La salida de la crisis que vive la economía cubana desde 1990 volverá a alejarse este año con una nueva caída de la producción azucarera, incluso más allá de los pronósticos oficiales.
Expertos estiman que la zafra, diseñada desde un inicio como una campaña corta y menor a la del año anterior, podría arrojar un saldo negativo sin precedentes al no superar las tres millones de toneladas de azúcar.
El resultado quedaría por debajo de las predicciones oficiales iniciales, de unas 3,8 millones de toneladas de azúcar, y ubicaría la producción de este año como la más baja del gobierno de Fidel Castro desde la zafra 1994-1995, con 3,3 millones de toneladas.
Sin embargo, este año la producción caerá aun más al tiempo que la industria no cumplió su compromiso de cerrar las fábricas en abril para poder garantizar un despegue sostenido a partir del próximo año.
Este mes continúan en operaciones unas 60 industrias azucareras, de alrededor de 140 que funcionaron este año, y se espera que un buen número de ellas siga moliendo hasta junio.
El descenso en la producción parece responder a una confabulación entre lluvias torrenciales en los tres meses más importantes para la cosecha, problemas tecnológicos, bajos rendimientos de las plantaciones y problemas organizativos.
Especialistas indican que de concluir como se espera la zafra que concluye no aportará al país ni la cantidad de divisas necesarias para pagar las deudas contraídas por préstamos foráneos para su realización.
Cuba debe honrar los compromisos financieros y también exportaciones clave como las destinadas a Rusia, vital para el trueque por petróleo, y con China, uno de sus más importantes socios comerciales.
"En todos los sectores hay un comportamiento favorable, excepto en la industria azucarera", dijo el vicepresidente cubano Carlos Lage en declaraciones publicadas este domingo por el semanario Juventud Rebelde, órgano de la Unión de Jóvenes Comunistas.
El funcionario aseguró que la caída de la producción de azúcar tiene "un efecto negativo en el conjunto de la economía y en el crecimiento global del país" y, al mismo tiempo, evaluó como muy positiva la recuperación de las demás ramas.
"Los mayores crecimientos están en las producciones de tabaco, níquel, acero y otras que apoyan los sectores que operan en moneda libremente convertible", aseguró Lage, uno de los principales estrategas de la reforma económica en este país.
Fuentes del Ministerio de Turismo informaron que hasta el día 10 viajaron a la isla más de 523.000 visitantes, 34 por ciento más que en similar período del año anterior.
Lage aseguró que el consumo de combustible disminuyó este año como resultado de "una menor disponibilidad y una mayor eficiencia en algunas ramas".
Expertos estiman que durante el primer trimestre de este año la economía cubana puede haber crecido solo 0,4 por ciento, índice que, combinado con los malos augurios que trae la zafra, significaría un freno para la reanimación.
El producto interno bruto cubano cayó 34,8 por ciento entre 1990 y 1993. El proceso de recuperación comenzó en 1994 con un crecimiento de 0,7 por ciento, 2,5 por ciento en 1995, 7,8 por ciento en 1996 y 2,5 por ciento en 1997.
Funcionarios del sector y especialistas coinciden en que la caída de la zafra de 4,44 millones de toneladas en 1996 a unas 4,2 millones en 1997 contribuyó en buena medida al descenso del PIB.
A pesar del proceso de desarrollo industrial que vivió la isla en las últimas décadas, parte importante de la economía cubana está estructurada en total dependencia de la agroindustria azucarera.
Cuba era en 1989 uno de los 10 primeros exportadores y productores de azúcar del mundo, con una producción de unos siete millones de toneladas anuales y ventas que constituyen 75 por ciento de sus exportaciones.
El azúcar representa hoy alrededor de 50 por ciento de las exportaciones de la isla y fue desplazado por el turismo como principal fuente de ingreso de divisas, según las autoridades. (FIN/IPS/da/mj/if/98