Como transportados al pasado para recuperar el espíritu de otras épocas, los más importantes grupos de América Latina y Europa se dieron cita en varias ciudades de Bolivia en el II Festival de Música Barroca y Renacentista Americana.
El Festival se realizó durante tres semanas en templos católicos de la ciudad de Santa Cruz y de poblaciones del este de Bolivia, región donde se cultivó abundantemente la música barroca, a la que se conoce como "chiquitana", por la zona de Chiquitos en la que se desarrolló.
Por segunda vez, aquella región se ha inundado de música producida en los países americanos durante la época colonial.
Se trata de un homenaje a la música escrita hace casi cuatro siglos por sacerdotes jesuitas e interpretada por los nativos americanos, que se ha transmitido de generación en generación y se desarrolla de una manera particular en cada país donde se la interpretó en épocas antiguas.
Durante las tres semanas de conciertos en templos del este de Bolivia, la emoción que arranca cada una de las interpretaciones de los grupos sudamericanos y de México, Francia y España es la nota característica en la opinión de los músicos y públicos que comparten las melodías.
"Es conmovedor cantar en un templo como el de San Javier, resguardado con cariño. Cuando entras a esa iglesia se nota el amor. Cantar allí fue una oportunidad de entender por primera vez toda esta música", dice Agustina Shedden, soprano del grupo argentino Elocuencia Barroca.
Su compañero de grupo, Igor Herzog, que toca el laúd barroco y el archilaúd, dice que le gusta hacer esa música en uno de los lugares donde se hacían las composiciones.
"Vi que hay jóvenes músicos, no sólo cantantes, sino artistas bolivianos que se dedican a esto. Estoy muy impresionado porque se están descubriendo nuevas cosas de este repertorio. La investigación genera que siempre salga a la luz algún archivo nuevo", dice Herzog.
Las uruguayas Marcela Radaelli, soprano, y Cristina García, intérprete de órgano y clave, que asistieron al primer festival de 1996, este año retornaron a la segunda versión como solistas, porque en Bolivia encontraron mucho material sobre la música que ellas interpretan.
"El venir a las Misiones de Chiquitos es algo que de por sí tiene su magia", asegura García.
La música que durante parte de abril y mayo interpretaron los 33 grupos internacionales reunidos en Santa Cruz y poblaciones cercanas ha sido registrada en sistema digital para ser reproducida y comercializada en discos compactos.
"Llama la atención la forma entusiasta en que la gente asistió a los conciertos. Era maravilloso estar en las iglesias y sentir y observar el respeto de las personas que estuvieron presentes", dice Alcides Parejas, organizador del Segundo Festival.
Fueron, en definitiva, tres semanas de magia y música que para apartarse del ruido y el ritmo de la ciudad, se escondió en las iglesias, como en los tiempos de las misiones jesuíticas en América. (FIN/IPS/jcr/ag/cr/98