Los militares de Turquía, que desde hace 14 años libran una guerra al parecer interminable contra los guerrilleros del Partido Kurdo de los Trabajadores (PKK), afirman ahora que el fin del conflicto está al alcance de la mano.
Muchos creen que la victoria final turca se producirá, si se produce, gracias a la guía y el consejo de un hombre. Kurdo, para más datos.
Semdin Sakik, de 40 años, líder militar del PKK durante más de un decenio, dio a las fuerzas de seguridad información clave luego de ser tomado prisionero en una osada operación comando en febrero.
Armado con esa información, el ejército turco lanzó su mayor ofensiva hasta ahora, denominada Operación Murat. Cuarenta mil soldados respaldados por tanques y aviones atacaron la zona central del PKK el 24 de abril y todavía la están arrasando.
Hasta el lunes había 99 miembros del PKK muertos, nueve heridos y 14 capturados, según declaró el ejército a la Agencia de Noticias Anatolia.
Aunque el portavoz del ejército, el general Errol Ozkasnak, afirmó que la operación estaba programada hacía tiempo y no tuvo nada que ver con Sakik, la prensa está repleta de informes filtrados sobre sus supuestas confesiones.
De esa forma, las palabras de Sakik podrían permitir al ejército turco la tan ansiada victoria sobre el PKK. Lo que aterra a los críticos del ejército -que son muchos- es que Sakik no sólo haya acusado a sus hermanos kurdos.
La prensa informó que Sakik realizó una serie de confesiones que apuntan el dedo hacia decenas de críticos de los militares: parlamentarios opositores, líderes de grupos de derechos humanos y periodistas, todos ellos señalados como "agentes pagos" del PKK.
La lista incluiría a dos de los más famosos prisioneros de conciencia de Turquía, los parlamentarios pro-kurdos Leyla Zana y Hatip Dicle.
Aparentemente, todos los opositores del ejército fueron nombrados, entre ellos las conocidas "Madres de los Sábados", que todas las semanas salen por las calles del centro de Estambul para reclamar por sus hijos desaparecidos.
Algunas de las acusaciones son insensatas. Una supuesta confesión atribuye el asesinato en 1986 del primer ministro sueco Olaf Palme a un pistolero del PKK. Esta teoría es rechazada por la policía sueca y la principal testigo, la viuda de Palme.
Pero las inexactitudes no son el principal problema. La mayoría de los nombrados en la lista consideran las acusaciones, hayan sido o no realmente realizadas por Sakik, como una amenaza directa.
Asesinos anónimos ya mataron a decenas de periodistas, sindicalistas y parlamentarios opositores.
Poco después de conocerse que Sakik describió al prokurdo Partido de la Democracia del Pueblo como "la oficina de conscripción del PKK", miembros deese partido en Estambul y en la ciudad noroccidental de Bolu fueron atacados por miembros del neofascista Partido de Acción Nacionalista.
Como resultado, hubo dos muertos y dos personas gravemente heridas.
Mehmet Ali Birand y Cengiz Candar, dos prestigiosos analistas de política exterior del diario Sabah mencionados por Sakik, fueron forzados a tomarse licencia, y el analista de seguridad Mahir Kaynak, del semanario Aktuel, fue despedido "en cumplimiento de un pedido del ejército".
Los perseguidos en general reclaman un fin pacífico para el conflicto con los independentistas kurdos. El presidente de la Asociación de Derechos Humanos, Akin Birdal, teme que sea detenido en cualquier momento.
"Esto es una caza de brujas", afirmó Saruhan Oluc, vicepresidente del Partido Libertad y Solidaridad. "El líder de la Asociación de Derechos Humanos está en la mira justo cuando algunas comisiones parlamentarias denuncian la tortura en prisiones y estaciones de policía", agregó.
"Creo que todo forma parte de un plan preconcebido, diseñado para instigar la inquietud civil y así poner fin a la campaña por una solución política para la cuestión kurda", opinó Oluc.
Mientras, el ataque continúa. El jefe del estado mayor del ejército, general Ismail Hakki Haradaki, aseguró la semana pasada que había aplastado 95 por ciento de la presencia armada del PKK en territorio turco.
El ejército estima que 2.300 guerrilleros del PKK operaban en Turquía, y otros 2.400 en el norte de Iraq, antes de que comenzara la Operación Murat.
Sin embargo, Umit Firat, un analista kurdo independiente de Estambul, señaló que "las afirmaciones del ejército sobre que el PKK está acabado son muy exageradas".
"El ejército asestó duros golpes al PKK, pero todavía está allí, y ninguna de las demandas kurdas fueron satisfechas. Aún queda un largo camino antes del fin, si es que ese fin es posible", opinó Firat.
Además, concluyó que "la actual operación del ejército es más propaganda que combate real. Es una especie de guerra psicológica". (FIN/IPS/tra-en/nm/rj/ml/ip hd/98