ESTADOS UNIDOS: La potencia mundial pierde hegemonía

El poderío de Estados Unidos esta bajo cuestión de países grandes y pequeños, e incluso algunos de los aliados más cercanos de Washington, que desafían la hegemonía del vencedor de la guerra fría.

Semanas después de que gran parte del mundo protestara por el unilateralismo de Estados Unidos durante el último enfrentamiento con el presidente iraquí Saddam Hussein, regiones consideradas estratégicamente importantes parecen escaparse de control en formas que incomodan mucho a Washington.

La situación supone un reto especial para el presidente estadounidense Bill Clinton, presente en la cumbre del Grupo de los Siete países más industrializados del mundo más Rusia (G-8), que termina este domingo en Birmingham, Gran Bretaña.

La posición de Clinton se fortalecerá si logra la unidad entre los países del G-8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia). La falta de unión, por otra parte, socavará aun más la credibilidad de Washington, que sufre grandes presiones.

Tan solo en la semana pasada, el primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, desafió el ultimátum de Estados Unidos para que aprobara en Washington, junto con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, el demorado retiro israelí de Cisjordania.

En su lugar, Netanyahu fue a Washington, declaró que el proceso de paz de Oslo "fracasó miserablemente" y reiteró sus reclamos de un "tapón territorial" para proteger a Israel del "terrorismo".

Este jueves, soldados israelíes mataron al menos a ocho palestinos que se manifestaban junto a miles de personas en Gaza y Cisjordania, lo que dejó a la secretaria de Estado Madeleine Albright, mensajera del ultimátum estadounidense, la única opción de suplicar a Netanyahu para que aceptara el acuerdo.

El portavoz de Albright, James Rubin, comentó que la violencia "refleja el deterioro de las relaciones entre israelíes y palestinos".

Pero Netanyahu sólo fue el aperitivo de la semana. El plato principal fue la detonación de India el lunes de tres bombas nucleares, inadvertida por los servicios de inteligencia de Estados Unidos que cuentan con un presupuesto de 30.000 millones de dólares por año.

Clinton cortejó con avidez el importante "mercado emergente" indio casi desde que asumió la presidencia en 1993.

Enfurecido, el presidente estadounidense anunció que impondría severas sanciones al gigante de Asia meridional, una amenaza que fue respondida por Nueva Delhi el martes de mañana con dos pruebas nucleares más.

Ante este desafío monumental, Clinton envió rápidamente a Pakistán a dos altos funcionarios, entre ellos el comandante de las fuerzas de Estados Unidos en Medio Oriente y Asia meridional, para advertir al primer ministro Nawaz Sharif que no debía responder con pruebas de la capacidad nuclear paquistaní.

Pero la mayoría de los analistas se resignan a que Islamabad realice una prueba nuclear. "Somos conscientes de la fuerte presión política existente en Pakistán para que haga precisamente eso, y tenemos razones para creer que es una posibilidad real", declaró Rubin el jueves.

Otros altos funcionarios advirtieron que las explosiones de India transformaron el juego político entre las potencias casi de la noche a la mañana y que una reacción paquistaní similar sólo aproximará a la región de Asia meridional a un enfrentamiento nuclear.

Las mismas fuentes añadieron que la situación amenaza las gestiones que Estados Unidos lleva a cabo contra la proliferación nuclear en el resto del mundo.

Mientras, multitudinarias manifestaciones en Indonesia, luego de que la policía matara el martes a seis estudiantes universitarios que protestaban por la crisis económica, provocaron cientos de muertos y generaron nuevas interrogantes sobre los intereses y la influencia de Washington en la vital región del sudeste asiático.

El ex secretario de Estado Warren Christopher pidió hace casi dos años al presidente indonesio Alí Suharto que preparara la transición política de su país, pero la solicitud quedó relegada el año pasado, cuando la crisis económica golpeó a Indonesia y Washington decidió que era preferible recuperar la economía.

Pero los problemas económicos se agravaron, a pesar de las reformas promovidas por Washington y el Fondo Monetario Internacional (FMI). La matanza de los estudiantes derivó esta semana la situación a una crisis política sin precedentes, en la que Washington descubre que tiene poco o ningún peso.

Esta semana, Albright solicitó que la "reforma política se genere con el diálogo entre el gobierno indonesio y sus ciudadanos".

Washington también pidió a las fuerzas de seguridad de Indonesia que moderen su reacción ante los manifestantes, una advertencia que parece vacía frente al caos existente en Yakarta, donde las multitudes quemaron y saquearon centros comerciales y viviendas el jueves, con un saldo demás de 200 víctimas este viernes.

Estas situaciones críticas ocuparon los titulares de la prensa, pero otras, algunas longevas, también hicieron sentir su presencia durante la semana.

La tensión se incrementó en Kosovo, la provincia rebelde de Serbia, y el régimen militar de Nigeria, que se resiste desde hace cinco años a los pedidos de democratización de Estados Unidos, encarceló a un destacado activista por los derechos humanos tras su retorno de Washington.

Mientras, Corea del Norte, que se quejaba porque Estados Unidos no había cumplido con su promesa de suministrarle petróleo, reanudó la construcción de un reactor nuclear, detenida desde 1994.

No fue una buena semana para Estados Unidos y no es probable que el fin de semana sea distinto.

Los líderes del G-8 se unirán con toda probabilidad a Clinton para condenar verbalmente a India, advertir a Pakistán y apelar a la paz en Medio Oriente e Indonesia.

Pero los demás integrantes del grupo también tienen razones para criticar a Estados Unidos, comenzando con la negativa del Congreso de pagar las deudas de Washington a la Organización de las Naciones Unidas y el FMI.

Los aliados discrepan con Washington sobre asuntos de comercio e inversión en Cuba, Irán y Libia, y están perdiendo la paciencia con la reticencia estadounidense de exigirle soluciones a Netanyahu.

Francia y Rusia descartaron posibles sanciones contra India. Japón también demuestra cautela en su castigo a Nueva Delhi y crece la irritación de Tokio por la presión de Washington para que se reforme el sistema financiero japonés. Los tiempos son difíciles para Estados Unidos. (FIN/IPS/tra-en/jl/aa/aq-lp/ip/98

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