Durante una semana en 1968, Francia estuvo al borde de la rebelión generalizada. Entre el 24 y el 30 de mayo, más de 120 fábricas fueron ocupadas y 12 millones de trabajadores en huelga se unieron a los estudiantes para desafiar al moribundo sistema político del país.
Todo parecía posible, recordó Fernan F., entonces estudiante de ciencia política. "Recuerdo estar aturdido. Por un momento durante los hechos hubo un vacío de poder, como si nadie estuviera gobernando Francia".
"Fue como si el gobierno hubiera desaparecido de pronto", agregó. Literalmente, esto fue lo sucedido. Charles de Gaulle, presidente en ese momento, huyó para refugiarse con el ejército, temeroso de que los estudiantes lo acorralaran en el Palacio Elíseo, sede de la presidencia.
Durante la década previa al mayo francés, la educación superior había caído en una profunda crisis. El número de estudiantes se había triplicado en relación a 1958, de 170.000 a 514.000, pero las instalaciones sólo habían duplicado su tamaño desde 1962. Las aulas de clase eran inadecuadas y estaban superpobladas.
El 22 de mayo, el estudiante de sociología Daniel Cohn-Bendit y otros integrantes de un grupo que en noviembre del año anterior había organizado una huelga de 10.000 estudiantes, ocuparon la oficina del decano de la Universidad de Nanterre.
Los estudiantes llamaron a rechazar "la universidad capitalista y tecnócrata", y a la "solidaridad con la clase trabajadora". Cuando las autoridades intentaron sancionar a Cohn- Bendit y otros siete, los estudiantes chocaron con la policía antidisturbios, la CRS.
Las luchas fuera de la afamada universidad de Sorbonne en París obligaron a cerrarla por segunda vez en 700 años. "Estaba en una reunión política cuando llegó la policía y nos detuvo a todos, unos 300", dijo Pierre Rousset, entonces estudiante de geografía de la Juventud Comunista Revolucionaria.
Tres días después, el mismo día del juicio de Cohn-Bendit, los manifestantes fueron emboscados por la CRS en el barrio latino. Los estudiantes apilaron piedras y dieron vuelta automóviles para formar barricadas. Más de 400 fueron detenidos y 345 policías resultaron heridos.
Le siguió una semana de enfrentamientos. Pero durante este tiempo, los trabajadores fuera de las universidades comenzaron a aliarse con los estudiantes.
El 13 de mayo las autoridades intervinieron, pero demasiado tarde para detener la marea. Los trabajadores, aunque no los sindicatos, forzaron una ola de huelgas en todo el país que comenzaba a ser, sin planificación, la primera huelga general francesa desde 1936.
Los sindicatos y el Partido Comunista Francés, que en un inicio habían rechazado las protestas estudiantiles, se vieron obligados a actuar cuando 200.000 personas marcharon por las calles de París.
El 14 de mayo los trabajadores de Sud Aviation cerca de Nantes ocuparon su fábrica, las plantas de Renault quedaron paralizadas, y le siguieron las minas de carbón, el transporte público de París y la mayoría de las industrias de Normandía, París y Lyons.
Los trabajadores de los servicios públicos ocuparon sus plantas pero mantuvieron el abastecimiento. Los trabajadores textiles entraron en huelga el 21 de mayo, y los maestros el 22.
"Las demostraciones eran masivas, y millones de personas salieron a las calles", recordó Rousset. "Fue una huelga general espontánea".
Personal de televisión en huelga hizo cuatro reclamos generales en representación de todos los trabajadores, una semana laboral de 40 horas, menor edad de jubilación, levantamiento de una prohibición a las huelgas de 1963 y un salario mínimo nacional de 1.000 francos semanales.
Paralizado por la intensisdad y el alcance de las protestas, De Gaulle apareció en televisión esa noche para hacer un incoherente llamado al orden, pero la autoridad se le escapaba de las manos.
"En un momento, los estudiantes marchaban directo hacia el Elíseo, y no eran arrestados debido a esta ausencia de poder", recordó Fernan.
Pero la oportunidad se perdió. El 24 de mayo marcó el punto más alto de la lucha, con 300.000 manifestantes que marcharon hacia el Palacio de la Bastilla, la bolsa de valores desprotegida y los ministerios de Finanzas y Justicia listos para ser tomados, pero dejados intocados.
"Nosotros no nos dimos cuenta", recordó Cohn-Bendit, citado por el escritor irlandés Dermot Sreenan 25 años más tarde, "de lo fácil hubiera sido desalojar a todos esos 'don nadie'. Ahora está claro que, si el 25 de mayo París hubiera despertado sabiendo que los ministerios más importantes estaban ocupados, el gaullismo habría caído de inmediato".
Cohn-Bendit se vio forzado al exilio esa misma noche. Aunque la crisis continuó durante algunos días, el momento de los estudiantes había pasado. El lunes 27 de mayo el gobierno garantizó un aumento de 35 por ciento del salario mínimo industrial y uno de 10 por ciento para el resto de los salarios.
De Gaulle volvió a hablar a la nación, abandonó el plan de referendo y prometió una elección general en 40 días. La mayoría de los huelguistas regresaron al trabajo, algunos militantes fueron barridos por la CRS y se prohibieron las manifestaciones callejeras.
En las elecciones siguientes, un electorado francés confundido cayó en las promesas de un régimen gaullista estable y le dio 60 por ciento de los votos, reforzando su dominio del poder.
Para algunos los únicos logros de mayo del '68 fueron los elegantes posters hechos por estudiantes de la Escuela de Bellas Artes, quienes ocuparon la academia más fina del país el 14 de mayo, para convertirla en una línea de producción artística revolucionaria.
Las consignas de los posters subrayaron el hecho de que la revuelta de mayo fue un llamado a la libertad personal y no un cambio social. "Tus deseos son la verdadera realidad" y "Cuanto más hago la revolución, más quiero hacer el amor" fueron algunas de estas consignas.
Según esta interpretación, lo que en realidad se cuestionó en el '68 fueron los valores tradicionales franceses y no el poder tradicional francés.
El punto de vista de que los estudiantes no eran más que caprichosos no es nuevo. En mayo del '68 el comunista francés Georges Marchais, luego líder partidario, calificó a los integrantes del "Movimiento 22 de marzo " de Cohn-Bendit como "hijos de la gran burguesía, irrespetuosos de los estudiantes de la clase trabajadora".
Además, Marchais predijo que estos líderes estudiantiles "pronto apagarían sus llamas revolucionarias para convertirse en directores del negocio de papá".
Cohn-Bendit es ahora miembro del Partido Verde alemán en el Parlamento Europeo, y se autodescribe como un "narcisista radical".
Su ex compañero y líder estudiantil del '68 Alain Geismar ahora es autoridad del Ministerio de Educación francés, y el tercer líder, Jacques Sauvageot, es director de la Escuela de Bellas Artes.
Fernan cree que en la actualidad los temas son más urgentes. "Ahora, estoy más convencido de que tengo que comprometerme en causas más concretas, como el antirracismo, Amnistía Internacional o las formas modernas de la esclavitud, aunque sé que los resultados siempre serán desalentadores".
Rousset discrepa. "Estoy feliz de haber participado en los eventos de mayo de 1968. Soy de los que no se arrepienten. Muchos lamentaron su participación, pero no yo".
"En 1968, sentíamos que había una convergencia mundial de eventos. La ofensiva en Vietnam, la primavera de Praga, la revuelta de los estudiantes en México", destacó. (FIN/IPS/tra-en/ao/mom/rj/lp/ip/98