Rusia redobla las presiones sobre el gobierno de Letonia, que piensa dejar sin ciudadanía a 550.000 residentes de la etnia rusa en la república ex soviética cuando sus pasaportes expiren en octubre.
Citando críticas europeas contra Letonia y el aumento del nacionalismo de derecha en la república báltica, Moscú amenaza con sanciones.
La explosión de una bomba este mes cerca de la embajada rusa en la capital letona contribuyó a tensar las relaciones. Aunque no hubo víctimas, la cancillería rusa conectó el ataque a la actual "histeria anti-Rusia" en Letonia.
Desde la caída de la Unión Soviética en 1991, Rusia acusa a Letonia de discriminar a unos 700.000 residentes rusos, la mayoría de los cuales se trasladaron allí tras la anexión forzosa de la república en 1940.
Para evitar la renovación de pasaportes, Letonia defiende estrictas condiciones para obtener la ciudadanía, como el conocimiento de la lengua letona.
El presidente letón, Gunter Ulmanis, ha intentado erradicar las críticas internacionales provenientes de Rusia y Europa occidental.
El canciller de Italia, Lamberto Dini, dijo este mes en Moscú que los hechos recientes distanciaron a Letonia de la integración a la Unión Europea. A Estonia, su vecina báltica, le fueron abiertas las puertas para solicitar el ingreso. Letonia debe esperar.
El Consejo de Europa y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) advirtieron a Riga que varias disposiciones contenidas en una nueva ley diseñada para prohibir el uso del ruso en el lugar de trabajo violan convenciones internacionales que garantizan la libre expresión.
Rusia se mostró furiosa. Vladimir Lukin, presidente del comité de asuntos exteriores de la cámara baja del parlamento y ex embajador en Washington, llamó al gabinete del primer ministro Guntar Krasts "una banda de cretinos".
La situación estaba muy tensa desde marzo, cuando Rusia acusó a la policía letona de brutalidad contra ancianos rusos que protestaban en Riga por el aumento de los precios de los servicios públicos.
El día 2, la explosión de una bomba en una sinagoga de Riga fue atribuída por el Centro Simón Wiesenthal, de Viena, al reencuentro el 16 de marzo de ex integrantes de una divisón letona de tropas SS (policía política del partido nazi) que lucharon bajo las órdenes de Alemania en la segunda guerra mundial.
Los veteranos de guerra negaron su pasado nazi y sostienen que combatieron para defender a Letonia contra la Unión Soviética, que impuso una cruenta dictadura en su país entre 1940 y 1941.
Rusia asegura que la brigada letona de SS es culpable de varios crímenes de guerra y fue condenada por el tribunal internacional de Nuremberg. El reencuentro "de los SS fue un desafío a la comunidad mundial", dijo Alexei Mitrofanov, presidente del comité de geopolítica del parlamento ruso.
El gobernador de la región carbonífera de Siberia occidental, Aman Tuleev, impuso la prohibición unilateral de la exportación de carbón a Letonia, convencido de que las sanciones son la forma más eficiente de presionar al estado.
El primer secretario de la embajada letona en Moscú, Vilmars Jeninsh, no se dejó inmutar por las presiones y dijo en la televisión rusa que su país adquirirá el carbón en otro lado.
El ex ministro de Economía Atis Sausnitis reconoció que se comenzaron a aplicar medidas extraoficiales para obstaculizar el comercio. Unos 300 millones de dólares en productos alimenticios de Letonia fueron demorados por la aduana rusa, explicó.
Krasts lo removió de su cargo por "exagerar los temores ante las amenazas de sanciones comerciales de Rusia". La medida provocó este mes la salida del izquierdista Partido Democrático de la coalición de gobierno.
Riga sostiene que las sanciones son injustificables. "Si Rusia detiene el tráfico de productos, la medida será nociva para su economía y la nuestra", declaró el día 8 el canciller letón Valdis Birkavs.
El diputado letón Ernest Yurkans dijo a la televisión rusa que los rusos en Letonia serían los primeros en sufrir las sanciones.
No obstante, el presidente de Rusia, Boris Yeltsin, pidió a su gabinete que busque la manera de que la ruta del transporte de petróleo ruso al oeste no pase por Letonia.
Yeltsin también habría ordenado que se acelere la construcción de terminales petroleras en la costa rusa del golfo de Finlandia y respaldado el boicot de los productos letones, como defienden algunos políticos.
Rusia sigue siendo el mayor socio comercial de Letonia y alrededor de 25 por ciento de su producto interno bruto en 1997 se debió al tránsito del petróleo y otros productos rusos.
En 1997, Rusia representó 21 por ciento de las exportaciones de 1.650 millones de dólares y 15,6 por ciento de las importaciones de 2,700 millones. El Ministerio de Economía predijo que si las exportaciones a Rusia se reducen a la mitad, es probable que los precios se eleven 40 por ciento en Letonia.
Además, Sergei Kiriyenko, el primer ministro designado por Yeltsin, pero no aprobado aún por el parlamento ruso, señaló este mes que la economía letona depende en gran medida de los honorarios recibidos por el tránsito del petróleo y confirmó que estaba preparando un paquete de sanciones económicas contra Riga.
No obstante, algunos analistas creen que Rusia tiene pocas alternativas geográficas para exportar el petróleo.
Cerca de 11 por ciento de las exportaciones de petróleo rusas pasan por la localidad letona de Ventspils, sólo inferior a la cantidad manejada por la ciudad rusa de Novorossiisk, en el Mar Negro, que mueve 25 por ciento.
Pero, el día 8, el gobierno y las principales compañías petroleras de Rusia anunciaron un acuerdo para reducir en 2,3 por ciento las exportaciones de petróleo y en 3,2 por ciento las de productos derivados, debido a los bajos precios internacionales.
Expertos estiman que el recorte se hará a costa de las terminales de petróleo letonas. (FIN/IPS/tra-en/sb/sk/sm/lp-aq/98