El gobierno de Panamá condenó el asesinato del obispo auxiliar de Guatemala, monseñor Juan Gerardi, y ofreció su respaldo "incondicional" al presidente guatemalteco Alvaro Arzú para el esclarecimiento "de este crimen horrendo".
Gerardi, coordinador de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de la capital guatemalteca, fue asesinado a golpes la noche del domingo cuando regresaba a la casa parroquial en que tenía su residencia.
Un comunicado de la cancillería panameña indicó que el papel desempeñado por Gerardi en defensa de los pobres y las víctimas de la violencia en Guatemala "le asignan a su muerte violenta un significado que trasciende cualquier consideración sobre las intenciones de sus asesinos".
También el gobierno de Costa Rica expresó profunda consternación ante el asesinato del obispo, a quien consideraba "un permanente defensor de los derechos humanos y un ardiente constructor de la paz".
Gerardi "nunca se intimidó ante las amenazas y atentados con que los violentos intentaron reiteradamente acallar su voz", destacó el lunes el gobierno costarricense.
El obispo fue muerto menos de 72 horas después de presentar el informe de 1.400 páginas "Guatemala: Nunca Más" que contiene el resultado de una investigación de la Iglesia Católica sobre la violencia política.
El informe responsabilizó al ejército guatemalteco de 80 por ciento de los 55.000 casos documentados de violación de derechos humanos ocurridos en los 30 años de conflicto armado.
La cancillería panameña advirtió que el asesinato de Gerardi "no puede significar, sin embargo, un golpe de muerte contra el proceso de paz tan difícil y angustiosamente alcanzado" hace poco más de un año en Guatemala.
El gobierno de Panamá también instó a la Conferencia Episcopal de Guatemala, al clero de ese país y a la familia de Gerardi "a no desmayar y a redoblar el trabajo por la paz y la reconciliación".
Por su parte, las autoridades costarricenses advirtieron que "este acto execrable, reflejo de una época tenebrosa que debe extirparse para siempre de Centroamérica", no debe detener "la marcha de Guatemala hacia la paz que anhelan sus hijos". (FIN/IPS/sh/mso/ff/hd/98