El matrimonio concede a miles de mujeres de Bangladesh el estatuto que la sociedad les niega, razón por la que Allauddin, de 24 años, se pudo casar 17 veces, sin separarse de sus esposas.
"El matrimonio es mi pasatiempo", se jactó el conductor de Sylhet, localidad 240 kilómetros al este de Dacca. Sus múltiples enlaces no representan una carga financiera porque, explicó, sus esposas le pasan el dinero que generan.
"La mayoría de mis esposas trabajan en casas de personas pudientes y me entregan sus ingresos todos los meses", comentó Alauddin.
Sólo cinco de las mujeres que se casaron con él están a su lado. El resto lo abandonó, pero no porque Allauddin las haya obligado, insiste. Tres de sus cónyuges viven por su cuenta en casas separadas, mientras las otras dos viven con él.
Nurjahan se casó con Allauddin hace un año y convive con él. Aunque aún es adolescente, la joven es madre de dos hijos de una unión anterior.
"No me importa lo que dice la gente. El hecho es que, con esposo, ningún hombre se atrevería a abusar de mí. Al menos estoy segura", replicó cuando se le preguntó si no le molestaban los comentarios sobre Allauddin y sus numerosas esposas.
El matrimonio como instrumento de legitimación social es común, sobre todo en el ámbito rural donde se considera a las mujeres "cargadoras de agua y cortadoras de madera", explicó la socióloga Katherine Rozario.
"La mayoría de los hombres tratan a sus esposas como si fueran pares de zapatos. Se casan dos o tres veces y las abandonan cuando quieren", sostuvo la profesora de la Universidad de Ciencia y Tecnología.
En 1974, el censo de población reveló que el número de matrimonios polígamos ascendía a 140.000. La cifra se multiplicó por seis en 1981 y en 1991 representaba 1,4 millones. Los técnicos creen que el número real es bastante más alto. En 1994 el país tenía unos 118 millones de habitantes.
Afzaddun Sarkar, poderoso terrateniente de 71 años, se casó por cuarta vez, con una mujer que podría haber sido su nieta. Los padres explicaron que permitieron el casamiento de la joven porque el hombre es muy rico y la cuidará.
El derecho islámico admite la poligamia y permite que los hombres se casen con hasta cuatro mujeres a la vez. La escala social está inclinada en contra de las mujeres que, por lo general, no objetan el divorcio ni luchan por el sostén y la custodia de sus hijos.
La Ley de Familia Musulmana, de 1961, estipula que un hombre debe obtener el consentimiento de la primera esposa para casarse por segunda vez. Los infractores de la ley podrían recibir una pena de cárcel de hasta un año, además de multas considerables.
En 1992, el gobierno modificó la ley para cubrir las lagunas del derecho y dificultar la práctica de la poligamia.
Ahora, si el hombre se quiere casar por segunda vez, debe solicitar autorización al presidente del concejo local y la petición debe contar con el apoyo de la primera esposa.
El funcionario concederá su permiso por escrito luego de consultar con un consejo arbitral que incluye a dos representantes de ambos cónyuges.
El consejo arbitral verificará la razón presentada por el hombre para querer tomar una segunda esposa. Entre las causas aceptadas se incluye la enfermedad mental o la esterilidad de la esposa, así como su falta de interés en la convivencia con su esposo.
Pero los polígamos también pueden evitar estos procedimientos. En algunos casos, la decisión del presidente del concejo local favoreció al esposo y la mujer se vio obligada a aceptar a la segunda esposa, debido a las amenazas de divorcio.
Sólo cuando un hombre se casa por segunda vez sin el permiso de su primera esposa y del concejo, la Ley de Familia Musulmana le permite a la mujer pedir el divorcio y una indemnización.
Las mujeres activistas de Bangladesh luchan desde hace años para obtener leyes justas en un país donde, paradójicamente, los líderes políticos más poderosos son mujeres, la primera ministra Hasina Wajed y su antecesora, ahora principal dirigente de la oposición, Begum Jaleda Zia.
La activista Sigma Huda subraya la necesidad de luchar sin cansancio para que se respeten los derechos de la mujer en todas las esferas de la vida.
El gobierno no tiene planes para reformar las leyes que regulan la poligamia. La mayoría de las activistas reconocen que sería demasiado esperar de una sociedad donde está generalizado el dominio del hombre. (FIN/IPS/tra-en/ti/an/aq-lp/hd/98