AMBIENTE: CITES busca manejo sustentable de fauna en extinción

Unos 160 especialistas iniciaron hoy en Venezuela una reunión mundial destinada a fijar sistemas de manejo controlado de especies animales en peligro de extinción, que van desde las tortugas marinas hasta los esturiones.

Durante la XIV Reunión del Comité de Fauna de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES), "se deberá encarar como conservar a las tortugas marinas con planes regionales de manejo", dijo a IPS el argentino Obdulio Menghi, coordinador científico del organismo mundial.

Las tortugas marinas, cuyo carey las hace víctimas de la voracidad comercial, están en el llamado Apéndice I de CITES, donde se encuentran las especies de fauna y flora en extinción y cuyo comercio sólo es permitido en forma excepcional.

CITES tiene también en ese apéndice algunos monos, antropoides y lémures, grandes ballenas, guepardos, leopardos y tigres, rinocerontes, el elefante de Asia, numerosas aves de presa, grullas, faisanes y loros, algunos cocodrilos e iguanas, la salamandra gigante y algunos moluscos.

La venezolana Mirna Quero, representante de América Latina y el Caribe ante el Comité, declaró a IPS que existen planes de manejo de tortugas marinas sólo en Cuba y México, entre todos los países continentales e insulares de la cuenca caribeña, donde tienen uno de sus grandes hábitat mundiales.

Estados Unidos, en parte por extender al área ambiental su conflicto político con el gobierno de Cuba, rechaza que se permita a este país caribeño la venta de carey almacenado de acuerdo a un plan de manejo convenido con CITES, con sede en Suiza y que funciona en el ámbito de las Naciones Unidas.

Al mismo tiempo, los países latinoamericanos y caribeños precisaron que es indispensable establecer un plan de conservación de la tortuga marina a nivel mundial y no circunscribir los planes de manejo a la región, como plantearon algunos de los delegados de los 143 países miembros de CITES.

La reunión del comité se extenderá hasta el viernes y en ella participan también, aunque sólo con voz, representantes de las organizaciones no gubernamentales ambientalistas.

En Caracas también se estudiará como aplicar un plan de control en el comercio del esturión, que en 1997 ingresó al Apendice II, donde se ubican las especies amenazadas, por la sobreexplotación ante la voraz demanda de sus huevas, conocidas como caviar.

Menghi indicó que es la primera vez que los esturiones ingresan al grupo de especies amenazadas y que el control del comercio del caviar resulta particularmente complicado, porque se trata de huevas, de muy fácil contrabando.

La creación de muy diferentes países en las riberas del Mar Caspio, tras el derrumbe de la Unión Soviética, llevó a las nuevas repúblicas a concentrarse en otras prioridades que las ambientales, lo que aumentó la dimensión del problema.

En el Apéndice II se encuentran a primates, felinos, nutrias, ballenas, delfines, marsopas, aves de presa, tortugas terrestres, la cigüeña negra, las aves del paraíso y caracoles.

Un tercer aspecto que destacó Menghi y que es altamente polémico es el de la cría en cautiverio para su comercio de especies silvestres en peligro de extinción. "Hace falta definir reglas aceptables para todos", dijo el zoólogo argentino.

Los zoocriaderos tienen todos los ingredientes para convertirse en un punto de conflicto Norte-Sur. El Sur en desarrollo es el propietario de tres cuartas partes de la biodiversidad del planeta, mientras que en el Norte industrial está su mayor consumo, incluso de las especies amenazadas.

Con la cría en granja de especies silvestres bajo el control de CITES, el Sur puede perder esa propiedad, mientras en forma paralela se dificulta la preservación de las especies porque será difícil la identificación de las silvestres, ya que podrán ser presentadas como criadas en cautiverio.

Entre los temas que se discuten en Caracas se encuentra la fijación como marcaje universal para las crías en cautiverio de microfichas codificadas. Pero se trata de un sistema que el Sur rechaza porque es muy costoso y beneficiaría la instalación de zoocriaderos en países del Norte industrial.

"Los microchips no pueden imponerse como un marcaje universal por su costo", anticipó Menghi.

El coordinador científico de CITES precisó que los zoólogos consideran que los criaderos en cautiverio "no cumplen ninguna función en el manejo de especies amenazadas" y aseguró que se trata de una exigencia del comercio pero no de la ecología.

Otro tema novedoso que se discutirá esta semana en el Comité de Fauna será el de la necesidad de controlar el traslado a otros hábitat de especies silvestres depredadoras, por el impacto que pueden ocasionar en los nuevos ecosistemas en que se promueve su desarrollo.

En la actualidad, varios países latinoamericanos, entre ellos Venezuela, buscan imponer el manejo en granja y bajo control de especies como la avestruz, mientras que existen grandes presiones para que no se impongan límites a su introducción como nueva especie.

También el castor, introducido en Argentina, y el jabalí europeo han provocado problemas en los hábitat silvestres de América Latina.

Menghi dijo que este tipo de traslados artificiales de hábitat por razones de comercio deben manejarse con gran cuidado no sólo por su impacto en el ecosistema al que llegan, sino porque pueden provocar el fin del aprovechamiento de especies asentadas allí y hasta su futura extinción.

En ese sentido, el zoólogo argentino recordó que la llegada masiva hace siglos de las ovejas al sur de América Latina desplazó el manejo de especies naturales de la región como la vicuña, el guanaco y otros camélidos. (FIN/IPS/eg/ag/en/98

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