La degradación del medio ambiente causa 25 por ciento de las muertes y enfermedades del planeta, especialmente entre los más pobres, de acuerdo con un informe internacional divulgado en esta capital.
"Millones de muertes prevenibles y un número aún mayor de enfermedades" fueron causadas por la degradación ambiental, dice el informe preparado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Banco Mundial y el Instituto de Recursos Mundiales.
Contaminantes químicos en el aire y el agua, sumados a factores ambientales que favorecen enfermedades infecciosas como la diarrea, la malaria o el cólera, tienen un efecto desproporcionado sobre la población más pobre, tanto en el Norte industrial como en el Sur en desarrollo, advierte el estudio.
La quinta parte de la población mundial en extrema pobreza, que vive con menos de un dólar al día, es la más vulnerable a las enfermedades infecciosas y a la degradación de los ecosistemas.
Muchos de los problemas ambientales considerados por el estudio están relacionados con la carencia de agua potable, alimentos, vivienda, combustible y aire. Millones de casos de enfermedad y muerte son provocados pos sistemas sanitarios o de recolección de basura inadecuados, en especial en Africa y Asia.
Los niños fueron identificados como la población más vulnerable a las enfermedades de origen ambiental. En las regiones más pobres, uno de cada cinco niños, lo que representa 11 millones de niños, no sobrevivirán hasta los cinco años, principalmente a causa de este tipo de enfermedades.
Cada año mueren cuatro millones de niños debido a enfermedades respiratorias agudas relacionadas con la contaminación dentro y fuera del hogar. Unos tres millones de niños mueren de diarrea por falta de agua potable e infraestructura sanitaria.
Otras situaciones de degradación ambiental, como la emisión de plomo, causan daños cerebrales y renales entre los niños.
En países donde se producen procesos de desarrollo muy acelerados, como China o Brasil, la población enfrenta la amenaza combinada de servicios sanitarios inadecuados y contaminación industrial.
Si bien el riesgo de enfermedad es mayor en los países en desarrollo, las naciones industrializadas de Europa y América del Norte siguen siendo vulnerables. Contaminantes industriales en el agua y el aire contribuyen a la elevada tasa de enfermedades crónicas, como cáncer y afecciones cardiovasculares.
En estos países desarrollados, los pobres tienen una atención de salud mucho peor que la de los ricos. En Estados Unidos, los niños pobres de áreas como el delta del Mississippi o los suburbios de Washington DC tienen expectativas de vida similares a las de Namibia, Lesotho o India.
Los pobres carecen de alimentación adecuada, abrigo y atención médica, pero también están más expuestos a enfermedades pues suelen habitar en ambientes más contaminados. En zonas de bajos ingresos se registra un aumento del asma y la tuberculosis, y los niños pobres están más expuestos a la contaminación con plomo.
El informe examina situaciones como la intensificación de la agricultura, la industrialización y el mayor uso de la energía, que afectan el ambiente y por lo tanto tienen el potencial de influir sobre la salud humana.
Se estima que unos cinco millones de personas resultan envenenadas cada año en los países en desarrollo como resultado de la actividad agrícola.
La eliminación de los bosques para favorecer a la agricultura causa enfermedades y contaminación atmosférica. Los incendios registrados en el sudeste asiático en 1997 ocasionaron niveles de polución que excedieron a los del smog en Londres en 1952-53, cuando murieron 4.000 personas.
El informe destacó que la tala de bosques también favorece el contagio de enfermedades infecciosas como la malaria y la leshmaniasis, pues se crean las condiciones adecuadas para la reproducción de los mosquitos y otros insectos que transmiten este tipo de afecciones.
Además, destaca que el proceso de industrialización produce efectos como el adelgazamiento de la capa de ozono, lo que a su vez aumenta el riesgo de cáncer de piel, cataratas y daños al sistema inmunológico.
El uso de combustibles fósiles contribuye a la contaminación del aire y al cambio climático al provocar el efecto de invernadero, que según los especialistas genera un recalentamiento del planeta.
El aumento de las temperaturas, las inundaciones y las tormentas tendrían un efecto definitivo sobre la salud mundial, dice el informe.
El cambio climático contribuiría a esparcir las enfermedades, y las lluvias podrían provocar la aparición de focos de malaria, dengue o fiebres en sitios donde nunca antes habían existido.
No obstante, todos estos problemas de salud pueden evitarse con una gestión adecuada del medio ambiente.
"Avanzamos mucho en el desarrollo de nuevas medicinas y vacunas, pero descuidamos las medidas de prevención que pueden mejorar la salud humana", comentó el editor del informe, Leslie Roberts.
"El crecimiento industrial y comercial produce degradación ambiental y aumenta el riesgo para la salud humana, pero también se puede responder con medidas prácticas, sensibles y baratas. Sin embargo, estas medidas aún no se ponen en práctica", agregó.
El informe propone que gobiernos, organizaciones no gubernamentales, empresas, comunidades y agencias internacionales cooperen en un esfuerzo para mejorar el acceso al agua potable, infraestructura sanitaria, higiene y el uso de tecnologías más limpias y eficientes.
Además, destaca la necesidad de mejorar la vigilancia del aire, reducir el uso de sustancias peligrosas en actividades agrícolas, prohibir el comercio de sustancias químicas prohibidas y eliminar el plomo de las gasolinas.
También se pide a los gobiernos que dejen de subsidiar el uso de combustibles fósiles para estimular el desarrollo de fuentes más "limpias", como la energía solar y eólica. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/lc-ml/en/98