José María Figueres llegó en 1994 a la presidencia de Costa Rica bailando "boogie" en las plazas públicas. Este viernes entrega el poder asegurando que deja un país mejor que el que recibió.
Con una gestión impopular por la recesión económica que afectó al país centroamericano entre 1994 y 1996, Figueres empezó a salir a flote el año pasado, cuando logró el establecimiento de Intel, el gigante de los procesadores.
La llegada de Intel, con la promesa de invertir 500 millones de dólares en tres años, constituyó el principal pilar de lo que hoy se llama la "revolución económica" de Costa Rica.
La instalación de la empresa, productora de los procesadores Pentium significará para el país una inversión directa estimada en 700 millones de dólares para los próximos años, porque unas 20 empresas satélites construirán sus plantas para venderle servicios y materia prima.
Este año, la empresa exportará de Costa Rica 700 millones de dólares y 3.000 millones de dólares a partir del año 2000.
Pero estas empresas se instalan en zonas francas donde pagan un valor mucho más bajo por servicios, por lo que el beneficio de su llegada no se verá en impuestos sino en la transformación de la sociedad costarricense a través de la educación, arguyen las autoridades.
El ministro de Comercio Exterior, José Manuel Salazar, considera que esta revolución tecnológica tendrá gran impacto en los salarios, la generación de empleo, la capacitación de la población y un sustancial aumento en la producción.
Figueres asegura que este cambio hacia un perfil tecnológico no fue una casualidad, sino un plan trazado desde su campaña electoral, que no pudo concretar desde el principio por los problemas macroeconómicos que enfrentaba el país.
El aumento en el gasto público en los últimos meses del gobierno de Rafael Angel Calderón (1990-94) y el cierre del Banco Anglo, debido a sus grandes pérdidas por inversiones fantasma en bonos de deuda venezolana, elevaron el déficit fiscal de Costa Rica a ocho por ciento del producto interno bruto (PIB).
Con ese déficit durante 1995, el gobierno optó por un plan recesivo para evitar que se disparara la inflación, que ese año llegó a 22,56 por ciento.
Pero tras el estancamiento de 1995 y 1996, el año pasado se registró un crecimiento moderado de tres por ciento, y para 1998 se espera que sea de 3,5 a cuatro por ciento.
Pero algunos analistas atribuyen al gobierno de Figueres logros también en otros campos. Uno de los mayores es el haber roto el "festín electoral" acostumbran los gobiernos en el último año de gestión para favorecer al candidato de su partido en los comicios.
El gobierno mantuvo una política de austeridad fiscal durante la campaña electoral, lo que le permite entregar la "casa en orden" a Miguel Angel Rodríguez, del opositor Partido Unidad Social Cristiana.
El propio presidente electo ha elogiado la situación en que se producirá el traspaso y adelantó que la situación no amerita un paquete tributario como el que han aplicado gobiernos anteriores.
En el campo de la educación, el gobierno saliente impulsó una reforma constitucional que eleva al seis por ciento la inversión, aumentó el curso lectivo a 200 días y logró llevar un segundo idioma al 40 por ciento de las escuelas primarias y a la totalidad de las secundarias.
En salud, se instalaron en los hospitales sistemas de comunicación y redes de datos que permiten efectuar consultas médicas (telemedicina), tanto dentro del país como con centros médicos del exterior.
Por el contrario, el gobierno no pudo resolver el grave problema de la infraestructura vial, ya que más del 50 por ciento de los 7.000 kilómetros de carreteras se encuentran en mal estado, ni la creciente delincuencia que sufre el país.
No obstante, la promesa del nuevo gobierno de que no aplicará un nuevo plan de ajuste, le ha dejado un importante rédito al presidente saliente.
Figueres sufrió durante casi todo su gobierno una fuerte impopularidad. Pero la última encuesta, encargada por el diario La Nación, establece que 32 por ciento de la población considera que su gestión fue buena o muy buena.
Con esa base, Figueres podría ahora aspirar a liderar su partido, el socialdemócrata Liberación Nacional, sumido en una grave crisis ideológica. (FIN/IPS/mso/ag/ip/98