Chile corre el riesgo de retroceder en su inserción en el comercio internacional si no desarrolla políticas y normas ambientales aptas para los países industrializados, según la advertencia de una experta.
Karin Gauer, investigadora asociada del Centro de Investigación y Planificación del Medio Ambiente (Cipma), exhortó a diseñar la política ambiental en el contexto del escenario competitivo en que Chile debe actuar.
Gauer dijo que el tema no debe ser satanizado, en implícita referencia a políticos y empresarios que acusan a los ecologistas de practicar un "terrorismo verde" cada vez que los conflictos de comercio involucran aspectos ambientales.
"Las voces de los pioneros en la defensa del ambiente deben ser escuchadas, porque son las mismas que en los países desarrollados se expresaron con años de anticipación a las nuestras", dijo la experta.
Esas primeras campañas "se reflejan hoy en la conciencia madura de sociedades que tienden al mejoramiento ambiental como un elemento central de su calidad de vida y de sus expectativas de desarrollo", añadió.
En el análisis de la investigadora del Cipma, el problema no se reduce a la ecología, sino que se relaciona sobre todo con la capacidad de inserción del país en un mundo en que están globalizadas las comunicaciones y las finanzas.
En esta "aldea global", dice Gauer, el comercio internacional está cada vez más organizado, con tecnologías, capitales y mano de obra de gran movilidad, y su impacto ambiental exceden los espacios locales y de los países.
Las regulaciones ambientales surgen con fuerza, no sólo con propósito de protección ecológica, sino también para el resguardo de las economías nacionales y regionales, con barreras a las cuales ya se enfrentan numerosas empresas chilenas.
El problema es vital para este país, con una economía de mercado cuya inserción internacional se asienta en la exportación de recursos naturales y productos derivados de ellos, que genera alrededor de 38 por ciento del producto interno bruto.
La experta señala que, en estas circunstancias, Chile tiene una incipiente política ambiental "que no es parte efectiva de una estrategia de desarrollo a largo plazo ni parte central de las discusiones sobre política económica".
Por lo mismo, esta política "no tiene capacidad para adelantar ni prever las situaciones ambientales y contiene muy pocos mecanismos efectivos de consenso entre gobiernos, empresarios y ciudadanos", remarca Gauer.
En el escenario empresarial chileno existen sólo algunos "enclaves de modernización ambiental" que están en condiciones de cumplir en un futuro próximo con sistemas de gestión internacionales, como el denominado ISO 14.001.
Pero la mayoría de las empresas no efectúan aún cambios técnicos y de organización para incorporar las condiciones ambientales del comercio internacional.
Las investigaciones a nivel mundial muestran que el gran motor de las transformaciones ambientales en las empresas son las normas nacionales, pero en el caso de Chile, los cambios son impulsados más bien por exigencias del mercado internacional.
Gauer apunta que mientras existe en el país una atractiva oferta de alta tecnología y servicios complejos para reciclaje y otros procesos de gestión ambiental, la política pública al respecto está atrasada y no desempeña un papel motivador.
En todo el mundo gana terreno la tendencia no sólo a imponer y perfeccionar normas y regulaciones ambientales, sino también a responder a ellas mediante la adopción de procesos productivos ecológicamente viables.
La experta del Cipma destacó que el mercado mundial de modernos servicios, tecnologías y equipos ambientales factura al año unos 250.000 millones de dólares y su tasa de crecimiento anual es del orden de ocho por ciento.
La política económica y comercial de Chile debe tener en cuenta la tendencia, sobre todo en la Unión Europea, de que los eco- sellos certifiquen no sólo la elaboración y consumo de un producto sino todo su "ciclo de vida".
La protección del suelo, la generación de residuos, la gestión de los recursos naturales, pasan a ser así aspectos ambientalmente tan importantes como la fabricación, el envasado y la distribución de un determinado producto, subrayó Gauer. (FIN/IPS/ggr/ff/en/98