Los viejos fantasmas sociales del desempleo y de la extendida pobreza extrema persisten en Perú, después de ocho años de esforzada modernización liberal de la estructura productiva y en contradicción con los espejismos estadísticos oficiales en materia de crecimiento económico.
Mas de la mitad de los peruanos en edad de trabajar están desempleados o son subempleados. Cada año 300.000 jóvenes salen a buscar trabajo por primera vez en este país de 21 millones de habitantes.
El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) informó que 4,5 millones de personas, casi 19 por ciento de la población de Perú, viven en condiciones de extrema pobreza y carecen de ingresos suficientes para cubrir sus necesidades alimentarias básicas.
Los políticos, en especial los opositores, están dedicados al problema de los derechos civiles y a combatir los intentos del presidente Alberto Fujimori de forzar la legalidad constitucional para hacerse reelegir por segunda vez consecutiva. Pero en los sectores populares, la cuestión predominante es el desempleo.
"Los partidos políticos todavía no han sintonizado a pleno el clima emocional existente en los sectores más pobres respecto del desempleo, o por lo menos no se comportan como si la hubieran comprendido", dijo el sociólogo izquierdista Manuel Benza, ex parlamentario y ahora microempresario.
En 1990, el gobierno de Fujimori inició una reforma estructural que redujo el papel del Estado, privatizó las empresas publicas, suprimió los subsidios y liberalizó la reglamentación laboral.
Fujimori logró revertir la hiperinflación, estabilizar la economía y alcanzar un crecimiento del producto interno bruto de más de cuatro por ciento anual promedio en los últimos cinco años.
No hay informes precisos sobre el número de despedidos en la administración pública y en las empresas bajo control estatal. Se calcula que no menos de 300.000 debieron buscar nuevo empleo.
Para imponer aceleradamente ese programa, Fujimori aprovechó el caos económico y la hiperinflación que reinaban cuando asumió la presidencia, así como el pesimismo generalizado de la población ante la marcha de la guerra civil, que parecía a punto de ser ganada por las guerrilla maoísta de Sendero Luminoso.
A pesar de la dureza del reajuste, Fujimori obtuvo respaldo para su programa, en especial en el sector privado, favorecido por las medidas, y en las capas más pobres, fascinadas por las mayores posibilidades de empleo en un marco de paz social y crecimiento económico.
La clase media, que no puede recurrir a los programas de asistencia alimentaria que montó el gobierno desde el primer año del reajuste, ha resultado, tal vez, la más perjudicada por el proceso, o es al menos la que más protesta.
Una fuente oficial afirmó que 72 por ciento de los empleados de empresas estatales cesados recibió incentivos económicos para abandonar sus puestos de entre 12 y 25 sueldos, con los que la mayoría emprendió la aventura del pequeño negocio propio.
Este sector hizo crecer en las estadísticas oficiales el supuesto crecimiento de la población con empleo adecuado, en base al "autoempleo" y la microempresa familiar.
Pero las posibilidades de estos ensayos personales o familiares fueron disminuyendo y la mayoría de los beneficiados por los incentivos ha agotado sus capitales y cerrado sus pequeños negocios.
"Los taxis, que pululan en Lima por encima de la demanda y que compiten ferozmente entre ellos, son el último reducto de los empleos por cuenta propia", dijo la socióloga Imelda Vega, de la Universidad Católica de Lima.
"Hace cinco años que fueron derrotados los guerrilleros. Hace seis que fue revertida la inflación y estabilizada la economía. La población comienza a mover los pies con impaciencia porque no ve los frutos prometidos", sostuvo, por su parte, el analista social Fernando Guerra.
"El país ha saltado del pesimismo a la exigencia y coloca en primer lugar la agenda social. Los peruanos están de regreso del discurso neoliberal", expresó el comentarista Juan de la Puente en el matutino La República.
"La expectativa y la atracción inicial de las reformas se han desgastado. En los primeros años, el modelo económico ganó el corazón de la gente harta del desenfado populista del gobierno anterior y del incendio social subversivo y apostaron por una promesa que parecía la única salida", agregó De la Puente.
Una encuesta del instituto independiente Datum reveló que 61,4 por ciento de los peruanos atribuye el desempleo al programa liberal de Fujimori, que debe ser modificado, recordó el periodista.
El 52 por ciento de los encuestados consideró que el libre mercado dificulta la generación de empleo, en tanto que 30,1 por ciento opinó que la facilita, según el mismo sondeo.
Al parecer, se ha producido ya una reversión hacia la actitud colectiva anterior. La encuesta señaló que 65,7 por ciento de los peruanos considera que la responsabilidad sobre la generación de empleo recae en el gobierno y solo el 29,3 cree que los empresarios deben asumir esa tarea. (FIN/IPS/al/mj/dv/98