El Hong Kong actual es tema principal de una serie de documentales producidos por realizadores locales, que se exhibirán como parte de los actos por el primer aniversario de la reincorporación del territorio a China, el próximo 1 de julio.
Sentimientos encontrados se despliegan en la pantalla: ansiedad, patriotismo, excitación y desamparo se alternan al retratar la nueva vida de los habitantes de esta región de Asia, un ex protectorado británico que desde hace un año forma parte de China.
Las películas fueron pre-estrenadas en el Festival Internacional de Cine de Hong Kong, con títulos como "Viaje a Beijing", "Cuestionario", "Tres hijas", "Biografía digital de Hong Kong" y "Cabalgando al tigre".
Pero los críticos no ocultaron su preferencia por dos de esos filmes: "Con el pasar del tiempo" (As time goes by) de la realizadora Ann Hui, y "A pesar de todo, todavía te amo" (Still love you after all this) de Stanley Kwan.
Se trata de dos cineastas de renombre internacional. La película "Abrázame Fuerte" (Hold Me Tight) de Kwan recibió muy buenas críticas en el Festival de Cannes, mientras la de Hui es muy conocida por sus documentales sobre refugiados de Asia y sobre el mal de Alzheimer.
"No son simples películas sobre Hong Kong… se trata de encontrar la memoria y descubrir cómo el presente es superado por el pasado", comentó un crítico local.
Los filmes de Hui y Kwan parten de la experiencia personal de sus directores, pero en ambos casos se logra presentar un retrato colectivo de un pueblo que se divide entre la alegría del regreso a casa y la tristeza de abandonar el pasado.
"Still Love You" (Todavía te amo) fue filmada en los últimos meses del protectorado británico. Kwan explora el Hong Kong donde creció, la zona obrera de Shumshuipo. Cuando retorna, años después, el lugar se modernizó, está lleno de edificios y centros comerciales que coexisten con algunas construcciones antiguas.
Este cuadro de transición entre lo antiguo y lo moderno se complica por la afluencia de inmigrantes y la prostitución. El cineasta descubre que la vida en Shumshuipo es demasiado agitada para él.
La película es un retrato y un collage, ya que incluye también algunas escenas de películas anteriores de Kwan, proyectos que "pertenecen a memorias de la infancia, a la experiencia de crecer en una familia pobre, a los sentimientos con respecto a mis padres, al descubrimiento de mi orientación sexual".
La experiencia personal está enmarcada en la problemática de los habitantes de Hong Kong, que de la noche a la mañana se convirtieron en chinos. Pero Kwan también argumenta que sigue siendo el hogar de su gente. Y por eso el título, "A pesar de todo, todavía te amo".
La película de Hui es diferente. Tiene su punto de partida en un encuentro en un restaurante de comida china con algunos viejos amigos que fueron compañeros de escuela. Ocurre en algún momento de 1997. Alrededor de la mesa, conversan sobre su infancia.
Surge así el dilema de elegir entre la cultura china o la británica, entre la ópera tradicional china o Shakespeare, entre la Revolución Cultural y la música rock. La conversación está marcada por bromas y risas, pero es obvio que no se trata de un encuentro cualquiera.
Todos los asistentes nacieron a fines de los 40. En los 60 se acercaron a movimientos estudiantiles de izquierda, en los 70 eran activistas anticolonialistas, y una década más tarde se desilusionaban del socialismo chino. Y con esa experiencia acumulada, llegan al momento de la devolución de Hong Kong a China.
Algunos se muestran confiados en el destino de Hong Kong y anuncian que participarán en la elección de legisladores y otras autoridades, mientras otros sugieren que están listos para emigrar si Beijing interfiere en los asuntos del ex protectorado.
Hui es de los que eligen quedarse. "Estoy curiosa por ver qué va a pasar con Hong Kong, me gustaría ser testigo presencial". También argumenta que el verdadero habitante de Hong Kong es el que tiene una fuerte raíz con el territorio, sin importar su origen étnico.
Un ejemplo es su propia madre, una mujer japonesa que aprendió cantonés cuando se casó con un comerciante chino, que luego habló en inglés en el protectorado y que ahora se prepara para el mandarín, la lengua oficial de China.
"Hong Kong no es un lugar, es un pueblo", afirmó Hui en una entrevista. (FIN/IPS/tra-en/ccy/cb/js/lc-ml/cr/98