Las lluvias y la contaminación dejan sus huellas en las pálidas paredes de mármol del Taj Mahal, un palacio construido en India como prueba de amor que en sus 345 años de existencia enfrentó numerosas amenazas de destrucción.
Hasta ahora, las fuerzas de la destrucción fueron neutralizadas. Y ya se inició un programa para luchar contra los efectos de la naturaleza y la industrialización, que causan erosiones y grietas en el palacio.
El proyecto fue lanzado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en conjunto con el Centro de Estudios Arqueológicos de India (ASI), y el primer objetivo es reparar la cúpula principal, donde se han detectado algunas grietas.
La UNESCO calificó al Taj Mahal como "patrimonio de la humanidad", una lista que incluye 500 sitios de todo el mundo, de los cuales 21 están en India. Este fue un importante paso para proteger al palacio de agresiones humanas y del paso del tiempo.
Pero las fuertes lluvias, sumadas a la contaminación generada por el tráfico y las fábricas en la cercana ciudad de Agra, ya empezaron a afectar la estructura. Para comenzar, aparecieron manchas amarillentas en las paredes de mármol.
"La humedad constante causó la aparición de óxido en las clavijas y abrazaderas de hierro que cubren los revestimientos de mármol, donde aparecieron algunas grietas", informó el director de ASI, A.C.Grover. Esta institución tiene a su cargo la custodia del Taj Mahal.
UNESCO y ASI cuentan ahora con los servicios de la Fundación Rhone Poulenc de Francia, que utilizará tecnología de punta para estudiar y conservar el material utilizado por los constructores del palacio hace casi cuatro siglos.
El programa de recuperación comenzará en la cúpula central, que será tratada con selladores de silicona para impedir la filtración de agua, según informó el especialista de UNESCO Christian Manhart.
Hace unos años, visitantes del Taj Mahal descubrieron que goteaba agua desde pequeñas grietas en la cúpula y caía hacia la cámara donde yacen Shah Jahan y su esposa Mumtaz Mahal, la reina para quien el emperador hizo construir el palacio como prueba de amor.
Los avergonzados representantes del ASI se vieron en la obligación de pedirle a los visitantes que salieran del lugar.
Desde que el palacio se convirtió en patrimonio de la humanidad no han faltado los fondos, y por lo tanto cuando aparecieron las grietas surgieron incómodas preguntas sobre el destino de los recursos.
Además, se trata de un asunto de preocupación pública en India, donde el Taj se utiliza para todo tipo de promociones de lujo, desde hoteles hasta ropa interior.
El grupo Rhone Puolenc decidió hacerse cargo del problema sin costo. El proyecto incluye la construcción de un laboratorio, pero es evidente que la empresa francesa se beneficiará publicitariamente de su participación en la salvación del Taj Mahal.
"Estamos orgullosos", declaró el director de la fundación, Philippe Desmarescaux.
Cuando se detectó la filtración, las primeras explicaciones las dieron los Khadims, grupo musulmán que desde la antigüedad está encargado de conservar el Taj.
Dijeron que antes también hubo rastros de agua, incluso en temporada seca, pero los atribuían al llanto del mármol por los reyes muertos que alberga.
Documentos de la colonia británica con fecha de 1930 dieron una pista más segura al revelar que la cúpula de 24 metros sobre la cámara funeraria está separada de la cúpula ornamental. Entre ambas capas se produce una cavidad donde se almacena agua que luego gotea a través de pequeñas grietas.
Los británicos realizaron una operación de secado y nada más. La verdad es que no siempre estuvieron dispuestos a proteger el Taj: soldados que fueron acantonados en el palacio durante la época colonial arrancaron con navajas algunos adornos de piedras preciosas y semipreciosas para llevárselas como recuerdo.
A fines de los años 1820, la amenaza contra el palacio fue aún peor. El gobernador británico William Bentnick estaba dispuesto a demoler el edificio para después vender el mármol, un plan que fracasó sólo porque el costo de la operación era demasiado alto.
Los Khadims le pidieron entonces a Bentnick que les devolviera la custodia del Taj, argumentando razones religiosas.
Pero antes de la llegada de los británicos también hubo amenazas para el monumento. En 1784 llegaron los Jats, que partieron desde las polvorientas planicies en el norte de India con el objeto de saquear Agra y llevarse todo lo que pudieran.
No les interesaba el mármol, pero arrasaron con joyas y las puertas de plata de la cámara funeraria. En invierno acamparon dentro del Taj Mahal, donde encendieron enormes hogueras para calentarse. Casi incendiaron el edificio, según testimonios de la época.
El Taj Mahal aún no está libre de amenazas políticas y religiosas. Grupos de fanáticos hindúes aseguran que fue construido en el lugar donde se levantaba un antiguo palacio, que les gustaría ver reconstruido.
Aunque estos alegatos pudieran parecer fuera de lugar, hay quienes los toman en serio, en especial después que algunos fanáticos demolieron con ese mismo argumento el Babri Masjid ubicado en Ayodhya, a 500 kilómetros de Agra.
Amenazas de atentados provenientes de movimientos políticos de Punjab y Kashmir provocaron que en algunas ocasiones se restringieran las visitas al Taj Mahal, en especial por las noches, que es justamente cuando el mármol brilla con más intensidad.
Sin embargo, la mayor amenaza es la ambiental. Una de ellas procede de una refinería petrolera construida a 40 kilómetros de Agra. A pesar que una consultora aseguró que no había peligro para el palacio, la controversia aún se mantiene, por el efecto de las emisiones de esta instalación sobre el mármol.
Pese a todo, el Taj Mahal aún está en pie, tan resplandeciente como siempre. Ignorantes de las pequeñas grietas, turistas y dignatarios llegan hasta el lugar, una parada obligatoria en sus viajes por India, para verlo aunque sea una vez. Y, sin duda, para tomarse una foto. (FIN/IPS/tra-en/rdr/an/mk/lc-ml/cr/98