Sondeos a boca de urna y cómputos extraoficiales un día después de las elecciones en Filipinas indican que el vicepresidente Joseph Estrada ocupa el primer lugar entre los 11 candidatos que se disputan la presidencia.
Los opositores de Estrada lo atacaban por su inglés mediocre, su pasado como actor y su supuesta afición al alcohol y a las mujeres, pero ahora están reconsiderando el escepticismo que sentían hacia el candidato.
Gloria Macapagal Arroyo, hija de un ex presidente y compañera de fórmula del candidato presidencial José de Venecia, encabeza la carrera por la vicepresidencia.
Cerca de 80 por ciento de los electores habilitados, unos 32 millones de filipinos, votaron el lunes, en una jornada cívica sin incidentes, por 17.505 cargos electivos, desde el presidente hasta los concejales locales.
El escrutinio oficial concluirá dentro de dos semanas, debido al tedioso proceso de tabulación manual del país. El conteo extraoficial realizado por la organización no gubernamental Movimiento Nacional por Elecciones Libres (Namfrel) tomará unos 10 días.
Los medios de comunicación también realizan sus propios cómputos y, como el escrutinio de Namfrel, demuestran que Estrada, de 61 años, mantiene una delantera considerable frente a sus rivales.
El grupo de Estrada ya está recibiendo mensajes de felicitación y en las calles aparecieron carteles que lo califican de "presidente de todos los filipinos".
Las encuestas indicaban antes de los comicios que Estrada contaba con 30 por ciento de la intención de voto. "Todo terminó, salvo el escrutinio", dijo el candidato poco antes de la votación.
El respaldo que obtuvo Estrada representa una fuerte declaración contra una cultura política que tradicionalmente privilegió la maquinaria partidaria, la elite y los nombres conocidos de las dinastías políticas filipinas.
Estrada, muy popular entre los pobres, no alcanzó su posición actual por las vías políticas habituales.
Antes de presentarse como candidato presidencial, Estrada fue alcalde del pueblo de San Juan durante 17 años, senador durante seis y vicepresidente desde 1992.
En las elecciones de 1992, Estrada recibió más votos como candidato a vicepresidente que el propio presidente Fidel Ramos, cuyo período termina el 30 de junio.
A pesar de su extensa carrera en el servicio público, Estrada tuvo que combatir las dudas sobre su capacidad para ser presidente de los 70 millones de filipinos.
Sus detractores se burlan de él porque fue actor profesional, y apuntaron contra su inclinación a la bebida y las mujeres, hábitos que Estrada afirma que pertenecen al pasado.
El candidato también recibió críticas por sus amistades en el mundo delictivo y por encabezar un grupo anticriminal acusado de realizar ejecuciones extrajudiciales.
El último argumento esgrimido por sus opositores fue que Estrada podría convertirse en otro Abdalá Bucaram, el ex presidente de Ecuador que llegó a la presidencia con gran popularidad y fue expulsado por el Congreso acusado de corrupción.
Pero las críticas no parecen haber afectado la popularidad de Estrada. Una empleada administrativa dijo el lunes después de la votación que estaría loca si hubiera votado por políticos que sabía que eran corruptos.
"Al menos no se puede decir eso de Erap" (apodo de Estrada), sostuvo.
Empresarios y analistas dijeron durante la campaña electoral que temían que Estrada, que abandonó sus estudios universitarios, no tuviera la capacidad para dirigir la economía o incluso pudiera revertir la liberalización económica impuesta por el gobierno de Ramos.
El grupo de Estrada intentó disipar estas inquietudes al presentar a asesores y futuros integrantes del gabinete, entre ellos pensadores de libre mercado, bancarios y académicos.
En entrevistas anteriores a los comicios, Estrada aseguró a los empresarios que está "comprometido con el libre comercio y las instituciones del mercado". La diferencia de su política, asegura, radica en su dedicación "inquebrantable" a los pobres.
A medida que crecía la posibilidad de una victoria de Estrada en las últimas semanas, un mayor número de empresarios se mostraba dispuesto a reconsiderar sus impresiones del vicepresidente.
El economista Bernardo Villegas, de la Universidad de Asia y el Pacífico, de Manila, dijo este martes que no habría nada que temer de una economía bajo la conducción de Estrada.
"Cualquiera que resulte electo, los programas económicos orientados al mercado institucionalizados durante el gobierno de Ramos quedarán intactos", aseguró.
"Ninguno de los candidatos volverá a las prácticas mercantilistas, proteccionistas e intervencionistas que transformaron a Filipinas de la economía más industrializada de Asia, aparte de Japón, tras la segunda guerra mundial, en el hombre enfermo de la región en los años 80", añadió Villegas.
Entre los seguidores de Estrada se incluyen magnates como Eduardo Cojuangco, ex colaborador de Ferdinando Marcos, e intelectuales de izquierda que lucharon contra el ex dictador.
Los comicios ya perjudicaron a la Iglesia Católica y a la ex presidenta Corazón Aquino, quien fue protagonista de la revolución del "poder del pueblo" de 1986 que expulsó a Marcos y posibilitó la salida democrática.
Un día antes de los comicios, los obispos filipinos recordaron a los electores, en términos poco sutiles, que no debían votar por Estrada, algo que no tuvo mucho efecto.
"Vota por personas que sean moral, intelectual y físicamente capaces de inspirar a la nación entera hacia un futuro de esperanza", exhortaron en una carta pastoral leída en todos los templos católicos.
La influencia de Aquino, que respaldó a Ramos y lo ayudó a llegar a la presidencia en 1992, tampoco favoreció a su candidato presidencial, el ex alcalde de Manila Alfredo Lim.
El propio Ramos está curando sus heridas políticas ya que el electorado no parece haber favorecido a su candidato, De Venecia, perjudicado por su reputación de político afecto a otorgar y recibir favores. (FIN/IPS/tra-en/js/ral/aq-mj/ip/98