IRAN: Líder supremo supera crisis entre moderados y conservadores

La solución de la crisis desatada en Irán por la detención del alcalde de Teherán, Gholam-Hossein Karbaschi, requirió diplomacia y acuerdos, mecanismos necesarios en todo sistema político basado en salvaguardias democráticas.

La orden de liberación bajo fianza de Karbaschi, dada el miércoles por el máximo líder religioso iraní, el ayatollah Ali Husseini Jamenei, detuvo la crisis desatada el 4 de abril, con el arresto del alcalde.

Las acusaciones de corrupción contra Karbaschi no fueron retiradas. La decisión de Jamenei fue un acuerdo alcanzado entre el poder judicial, encabezado por el ayatollah Muhammad Yadzi, de línea dura, y el poder ejecutivo, liderado por el presidente moderado Muhammad Jatami.

La detención de Karbaschi fue considerada por los medios occidentales como evidencia de una "lucha de poder" en Irán. El término implica que hay una una única fuente de poder en Irán, y dos facciones opuestas en lucha por usurparla.

La constitución iraní es similar a las occidentales en la disposición de órganos independientes de poder, legislativo, ejecutivo y judicial, pero difiere en la provisión del Líder Supremo, un clérigo de alto rango con cualidades extraordinarias de liderazgo.

Escogido por la Asamblea de Expertos, el líder supremo es el árbitro final del poder.

Las elecciones a la Asamblea de Expertos, un órgano permanente, son realizadas por decisión del líder supremo. Durante los 19 años de existencia de la República Islámica de Irán hubo dos de estas elecciones.

Por debajo del líder supremo, al nivel administrativo, hay varios centros de poder. El presidente, electo directamente, y el parlamento de elección popular, de 270 integrantes, ahora presidido por Ali Akbat Nateq-Nouri, derrotado por Jatami en las elecciones del año pasado.

Les sigue el Consejo de Recursos, liderado por el ex presidente Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, encargado de conciliar diferencias entre el presidente y el parlamento, y designado por el líder supremo. Yazdi, el jefe del poder judicial, también es designado por el líder supremo.

De los cuatro hombres, Jatami y Rafsanjani son moderados, y Nateq-Nouri y Yazdi conservadores. En un hecho destacable en la región, no hay lugar en las más altas jerarquías para el comandante en jefe del ejército iraní.

Jamenei ordenó a los cuatro hombres que encontraran una solución a la crisis de Karbaschi. Cuando fracasaron, tomó el asunto en sus propias manos y aconsejó a Rafsanjani que interviniera.

La tensión era alta después que 3.000 estudiantes universitarios ignoraran el martes la decisión de su líder de cancelar una demostración a favor de Karbaschi en la Universidad de Teherán.

La demostración chocó con manifestantes conservadores hasta que la policía antidisturbios los dispersó con gaslacrimógeno y cachiporras.

Junto a la sugerencia de Rafsanjani hubo un pedido de Jatami para que liberara a Karbaschi bajo fianza.

La decisión de Jamanei evitó que la crisis se descontrolara, pero esto no significa que las diferencias entre los dos bandos rivales se vayan a desvanecer. Tampoco implica que un grupo haya vencido a otro.

Parte de la confusión surge del hecho de que en Irán no hay partidos políticos reconocidos, sino sólo dos grandes tendencias sociopolíticas, la conservadora y la liberal.

Los conservadores creen en la pureza de la revolución islámica de 1979, quieren dirigir al gobierno y la sociedad según las reglas musulmanas más estrictas y se oponen a los acuerdos transados.

Los liberales, aunque leales a la revolución, quieren ser pragmáticos en su dirección del gobierno y la sociedad, y pretenden actuar estrictamente según la constitución.

La pacífica prueba de fuerza continuará entre los dos bandos, como ocurrió en el pasado, ya que este es el centro de la política iraní. En esencia, el sistema no difiere mucho de la forma en que se conduce la política partidaria en Occidente.

Cabe destacar que, desde la revolución de 1979, los iraníes participaron en 18 votaciones, integradas por varios referendos, comicios parlamentarios y presidenciales y la elección de la Asamblea de Expertos.

En las elecciones populares participaron numerosos candidatos, compitiendo formalmente en calidad de independientes. Aun durante la guerra contra Iraq entre 1980 y 1988, los comicios parlamentarios y presidenciales se celebraron a tiempo.

Los medios de comunicación iraníes informaron con relativa libertad sobre el caso Karbaschi.

Desde que Jatami asumió el poder, la prensa aprovechó al máximo el artículo 24 de la Constitución que, al menos en principio, faculta la libertad de prensa, "excepto en los casos que van en detrimento de los principios fundamentales del Islam o los derechos del público".

Antes de la detención de Karbaschi, una decena de sus colaboradores fueron arrestados por cargos de corrupción y, tras su interrogación, puestos en libertad. Los liberados denunciaron ante el Parlamento que fueron torturados durante su detención e incluso obligados a dormir en féretros.

La violación por parte de las autoridades del artículo 41 de la Constitución, que estipula la prohibición de "toda forma de tortura con el fin de extraer confesiones u obtener información", sólo enardeció la situación.

El caso evidenció este tipo de tortura y los arrestos arbitrarios ordenados por los funcionarios judiciales de línea dura, a menudo con fines políticos.

A Karbaschi se le acusa de haber desviado fondos municipales para ayudar a financiar la campaña electoral de Jatami en la capital. El gran Teherán alberga a casi un quinto de la población de 65 millones de Irán y el apoyo que recibió el presidente en la metrópolis decidió el resultado final y enfureció a sus rivales.

Por otra parte, los partidarios de la línea dura arguyen que la ley se debe aplicar a todos por igual. Fuentes judiciales aseguran que existe evidencia de la culpabilidad de Karbaschi y que varios de sus colaboradores fueron procesados en el curso de una investigación sobre corrupción municipal.

Dado que los cargos contra Karbaschi no fueron retirados, habrá un proceso judicial en su contra. Al parecer, el caso se extenderá en forma indefinida, en forma similar al caso Whitewater que investiga la posible corrupción del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, desde hace tiempo.

Curiosamente, el caso Whitewater reveló algunas de las debilidades y muchos de los puntos fuertes del sistema político cuestionado por el poder judicial. El caso Karbaschi está haciendo lo mismo para el sistema político de Irán. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/lp-aq/ip/98

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