La muerte del diputado brasileño Luiz Eduardo Magalhaes determinó hoy el aplazamiento de una gran operación para hacer conocer a Brasil en España, al interrumpir el presidente Fernando Henrique Cardoso una visita oficial de cinco días a este país.
Cardoso inició su visita oficial al mediodía del martes, cuando fue recibido por el rey Juan Carlos.
Una prueba del desinterés español por Brasil la dieron este miércoles los tres diarios de mayor circulación: El País, El Mundo y ABC. Ninguno de ellos ni siquiera mencionó, en sus primeras planas, que Cardoso comenzó el día anterior su visita oficial.
El propio El País, al informar el martes en páginas interiores que llegaría Cardoso, consignó que en el Ministerio de Asuntos Exteriores de España se considera a Brasil "el gran olvidado de la política exterior española".
Cardoso suspendió su visita al recibir la noticia de la muerte en Brasil del diputado Magalhaes, su amigo y aliado político, que tenía 43 años y fue víctima de un infarto.
La suspensión afectó asimismo al resto de su comitiva, y fue cancelado un encuentro del canciller Luiz Felipe Lampreia y del ministro de Hacienda Pedro Malán con representantes de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE).
La visita de Cardoso fue organizada con una duración superior a la de otros jefes de Estado y contemplaba una serie de actos que ayudarían a relanzar la imagen de Brasil en España, y hacer recobrar la memoria sobre la importancia de ese país.
Entre otras cosas, el visitante iba a recibir el doctorado Honoris Causa de la tradicional Universidad de Salamanca y visitaría también la Comunidad de Galicia.
La cancillería brasileña montó en un céntrico hotel madrileño una oficina especial de apoyo a la visita. Empresarios y expertos que integraban la comitiva presidencial habían previsto una serie de reuniones y actividades orientadas a la búsqueda de nuevos negocios y asociaciones.
Fuentes diplomáticas no descartan que Cardoso pueda volver como visitante oficial a España incluso este año, quizás en las vísperas o al finalizar la Octava Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que se realizará en octubre en la ciudad portuguesa de Oporto.
La imagen de Brasil en España se limita a la de sus estrellas futbolísticas, el carnaval de Río de Janeiro, los problemas en la Amazonia, la violencia y los niños de la calle. En cambio, su cultura, ciencia y desarrollo tecnológico e industrial son prácticamente desconocidos, con las excepciones del caso.
El relanzamiento de Brasil en España se apoya en hechos de los últimos años, y en especial en el fuerte interés inversor español. En 1997, España ocupó el segundo lugar en las inversiones externas en aquel país, detrás de Estados Unidos.
Asimismo, en cuatro años se duplicaron las exportaciones españolas a Brasil, que pasaron de 660 millones de dólares en 1994 a 1.200 millones en 1997.
Otro motivo para mejorar esas relaciones surge de las coincidencias entre el gobierno del centroderechista José María Aznar y el de Brasil, acerca de la cooperación entre la Unión Europea y América Latina para enfrentar los riesgos de la globalización.
Precisamente fue Aznar quien propuso la realización de una Cumbre Euro-Latinoamericana que, finalmente, fue convocada para principios de 1999 en Río de Janeiro y que será la primera de ese tipo.
Y fue Cardoso quien sugirió que la Cumbre de Oporto tenga como tema central de discusión la globalización y la manera en que Europa y América Latina pueden cooperar para aprovechar los efectos positivos de ese fenómeno y evitar los negativos. (FIN/IPS/td/ff/ip/98