A ritmo de mazurca, vals y tambito, un músico le entregó a Costa Rica una versión más completa de la guerra de 1856 contra invasores estadounidenses y con ello resucitó héroes olvidados y hazañas desconocidas de un ejército de campesinos.
Se trata de Dionisio Cabal, músico y fundador de Cantares, un grupo que se ha dedicado a urgar en la memoria popular para encontrar historias, ritmos y canciones propias de este país y rescatarlas del olvido.
En 1980, Cabal se dedicó a investigar en las bibliotecas, intrigado por las grandes lagunas que encontró en todo lo que tuviera que ver con la guerra de 1856. Había una historia deliberadamente oculta y esa omisión se empezó a tejer ocho años después de la guerra para hacer desaparecer a héroes incómodos.
Cabal entregó esta historia épica en la "Cantata de 1856", en la cual, con una mezcla de narración y canciones, resume las glorias de los costarricenses contra los filibusteros encabezados por William Walker.
La Cantata empieza con una descripción de la Costa Rica de entonces, en la cual San José era apenas "cinco potreros" y el puerto de Puntarenas, en el Pacífico, el motor del desarrollo, pues por allí salían las exportaciones de café.
Describe también el ambiente político de la época, cuando el país era gobernado por el cafetalero Juan Rafael Mora, muy popular entre el campesinado, y muestra los intereses británicos y norteamericanos por el istmo centroamericano ante la posible construcción de un canal interoceánico a través de Nicaragua.
Mora intuye el peligro y advierte sobre él. Walker había tomado el poder en Nicaragua y la invasión a Costa Rica, como la había anticipado Mora, no tardó mucho tiempo. El mandatario llamó a la guerra y partió hacia la zona norte del país comandando el improvisado Ejército Nacional de Costa Rica.
Los invasores fueron expulsados de territorio costarricense hacia Nicaragua por ese ejército de campesinos.
En la cantata transitan los protagonistas de la guerra, la mayoría de ellos desconocidos, se perfila el discurso de Mora y se escuchan versiones que no se enseñan en la escuela, como que Walker no era un aventurero sino un hombre financiado por los dos partidos políticos tradicionales de Estados Unidos.
La guerra concluyó en 1857 con el éxito de los costarricenses, que ya avanzado el conflicto recibieron el apoyo de otros centroamericanos.
En 1859 la oligarquía cafetalera, molesta por las ideas de Mora, lo acusó de enriquecimiento, lo derrocó y desterró a El Salvador. El presidente perdió el apoyo de los cafetaleros en 1858, cuando impulsó la creación de un banco nacional que otorgara créditos a los campesinos en condiciones más favorables.
En 1860, Mora regresó a Costa Rica con la intención de recuperar el poder, pero fue capturado y fusilado.
Es curioso que en las fechas en que se conmemoran las principales gestas de la guerra de 1856 -20 de marzo y 11 de abril- no se recuerda la figura de Mora.
"Esa omisión de la figura de Mora empieza a tomar cuerpo a partir de 1864", dijo a IPS Cabal. Hasta entonces, el pueblo celebraba el 11 de abril con vivas a Mora, lo que resultaba difícil de aceptar para un gobierno oligárquico.
Por esa razón, "se sacan de la manga" a Juan Santamaría, uno de los soldados que el 11 de abril de 1856 quemó uno de la casas donde se encontraban los filibusteros, añadió.
Su hazaña no definió la guerra, pero fue adoptado como héroe nacional porque su figura no era asociada a ninguna opción ideológica.
La reacción del público, cuando escucha la Cantata, es de sorpresa, que se pregunta por qué ignoraba todo esto, comentó el autor, quien añadió que "la respuesta a esta pregunta está en la misma obra".
La Cantata, que ha sido un trabajo de muchos años, está inconclusa, expresó Cabal, porque cada año se agregan nuevas historias.
Cantares ha recorrido con su obra la ruta que transitó el ejército costarricense durante la guerra y para este año está prevista la presentación en varios países centroamericanos. (FIN/IPS/mso/ag/cr/98
