La terrible sequía causada por la corriente del Niño en la península filipina de Mindanao colocó entre la espada y la pared a 200.000 familias, pero Nelson Pérez logró eludir el desastre gracias a una decisión tomada hace dos años: practicar una agricultura sustentable.
La decisión de Pérez implicó dejar de utilizar los componentes sintéticos en el cultivo del arroz, el principal producto agrícola de Filipinas. Y por lo tanto, también le significó diversificar su producción, e incluir vegetales y peces.
La sequía de ocho meses de duración atribuida a los efectos climáticos de la corriente de El Niño arrasó con gran parte de los arrozales en la región de Mindanao, y de acuerdo con la Cruz Roja hay 3,6 millones de personas afectadas, en algunos casos forzadas a consumir malezas venenosas o aguas contaminadas.
Se estima que unas 800.000 hectáreas de tierras cultivables fueron destruidas o dañadas por la sequía.
Como la mayor parte de los agricultores, Pérez también sintió los efectos del clima, pero tuvo más suerte que los demás pues no depende sólo del arroz, un cultivo para el cual se requieren grandes cantidades de agua.
Su familia vive al oeste del pueblo de Kidapawan, en la provincia de Cotabato del Norte, y en tiempos de escasez recurre a las reservas proporcionadas por un campo de vegetales y un estanque de peces, ambos con un buen sistema de irrigación. Pérez recurrió a esa infraestructura cuando dejó de usar químicos.
"Mis vecinos se reían, decían que estaba loco por haber cambiado el destino de mi campo de arroz", recuerda Pérez, quien tomó la decisión cuando comenzó a estremecerse ante la idea de que en el futuro serán los químicos y no el suelo los que hagan crecer las plantas.
"No me preocupo si mi plantación de arroz resulta infectada o destruida por la falta de pesticidas, porque tengo otras cosechas para generar ingresos", advirtió.
Si bien hay una mayor conciencia sobre la importancia de realizar una agricultura más sustentable y orgánica, el uso de fertilizantes y pesticidas químicos sigue siendo muy extendido, y en los países en desarrollo incluso tiende a aumentar.
El principal objetivo de los agricultores es subir su producción mediante el uso de estos químicos, aunque los especialistas sugieren que a largo plazo se produce el efecto contrario.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) atribuyó a los fertilizantes químicos el aumento en las cosechas de los países en desarrollo para el período 1965-1975, pero después la producción bajó.
El Programa de Asistencia al Desarrollo de Filipinas, una organización no gubernamental con respaldo canadiense, destacó que pese al uso de variedades altamente productivas, la producción de arroz de este país "registró un aumento insignificante de sólo 2,4 por ciento en los últimos 20 años".
El arroz, que es el alimento básico de los filipinos, consume 84 por ciento de los fertilizantes comerciados en este país.
"Los agricultores perdieron el control de sus vidas, ahora dependen de otros para mantenerse", comentó Mulong Andalesio, quien cultiva sus campos en Sinayawan, en la provincia de Bukindon, Mindanao.
Dijo que están atados a los comerciantes, pues les deben dinero. "Toman préstamos que reciben en la forma de semillas, fertilizantes y pesticidas", explicó Andalesio, un sastre que se dedicó a la agricultura desde los años 50, cuando casi no se utilizaban aditivos sintéticos.
Desde entonces, la producción por hectárea se duplicó con el uso de los fertilizantes. Andalesio recuerda que en un principio los agricultores eran capacitados en el uso de químicos por los técnicos de empresas productoras, pero con el tiempo esa práctica fue abandonada.
Las empresas productoras "ganaban a montones, pues ellas mismas comerciaban semillas, fertilizantes y pesticidas, y su política era vender sin límites".
Andalesio se pasó a la agricultura sustentable en 1994, convencido que se trataba de un cambio para sobrevivir a largo plazo. Los químicos no sólo empobrecían a los agricultores, sino que también les causaban enfermedades.
Pérez también recuerda esos tiempos. "Todo lo que teníamos era para pagar a los prestamistas, y hasta teníamos que comprar el arroz, cuando nosotros éramos los productores". Ahora todo cambió, "consumo mi propio arroz y duermo mucho mejor". (FIN/IPS/tra-en/ps-js/js/lc-ml/dv/98