehículos y barricadas de seguridad cercan la sede de la cumbre en el centro y veloces lanchas policiales se desplazan en canales habituados a canoas.
Las medidas de seguridad no bastaron para impedir el primer susto de la cumbre por una supuesta bomba, aun antes de que los líderes políticos llegaran a la ciudad. El jueves, la policía detonó un automóvil abandonado en un centro comercial cerca del aeropuerto internacional.
En tanto, en otras zonas de Birmingham centenares de personas se reúnen en la Cumbre del Pueblo, en una serie de actos paralelos que ya son tradicionales junto a las cumbres anuales de los líderes mundiales.
Esta cumbre popular ya creó el Sitio del Poder del Pueblo, un terreno desierto transformado en un floreciente jardín orgánico, como explicó Ed May, de la Nueva Fundación Económica, uno de los organizadores.
La Cumbre del Pueblo tiene su propio periódico, sitio en Internet y organiza una serie de seminarios y talleres que comenzaron el viernes. El domingo habrá una manifestación final.
Entre los participantes de la cumbre popular se esperan al ex presidente de Tanzania Julius Nyerere y al ex ministro de Educación de Mozambique Graça Machel, autor de un estudio de la Organización de las Naciones Unidas sobre los efectos de los conflictos armados en los niños.
Este sábado, miles de personas formaron una cadena humana de 10 kilómetros en torno al Centro Internacional de Conferencias, sede de las reuniones del G-8, como símbolo de la "cadena de la deuda" externa, explicó Jubileo 2000, una coalición de 70 ONG que proponen la cancelación de la deuda de los países pobres.
Estos acontecimientos paralelos antes se organizaban en el contexto de la denominada Otra Cumbre Económica, celebrada a partir de 1984 para manifestar oposición a las decisiones adoptadas en las reuniones del Grupo de los Siete (G-7).
Pero cuando el G-7 comenzó a discutir asuntos políticos como el de Bosnia-Herzegovina, en 1995, y luego se convirtió en G-8 al incorporar a Rusia, los activistas de la Otra Cumbre Económica ya no contaban con la misma eficacia para responder al cambio.
La Cumbre del Pueblo de este año terminó con esa dificultad, aseguran los activistas.
"El G-8 no tiene legitimidad para decidir lo que está proponiendo", sostuvo Jakov Von Uexkull, organizador del "premio Nobel alternativo", otorgado anualmente. "Se trata de la imposición de un grupo pequeño sobre todos los demás".
"Nosotros seríamos los vencedores" si los medios de comunicación le brindaran el mismo espacio a las propuestas de las ONG que el otorgado al G-8 y luego éstas fueran sometidas a un referendo, afirmó Uexkull.
El matiz extremista de la cumbre paralela de años anteriores parece haberse diluido ya que las ONG mantienen contactos con los líderes políticos y el gobierno británico se mostró dispuesto a colaborar.
"Esta vez hay un vínculo directo entre las dos cumbres. El ministro de Hacienda británico, Gordon Brown, coincide con la coalición de Jubileo 2000 en el tema de la reducción de la deuda externa", manifestó May.
El portavoz del gobierno británico Alistaire Campbell dijo a la prensa que Londres responderá a los pedidos de reducción de la deuda. "Por extraño que parezca, el gobierno está complacido con la propuesta de Jubileo 2000, aunque sea una protesta", declaró.
Este acercamiento con el gobierno no es fácil para las ONG, cuidadosas de mantener su independencia, y algunos activistas desconfían de los motivos de los funcionarios gubernamentales.
"Cuando me entero de las ofertas de Londres para contemplar las opiniones de las ONG en la política del gobierno, me parece un ejercicio de relaciones públicas", dijo Von Uexkull. "En realidad, no se acercaron a nuestros puntos de vista".
Pero estas inquietudes no parecen preocupar a los numerosos activistas que proponen cerrar avenidas de Birmingham para celebrar una gran fiesta callejera.
"Las calles serán bloqueadas, se instalarán sistemas de sonido y se decorará el entorno en un ejercicio grandioso de ocupación y transformación de un lugar no revelado", explicó un integrante del grupo Reclama las Calles, que propone la acción ciudadana directa.
El grupo realiza bloqueos de calles en toda Gran Bretaña como protesta frente a proyectos de construcción que se supone dañan los intereses de la población. Entre sus consignas se encuentran "Ecología Mundial, no Economía Global", y "Cooperación sí, Competencia no". (FIN/IPS/tra-en/dds/aa/aq/ag/ip/98