El mexicano Octavio Paz no fue solo un hombre de letras destacado, sino que algunas personalidades de América Latina lo consideraban el pensador más importante de la región en los últimos 30 años
El poeta y ensayista fallecido el domingo, premio Nobel de Literatura de 1990, fue recordado por políticos como el presidente uruguayo Julio María Sanguinetti y el diplomático y periodista venezolano Simón Alberto Consalvi por su papel en el debate entre liberalismo y marxismo.
Paz "es una cumbre del pensamiento tanto en historia y en estética como en el terreno de las ideas", dijo Sanguinetti a IPS.
Para el presidente de Uruguay, el escritor mexicano, con quien cultivó una amistad durante "muchos años", fue quien "sostuvo el debate intelectual de hace tres decenios a favor de la democracia liberal, cuando aún el pensamiento marxista era tan importante".
"Con él se va la figura intelectual más importante y completa de América Latina. No tengo duda de eso", sostuvo el mandatario.
"Hay viejos poetas que son artillería verbal. En Paz, no hay artillería verbal: hay conceptos, hay pulpa, no hay solo palabras bien armadas. Las palabras son bellas, por cierto, pero es notable todo lo que hay detrás", añadió.
Sanguinetti sostuvo que la biografía "Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe", escrita por Paz, es "el libro más importante que se ha escrito en América Latina en este siglo, comparable con el 'Facundo' del argentino Domingo Faustino Sarmiento", agregó.
"Es un fenomenal libro sobre el barroco latinoamericano, sobre la psicología y la condición de la mujer, sobre aquella mexicana que, siendo una dama de corte, se hace monja para liberarse, para tener más libertad. A tal punto era sometida la condición de la mujer en aquellos años", dijo.
La controversia entre Paz y los intelectuales marxistas "le costó bastante en disgusto y en controversias en esa época, que de vez en cuando todavía aparecen", indicó.
Sanguinetti recordó que el poeta "acompañó siempre al PRI" (Partido Revolucionario Institucional, en el poder en México desde sus orígenes en 1929), pero "sin ser priísta".
"No era un militante encuadrado en la disciplina" y se apartó del gobierno en 1968, cuando se produjo la masacre de estudiantes en Tlatelolco.
"Yo hablé muchas veces con él de esos temas. En ese momento se alejó por aquel episodio tan dramático, tan triste. Pero con (el actual presidente Ernesto) Zedillo tenía una buena relación", dijo Sanguinetti.
El mandatario uruguayo afirmó que Paz "apoyó mucho el último proceso de apertura, porque así como creyó que el PRI fue muy importante para darle estabilidad y paz a México, también creyó que la apertura que ha presidido Zedillo en estos últimos años ha sido una buena salida".
Para el político, diplomático y periodista socialdemócrata venezolano Simón Alberto Consalvi, Paz "es el más importante de los pensadores del mundo hispanoamericano de estas décadas finales del siglo XX".
El escritor mexicano es una de las personalidades "que mayor influencia han ejercido en las letras, las artes y la política", dijo.
"Su obra es tan rica como diversa. Fue un ensayista de cultura profunda, un estilista privilegiado por la palabra y por su poder imaginario, y el gran poeta de 'Libertad bajo palabra' y de 'Aguila o sol"', recordó Consalvi.
"Quizás fue el crítico de arte que mejor ha interpretado al pintor Marcel Duchamp, el biógrafo más cabal de Sor Juana Inés de la Cruz, el ensayista que comprendió las complejidades de México y del mexicano en 'El laberinto de la soledad', un libro excepcional para entender nuestros países", agregó.
Consalvi opinó que "Octavio Paz fue uno de los grandes humanistas de este siglo y su obra perdurará como uno de los legados más imperecederos de nuestra cultura con mayúsculas".
"Con 'Tiempo nublado' y 'Pequeña crónica de grandes días', Paz deja el testimonio de su pensamiento político democrático y pluralista, y su posición frente a los conflictos ideológicos de la época", concluyó. (FIN/IPS/mj/cr/98
