La 28 asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), que comienza el lunes próximo en Venezuela, será un foro de discusión política de los cancilleres del hemisferio mientras toman forma una docena de directrices adoptadas en abril en la Cumbre de Santiago.
Del medio centenar de decisiones recogidas en el Plan de Acción de Santiago para tejer una comunidad hemisférica mientras se negocia el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) con el 2005 como fecha límite, unas 30 involucran a la OEA.
La OEA, que en abril cumplió 50 años, afronta así el desafío de remozarse y fortalecerse, pero a la vez tiene la oportunidad de revalidarse en un continente donde las metas por las que se propuso trabajar todavía son propósitos lejanos.
Todos los países de la región -excepto Cuba, que fue excluido de la OEA en 1962- tienen regímenes democráticos, pero el secretario general, el colombiano César Gaviria, es el primero en reconocer que "todavía hay mucho por hacer por la democracia en América".
Promover la democracia representativa es el primero de los puntos que nutrirán la Declaración de Caracas, y los restantes parecen apuntar a la lista de requisitos para hacer posible que se sostenga y desarrolle: lo encabeza el "combate a la pobreza y a la discriminación".
De los 750 millones de habitantes de América, más de 200 millones son pobres, con decenas de millones cada vez más excluidos de oportunidades a adecuados empleo, alimentación, vivienda, educación y servicios de salud.
Otros temas son fortalecimiento de la seguridad ciudadana, perfeccionamiento de la administración de justicia, y combate a la corrupción. Bajo la gestión de Gaviria, que se inició en 1994 y concluye en 1999, la OEA adoptó dos convenciones: una contra la corrupción y otra contra el tráfico de armas.
El tema de la estrategia antidrogas y lucha contra el lavado de dinero también se contemplan. En la OEA se teje un mecanismo de seguimiento a la lucha antidrogas en el continente, cuya autoridad sustituya el peso que en las relaciones hemiféricas tiene el mecanismo de "certificación" estadounidense.
El lavado de dinero adquirió súbita actualidad con la Operación Casablanca, de persecución de banqueros cómplices del blanqueo de dólares en México, Venezuela y Curazao, realizada por las autoridades de aduanas de Estados Unidos.
Aunque el tema no será objeto de discusión formal en la asamblea, según indicó el canciller venezolano Miguel Angel Burelli, puede ser usado como ejemplo de actitudes unilaterales contra las multilaterales en el combate a un flagelo común.
Gaviria dijo que el tema de las drogas muestra la comprensión estadounidense de que es preciso luchar con mecanismos comunes, y opina que Washington ha dado pasos en el sentido de aceptar ser examinado con las mismos parámetros que sus socios, como revela la aceptación en Santiago del mecanismo multilateral.
En el temario se contempla la cooperación contra el terrorismo y respecto de "crímenes contra el ejercicio de la libertad de prensa". Como otros temas de Caracas, prefigurados en Santiago, se busca establecer una especie de fiscal interamericano para la lucha contra los atentados a la libre expresión.
Otras directrices de Santiago que se recogerán en Caracas son la "participación igualitaria de la mujer para el año 2000" y los derechos de los pueblos indígenas y los discapacitados. La OEA tiene también mandatos para proteger los derechos de los trabajadores, en particular de los migrantes.
La promoción del derecho internacional humanitario, medidas de fomento de la confianza y seguridad hemisférica (como las precisas ante el conflicto limiítrofe entre Ecuador y Perú) y apoyo al levantamiento de minas en América Central son otros temas de Santiago-Caracas.
Los tres ejes de los trabajos de los cancilleres serán la cooperación sobre ese temario, el fortalecimiento de la administración de justicia y la renovación del sistema interamericano, dijo Burelli.
El debut de esa renovación es precisamente la cita de Caracas, que cambió el formato de asambleas de cinco días con maratónicas sesiones de discursos de los cancilleres, por otra de dos días y medio donde los acuerdos ya llegan "cerrados" por sus segundos y los ministros se dedican al diálogo político.
En ese diálogo fuera de temario se discutirá el caso de Cuba y su retorno al sistema interamericano, que al estar vedado por Estados Unidos se troca en una especie de termómetro de la distancia que cada gobierno quiere marcar frente a Washington.
Otros temas que se prevé serán abordados son la salida al mar de Bolivia, la soberanía sobre las islas Malvinas y el apoyo decisivo al multilateralismo, dijo el director de política internacional de la cancillería venezolana, Edmundo González.
Dada la coincidencia hemisférica en su agenda, cobra relieve el multilateralismo para los programas que compartirán. La OEA se enorgullece de que, a diferencia de las Naciones Unidas, con cinco potencias dotadas de facultad de veto, en el interamericano los países miembros participan en pie de igualdad jurídica.
En el marco de la asamblea, finalmente, se realizarán reuniones grupales como un Consejo extraordinario del Sistema Económico Latinoamericano, de los cancilleres andinos y quizá de ellos con los del Mercado Común del Sur, y otra del Grupo de los Tres (Colombia, México y Venezuela). (FIN/IPS/jz/ag/ip/98