China y las zonas francas industriales en auge en los países en desarrollo son los principales violadores de los derechos laborales del planeta, informó la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL).
Ni Beijing ni las empresas que operan las maquilas toleran la creación de sindicatos que efectúen reclamos en nombre de los trabajadores, dijo el secretario general de la CIOSL, Bill Jordan, en una conferencia de tres días que concluyó el miércoles en la capital de Kenia.
"No hay en China sindicatos ni voces independientes que demanden buenas condiciones de trabajo o salarios justos. Muchas fábricas administradas por el ejército apelan al extendido sistema de trabajo forzado donde los obreros no reciben salario", sostuvo Jordan.
El sindicalista advirtió que ningún país que controle el cumplimiento del pago de salarios a sus trabajadores tiene posibilidades de competir con China.
Los dirigentes que asistieron a la conferencia en Nairobi, titulada "Defendiendo los derechos humanos de los trabajadores en una economía global", exigió a las zonas francas industriales que admitan la constitución de sindicatos.
"Los gobiernos están invirtiendo mucho en las zonas de procesamiento de exportaciones y publicitándolas como fuentes de trabajo barato, en especial femenino, donde los sindicatos están prohibidos. A los sindicatos se les niega acceso a esas zonas", dijo Jordan.
"Los trabajadores que intentan unirse o crear sindicatos se enfrentan, en el mejor de los casos, al despido, y en el peor a la destitución. El salario promedio de las mujeres puede llegar a la mitad del de los varones", agregó.
Los países con mejores condiciones de trabajo no pueden competir con las zonas de procesamiento de exportaciones, sostuvo el sindicalista. "Los únicos verdaderos ganadores en este juego son las corporaciones transnacionales que pueden retirarse de un país si se vuelve demasiado caro", explicó.
"Este problema deberá ser abordado con una cláusula internacional de derechos laborales, que ayudará a los trabajadores a unirse en sindicatos para protegerse unos a otros y dejaría claro a todo país y toda transnacional que la explotación no es viable en lo económico", dijo Jordan.
La CIOSL representa a 125 millones de trabajadores afiliados a 206 organizaciones en 141 países. Dos de cada tres asociaciones pertenecen a países en desarrollo.
Andrew Kailembo, cuya filial de la CIOLS en Nairobi es la voz de 10 millones de africanos, dijo que las zonas de procesamiento de exportaciones hacen más mal que bien a los obreros de países en desarrollo.
"Si los trabajadores no pueden negociar sus condiciones o sus beneficios, si no se permite el embarazo a las mujeres, si los niños en edad escolar hacen trabajo duro, no hay modo de poner en tela de juicio esos areglos", sostuvo.
"Todos sabemos las violaciones de derechos sindicales que se cometen en muchas de las zonas de procesamiento de exportaciones que tienen más de 25 países africanos. Todos sabemos de la represión a los trabajadores en Nigeria, Sudán, Swazilandia, Djibouti y Camerún", afirmó Kailembo.
"Ninguno de esos países da una imagen positiva de un continente donde los trabajadores son la columna vertebral de la economía. Al parecer, nuestros gobiernos son leales a quien sea menos a los ciudadanos que los eligen. Esto es muy triste", se lamentó el sindicalista.
La industria del té de Kenia es un caso a abordar, según Kilembo.
"Si un país como China usa trabajo carcelario o Birmania trabajo forzado para producir el mismo té, ¿qué país está en desventaja? Por cierto, Kenia, que producirá a altos costos y quedará fuera de la competencia. Esa no es la competitividad que nosotros queremos", explicó.
"De hecho, perdemos en el mercado internacional frente a países que no respetan criterios mínimos de condiciones de trabajo", sostuvo.
La conferencia llamó a la consolidación de una red mundial de protección de trabajadores. El año pasado, 264 sindicalistas de todo el mundo fueron asesinados mientras cumplían sus tareas.
La CIOSL documentó los casos de 4.264 personas arrestadas o cuestionadas por las autoridades a causa de su actividad sindical.
"Muchos fueron torturados. Hay por lo menos 7.626 casos de acoso, intimidación o amenazas de muerte contra sidncialistas. Y decenas de miles perdieron sus trabajos solo por pertenecer a un sindicato", dijo Jordan. (FIN/IPS/tra-en/mn/kb/mj/lb/98