BRASIL: La civilización blanca destruye la mejor farmacia

La naturaleza es la mayor farmacia del mundo y puede curar enfermedades que desafían el conocimiento de los sabios blancos, pero la "civilización" la destruye y roba, advirtieron chamanes indígenas de Brasil.

Los "pajés", como se llaman los chamanes en Brasil, reunidos en Brasilia, a mediados de abril, aprobaron una "Carta de Principios de la Sabiduría Indígena", en que anunciaron "cerrar el corazón" ante 500 años de "robo y devastación", pero con un llamado al respeto y ayuda recíproca a los blancos.

"Conocemos el medicamento para muchas enfermedades, muchos dolores que sus sabios no pueden curar" y la solución para muchas plagas agrícolas, pero esos conocimientos están amenazados por "la codicia del hombre blanco" que está destruyendo la naturaleza, señalaron.

Además "los pajés, hombres viejos y sabios, están muriendo por enfermedades que no existían antes" en las tierras indígenas, llevadas por los blancos invasores.

Denunciaron también la piratería. "Muchas plantas, animales, insectos e incluso nuestra sangre" son llevados al exterior, tal como "la sabiduría que está en la cabeza de los pajés", y vendidos a quién paga los mejores precios.

Los chamanes se refieren a la sangre de dos grupos indígenas de la Amazonia, karitiana y surui, puesto a la venta en el exterior como material genético, y a medicamentos vegetales hace mucho usados por los macuxis, en el extremo norte de Brasil, que fueron patentados por una empresa en Canadá.

La Ley de Patentes justifica "el robo" del conocimiento indígena, acusaron. Además los blancos "hacen un montón de leyes", incluso algunas supuestamente para proteger a los indígenas, bosques, ríos y aire, "sin valor porque no se cumplen", añadieron.

La queja contra la "civilización que nos fue impuesta y fracasó" refleja la dificultad de entendimiento entre los dos mundos. "Nosotros indígenas resistimos, mantenemos nuestras tradiciones y nuestro respeto a la gran madre naturaleza, por eso somos llamados salvajes o perezosos", argumentan los shamanes.

Pero un acercamiento parece posible con la creciente valoración de la biodiversidad, también por parte de la "civilización". Ya se reconoce validez, al menos como punto de partida para investigaciones científicas, a los conocimientos indígenas sobre variados recursos naturales.

Es en la farmacia y en la Amazonia, especialmente, que la colaboración puede avanzar. Científicos reconocen, por ejemplo, que los bosques amazónicos constituyen una industria milenaria que desarrolló medicamentos, insecticidas, cosméticos y suplementos alimenticios inestimables.

Los productos ya conocidos, pocos en relación a las existencias, pueden representar "mil veces" los ingresos que proporciona la madera, según el químico británico Benjamin Gilbert, quien hace 40 años que se dedica a estudiar la flora brasileña, principalmente la amazónica.

Sin embargo, es con la madera que aún se busca desarrollar la economía local, destruyendo una biodiversidad de potencialidades mucho más amplias.

También la industria implantada en tres décadas a costa de muchos subsidios provocó el crecimiento de Manaos, la capital amazónica, hoy con 1,5 millones de habitantes, cinco veces más que en 1970, y con problemas similares a los de las grandes metrópolis, agravados por la falta de saneamiento.

Brasil, reconocido como el país de mayor biodiversidad, posee 56.000 especies vegetales, seguido de Colombia, con 51.000, según la organización ambiental Conservación Internacional. Pero lidera también la destrucción y poco aprovecha esa riqueza.

Es una "inmensa riqueza mal explorada", por falta de estudios sobre la fauna y la flora para desarrollo de medicamentos, lamenta Eloi Garcia, presidente de la Fundación Oswaldo Cruz, dedicada a investigaciones medicinales y producción de vacunas, con sede en Río de Janeiro.

Anderson Cavalcanti Guimaraes es uno de los pocos farmacéuticos de su generación que se dedica a ese campo. Graduado en Manaos en 1991, investigó para su tesis de maestría el aceite esencial de tres especies de Protium, un árbol de la familia de las burseráceas.

La resina producida por esos árboles combate, según el conocimiento popular que incluye el indígena, tanto tumores como inflamaciones, y se usa como cicatrizante, barniz y repelente de insectos.

Las pruebas con el aceite de las hojas comprobaron actividad antibacteriana efectiva y excelente fijación de perfumes, además de posibilidades antinflamatorias a ser mejor confirmadas, informó Guimaraes.

Sus perspectivas, incluso económicas, son "prometedoras", resumió.

Las burseráceas son abundantes en toda la Amazonia, representan 10 por ciento de todos los árboles de la región y de las 136 especies de su género Protium, sólo 17 fueron estudiadas hasta ahora, observó el investigador, quien lamenta la "falta de equipos y de incentivos" para la investigación en Manaos.

Para hacer análisis tuvo que trasladarse a Río de Janeiro y Campinas, a cien kilómetros de Sao Paulo. "Eso está mejorando" con la compra de equipos modernos por los centros de investigación amazónicos, pero "lentamente".

El gobierno trata de implantar en Manaos un Polo de Biotecnología y Bioindustria, apuntando a un desarrollo más acorde con la vocación amazónica y la sustentabilidad que las fábricas de televisores artificialmente atraídas por subsidios. (FIN/IPS/mo/ag/

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