Una avalancha de libros sobre el fútbol anticipa en Brasil el frenesí de la Copa Mundial de Francia, que comenzará el 10 de junio, poniendo sello literario a ese deporte, identificador de nacionalidades.
Por lo menos una veintena de obras llegó ahora al mercado brasileño, lanzadas en su mayoría en la Bienal Internacional del Libro, que se clausuró el domingo en Sao Paulo. El fútbol aparece como el protagonista de crónicas, cuentos, una novela policiaca, y ensayos históricos y sociológicos.
La odisea de futbolistas en los confines amazónicos para jugar un partido indica la seriedad con que el brasileño encara la actividad, en los reportajes de "Viaje al país del fútbol", escritos por Mario Magalhaes.
Una de las historias se refiere al equipo de Carauarí, que pasa sus dias navegando por los enormes ríos amazónicos y cruzando el noroeste de Brasil, para disputar la Copa de los Ríos. Carauarí es una pequeña ciudad en las orillas del río Juruá, no muy lejos de la frontera con Colombia.
En cierta ocasión, los jugadores del Caraurí tuvieron que viajar siete dias por el Juruá y el Solimoes, que más abajo se convierte en el río Amazonas, y casi no llegaron a un partido decisivo en Manaos, la capital provincial, porque su frágil embarcación naufragó, un accidente común en la región.
El fútbol conquistó también a los indígenas amazónicos, revela Magalhaes. Uno de sus reportajes narra el primer Torneo de Comunidades Indígenas, disputado el año pasado en Boa Vista, capital de Roraima, estado fronterizo con Venezuela. Participaron nada menos que 91 equipos, sin ningún jugador blanco.
Un libro singular, "Once en la cancha y un banco de primera" (banco indica los jugadores de reserva), corrige la poca frecuencia de la presencia del fútbol en la ficción, en comparación con la importancia que ese deporte tiene en la vida de los brasileños.
Organizado por Flavio Moreira da Costa, "Once en la cancha…" reúne cuentos de 16 conocidos autores brasileños de ficción, entre los cuales figuran Rubem Fonseca, maestro del cuento y la novela policiaca, y Joao Ubaldo Ribeiro.
El drama de un árbitro, de los entrenadores, de fubtolistas siempre bajo presión, como el arquero y el goleador, son tratados en cuentos a veces humorísticos, como el de una muchacha que escandaliza a una ciudad del interior al practicar un deporte considerado hasta hace poco exclusivamente masculino.
Un hecho real, la desaparición del trofeo Jules Rimet, que era de oro y Brasil conquistó definitivamente en 1970, al ganar por tercera vez el campeonato mundial, inspiró la novela policiaca "El robo de la copa", en que el autor, Anelio Barreto, imagina a un joven detective buscando a los ladrones.
Pero en este "boom" de libros futbolísticos prevalecen la epopeya de las Copas Mundiales, especialmente las que ganó el seleccionado brasileño en 1958, 1962, 1970 y 1994, y los periodistas especializados.
"Todas las Copas del Mundo" es una enciclopedia de 610 páginas con datos exhaustivos reunidos por Orlando Duarte, un veterano reportero que cubrió 12 Copas Mundiales de fúbol y siete Olimpiadas.
Otro viejo periodista deportivo, Oldemario Touguinh, presta su testimonio en "Las Copas que yo vi". En "Confesiones de un hincha", Nelson Motta, un cronista no deportivo, se ocupa de aspectos humanos, sexo, drogas, esperanzas y frustraciones que rodearon desde 1982 el torneo mundial.
Junto a crónicas que ofrecen un panorama histórico del deporte, como "El canto de mis amores", del lírico Armando Nogueira, hay libros técnicos, como "La competencia emocional, el camino de la victoria para equipos de fútbol", de la psicóloga Suzy Fleury, y "Fútbol cien por ciento profesional", de dos empresarios deportivos.
Esa invasión del fútbol en las librerías se corresponde con la importancia de un deporte que, según la Confederación Brasileña de Fútbol, es practicado en Brasil por 570.000 jugadores federados, de los cuales 12.000 son profesionales.
Ninguno de los 5.507 municipios brasileños carece de campo de juego, señaló Mauricio Murad, coordinador del Núcleo de Sociología del Fútbol de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, el único centro del país que investiga de modo sistemático aspectos de ese deporte.
La práctica masiva alimenta una industria que produce anualmente muchos millones de balones, de calzado y de uniformes de fútbol, con una facturación de cerca de 1.500 millones de dólares al año.
Al acercarse una nueva Copa Mundial, el país se hace más patriótico, discute y respira fútbol en todas las calles y hogares, y ahora incluso anuncia el torneo con una masiva edición de libros especializados. (FIN/IPS/mo/ff/cr/98