El crecimiento que muestra la economía de El Salvador no llega a la mayoría de la población porque los beneficios quedan en pocas manos, según un dirigente de derechos humanos, o es insuficiente para reducir la pobreza, según una organización privada de estudios económicos.
"Es urgente que el gobierno ponga atención a la situación de los trabajadores, porque la situación es grave", aseguró Miguel Montenegro, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador.
Montenegro aseguró que la huelga de médicos que afecta al país hace 15 días y que tiende a agravarse es un reflejo de lo que está sucediendo en todos los estratos sociales.
En los últimos meses, la población ha tenido que enfrentar aumentos en la energía eléctrica y en el agua de más de cien por ciento, así como en la canasta básica, y solo ha recibido un aumento salarial que no compensa el encarecimiento de la vida, indicó el activista.
Tras un aumento de salarios de nueve por ciento anunciado el 1 de mayo, el salario mínimo quedó establecido en 1.260 colones mensuales (cerca de 144 dólares). El costo de la canasta básica supera ampliamente el salario.
Comprar la canasta básica para una familia de 4,3 miembros requería en 1996 1.265 colones, según cifras de la Dirección General de Estadística y Censos citadas por el diario La Prensa Libre.
Paralelamente, la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) advirtió que el crecimiento económico de cuatro por ciento como el que se prevé para 1998 no es suficiente para disminuir los serios problemas de pobreza que golpean a cerca de 60 por ciento de la población.
FUSADES es una organización privada, sin fines de lucro, dedicada a la promoción de la inversión interna y externa en El Salvador.
Montenegro considera que los beneficios que muestran las cifras macroeconómicas se quedan en unos pocos sectores privilegiados, como el financiero o el de la construcción.
El Banco Central de Reserva considera muy positivo un aumento de la producción como el previsto, pero FUSADES indica que es el crecimiento es muy menor del que mostró el país entre 1992 y 1995, de siete por ciento en promedio.
La economía salvadoreña entró en 1996 en un período de desaceleración que se refleja en las estadísticas. Estas tasas de crecimiento inferiores a cuatro por ciento en los últimos tres años "no han permitido una recuperación del empleo", dijo a IPS el economista Mauricio Funes, de Fusades.
El desempleo de El Salvador oscila entre siete y ocho por ciento, según cifras oficiales.
Funes indicó que la capacidad de compra de la población se ha debilitado debido a la inflación, a la falta de recuperación de salarios reales y a una caída relativa en las remesas de familiares residentes en Estados Unidos.
En 1993, las remesas representaban el 13 por ciento del producto interno bruto (PIB), pero ahora con dificultad alcanzan 10 por ciento. "La economía está en fase de desaceleración, y esa caída de las remesas lo refuerza", dijo el economista.
La economía salvadoreña se favoreció en la década del 90 por remesas familiares calculadas en 1.000 millones de dólares anuales, que envían los integrantes de las familias que durante la guerra emigraron a Estados Unidos.
Funes señaló varios problemas que hacen vulnerable a la economía salvadoreña y que, si bien se perciben en indicadores macroeconómicos, redundan finalmente en el bienestar o mala situación de los habitantes.
Por un lado, el crecimiento está basado en el consumo, favorecido por las remesas. Por otro, el país no ha podido desarrollar una base exportable sólida, estable y diversificada. Estos dos elementos se acompañan con una inversión externa casi nula.
El crecimiento, previsto para cuatro por ciento, se basa en el consumo porque la inversión interna ha caído de 19 y 21 por ciento a sólo 17 por ciento del PIB.
En cuanto a las exportaciones, dependen fundamentalmente de la maquila, que produce ventas por 1.000 millones de dólares anuales pero generando un valor agregado de solo 300 millones de dólares.
Sin tomar en cuenta la maquila, las exportaciones salvadoreñas ascendieron a 1.359 millones de dólares en 1997.
En cuanto a la inversión externa, Funes explicó que escasamente llega a 20 millones de dólares anuales, excepto en 1998 en que se disparará debido a la venta de las distribuidoras de electricidad, que se concretó por 586 millones de dólares.
Para este año se prevé la privatización de la empresa de telefonía y telecomunicaciones que, según los cálculos oficiales, generará otro tanto. (FIN/IPS/lv-mso/mj/if/98