CONGO: La administración pública devastada por la guerra

Las oficinas del gobierno de Congo parecen haber sido arrasadas por un huracán, pero la verdad es que sus carencias fueron causadas por un desastre muy diferente: los saqueos de la guerra.

Los ejércitos privados que combatieron la guerra entre junio y octubre del año pasado invadieron las oficinas públicas y destrozaron sus muebles, robaron las computadoras y sembraron el caos en los archivos.

Ahora que retornó la paz, los empleados públicos se sientan en los cajones sacados de algunos escritorios salvados de la destrucción y atienden en oficinas polvorientas que se llenan de charcos cuando llueve. Los archivos sobrevivientes al saqueo están apilados en estanterías.

Cuando llega la hora de cerrar, los empleados se llevan todos los equipos que usan pues las oficinas no tienen cerraduras. La escasez de equipamiento es crónica, y logró hacer que la burocracia opere en forma aún más lenta que antes de la guerra.

El conflicto armado del Congo enfrentó al entonces presidente Pascal Lissouba contra el ex mandatario Sassou Nguesso, quien retornó al poder cuando concluyeron los combates.

Pero no todo es escasez en el gobierno de posguerra, pues hay una gran abundancia de empleados del Estado. Se estima que unas 70.000 personas trabajan en el sector público del Congo, país de 2,5 millones de habitantes.

La mayoría de los empleados públicos que habían huido de la guerra retornaron a sus puestos a pedido del nuevo presidente Nguesso. La invitación no fue aceptada por algunos partidarios de Lissouba, quienes prefirieron refugiarse en sus pueblos natales o en el extranjero.

El gobierno anunció que realizará un censo para tratar de precisar cuántos empleados públicos tiene Congo. Como parte de los preparativos para esta operación, algunos empleados exploran los restos de los archivos en busca de documentación necesaria para el Ministerio del Trabajo.

El problema es que muchos de los archivos de la administración pública se perdieron para siempre. Fueron robados durante la guerra y las tropas los vendían a comerciantes como papel para envolver mercadería.

Pero los sectores más golpeados por el conflicto fueron los de educación y salud.

Numerosas escuelas resultaron destruidas y en muchos casos sus patios fueron usados como cementerios. Estos establecimientos debieron cerrar durante este año escolar y los alumnos resultaron transferidos a otros colegios donde ahora hay problemas de sobrepoblación estudiantil.

Los escritorios para los profesores son escasos y sucede lo mismo con los pupitres, una situación que obliga a los estudiantes a traer pequeñas banquetas desde sus casas. Los muebles fueron utilizados como combustible durante la guerra.

Las escuelas de Brazzaville también se tornaron inseguras. Muchos estudiantes formaron parte de los ejércitos que pelearon la guerra y conservaron sus armas, con las cuales suelen intimidar a los profesores, incluso para que hagan la vista gorda cuando se copian en los exámenes.

En el caso de los hospitales, también hay una grave escasez de equipos. En el Hospital Universitario de Brazzaville, la institución médica más grande del país, desapareció la camilla donde se realizaban los partos, y los escaners de ultrasonido ya no existen.

Este tipo de equipo fue robado durante el conflicto y luego vendido a clínicas privadas, algunas de ellas propiedad de doctores que también trabajan en los hospitales públicos.

El estado en que se encuentra la administración pública acentuó un fenómeno que ya existía antes de la guerra: muchos empleados del Estado no cumplen con todo su horario de trabajo para poder atender otras actividades de negocios, generalmente en el sector informal.

Según estimaciones extraoficiales, siete de cada 10 empleados públicos del Congo tienen otro trabajo, ya sea en el sector informal o en el área de servicios si se trata de personas que lograron acumular algún capital.

Durante los últimos cinco años, los salarios del sector público cayeron 27,5 por ciento.

"No es ningún crimen buscar un ingreso para completar tu salario", opinó una autoridad del Ministerio de Finanzas, M. Kaya, quien es copropietario de una escuela privada. "Sólo tienes que preocuparte de balancear las dos actividades para que ninguna salga perjudicada". (FIN/IPS/tra-en/sl/kb/lc-ml/ip/98

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