El presidente Bill Clinton comprometió a Estados Unidos a firmar en el 2006 el tratado mundial para la prohibición de minas terrestres, pero puso como condición el desarrollo de armas alternativas.
Sandy Berger, asesor de seguridad nacional de Clinton, confirmó en una carta a Patrick Leahy, el principal opositor de las minas terrestres en el Congreso de Estados Unidos, que Washington tiene previsto firmar la Convención de Ottawa en el 2006.
Pero Berger aclaró que ese pasó se dará "si para entonces tenemos éxito en el desarrollo de alternativas viables para reemplazar nuestras minas terrestres y sistemas antitanques".
La Convención de Ottawa fue suscrita en diciembre en la capital canadiense. Más de 100 países la firmaron, aceptando detener la producción, exportación y uso de las minas terrestres, que cada año causan 24.000 casos de mutilación y muerte entre civiles.
Los opositores a las minas terrestres recibieron con optimismo la noticia del compromiso de Clinton, después de que Berger revelara a fines de la semana última el contenido de la carta a Leahy.
"Este es un paso muy importante", señaló Robert Muller, presidente de la Fundación de Veteranos de Vietnam y fundador de la Campaña Internacional para la Prohibición de Minas Terrestres (ICBL). La Campaña encabezada por Muller obtuvo el Premio Nobel de la Paz el año pasado.
El congresista Leahy también recibió la noticia con optimismo. "No tengo dudas de que firmaremos. Ahora se trata de lograr que esto suceda antes del 2006".
Estados Unidos se negó a firmar la Convención de Ottawa pese a la inmensa presión de organizaciones no gubernamentales y de países aliados.
Desde 1994, Clinton mantiene una política errática con respecto a las minas terrestres. En ese año comprometió la participación de Estados Unidos en la "eventual eliminación" de estos dispositivos, aunque exigió excluir de la prohibición las minas "inteligentes" con capacidad de autodestrucción.
En 1996, se declaró a favor de una negociación en el marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para decretar la eliminación de las minas "lo antes posible", con la única condición de que fueran exceptuadas las utilizadas en Corea y las "inteligentes".
Al mismo tiempo, aseguró que Estados Unidos destruiría su arsenal de minas "tontas" para 1999, y que acataría una moratoria para la exportación de esas armas.
Pero los opositores al uso de las minas terrestres consideraron que la negociación en la ONU sería demasiado lenta y se inclinaron por un acuerdo internacional que permitiera prohibir las minas desde fines de 1997. El promotor de la iniciativa fue el ministro de Relaciones Exteriores de Canadá, Lloyd Axworthy.
En un comienzo, Estados Unidos no participó de las negociaciones, pero ante la presión de grupos como el ICBL y de miembros del Congreso envió una delegación a la última ronda, realizada en octubre en Oslo.
Washington insistió en Oslo en que estaba dispuesto a firmar un tratado siempre y cuando quedara excluida la península de Corea, donde mantiene cerca de 40.000 soldados, y que se exceptuara de la prohibición a ciertos tipos de minas "inteligentes".
Otros países rechazaron su propuesta. El canciller canadiense Axworthy dijo que cualquier tipo de excepción a la eliminación total de las minas debilitaría el tratado, creando un precedente que sería aprovechado por otras naciones cuando se sintieran amenazadas.
Clinton combinó el rechazo al tratado con algunos gestos de buena voluntad. Por ejemplo, aumentó 25 por ciento la ayuda estadounidense para destruir las minas en naciones devastadas por guerras, como Angola, Bosnia-Herzegovina, Camboya y Mozambique.
Washington tiene previsto aportar este año 68 millones de dólares a programas de destrucción de minas. Según Clinton, esa cantidad equivale a los recursos comprometidos "por todo el resto del mundo".
También había adelantado que si el Pentágono lograba desarrollar alternativas, en el 2003 se podrían dejar de usar las minas "incluso aquellas que se autodestruyen", excepto en Corea, donde el límite se extendería hasta el 2006. Esos compromisos fueron ratificados en la carta de Berger.
Pero si bien se considera que es un compromiso importante por parte de Estados Unidos, el lenguaje condicionado de la carta de Berger a Leahy preocupa a algunos partidarios de la eliminación de las minas. Por otra parte, Clinton terminará su mandato en enero del 2001.
Además, se considera que la carta fue motivada ante la preocupación del Departamento de Defensa ante una ley auspiciada por Leahy, y que debería entrar en vigencia en febrero, en la cual se establece una moratoria de un año en el uso de minas terrestres por parte de los militares estadounidenses.
El secretario de Defensa, William Cohen, envió una carta al comité de servicios armados del Senado en la cual advierte que la moratoria impedirá a las tropas "contar con un medio de defensa" si resultan atacadas. Solicitó explícitamente que se concediera al presidente la autoridad para desactivar esa moratoria.
En negociaciones realizadas este mes, Leahy aceptó conceder esa atribución al presidente a cambio del compromiso de firmar la Convención de Ottawa.
"Acepté porque no se trata de dejar de usar minas por un año, sino de comprometernos con el tratado", comentó Leahy.
"El compromiso de firmar el tratado convierte a Estados Unidos en parte de la solución a la crisis de las minas terrestres, y evita que siga siendo parte del problema", destacó el encargado del proyecto sobre desarme en la organización Human Rights Watch, Stephen Goose.
Goose consideró que Estados Unidos podría desempeñar un papel importante para convencer a otras naciones que aún no suscribieron la Convención de Ottawa, como Rusia, China, Finlandia, Turquía, Israel y Egipto.
Pero Goose y otros partidarios de la prohibición de minas manifestaron decepción ante el cronograma anunciado por Clinton, pues consideran que ya existen alternativas de defensa capaces de reemplazar a las minas.
El uso de aviones, satélites, sensores y helicópteros con armas de última generación, y la presencia de una infantería altamente desarrollada debería ser suficiente para suplir las minas.
"Estados Unidos podría firmar la Convención de Ottawa de inmediato, sin amenazar la seguridad de sus soldados", afirmó el director de la organización Desmilitarización para la Democracia, Scott Nathanson. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/lc-ff/ip/98