Protegidos al parecer por autoridades, ex policías y militares mexicanos, los hermanos Arellano Félix, jefes del cartel de narcotraficantes de Tijuana, reinstalan la discordia entre Estados Unidos y este país.
Tras alabar en los últimos meses sus "inéditos" esfuerzos de cooperación, funcionarios antidrogas de los dos países se reprocharon públicamente esta semana por no capturar a los líderes de ese cartel mexicano, que opera desde hace más de una década.
Al finalizar la quinta reunión del Grupo de Contacto de Alto Nivel contra las drogas, celebrada en México el lunes y el martes, el procurador Jorge Madrazo demandó a Washington mayor empeño para detener a los narcotraficantes, que según dijo, se mueven en ciudades de Estados Unidos.
"Vale la pena recordar que 250 millones de personas cruzan cada año la frontera (de Estados Unidos con México), lo que la convierta en la más abierta del planeta", respondió el jefe de la oficina antidrogas de Washington, Barry McCaffrey.
Madrazo advirtió que México no está "muy satisfecho con el esfuerzo que hacen los Estados Unidos, como ellos no están muy satisfechos con el esfuerzo de nosotros, pues materialmente no tenemos a los hermanos Arellano Félix".
Los reclamos sorprendieron, pues desde principios de febrero, cuando los dos gobiernos acordaron una estrategia común contra el narcotráfico y dieron por terminada la era de las recriminaciones, no se había registrado ningún intercambio de reproches.
Ramón, Javier y Benjamín Arellano Félix comandan el cartel de Tijuana, una ciudad mexicana fronteriza con Estados Unidos, en las costas del océano Pacífico.
Las autoridades sostienen que esa familia es responsables del ingreso en Estados Unidos de decenas de toneladas de cocaína, marihuana y heroína.
Miembros del cartel detenidos en 1996 y 1997 afirman que los hermanos Arellano Félix utilizan credenciales del Estado Mayor Presidencial de México y tienen la protección de ex policías y militares.
El cartel de Tijuana es la organización de narcotraficantes más importante del corredor del oceano Pacífico, según dicen las autoridades.
Entre los colaboradores de los Arellano se contaba el capitán Gerardo Cruz, detenido hace dos años, quien en 1991 integró una de las instituciones militares de mayor prestigio en México: las guardias presidenciales, encargadas de la seguridad del mandatario.
Aunque no existen pruebas contundentes, investigaciones independientes sugieren que el cartel de Tijuana tiene la complicidad de autoridades y políticos.
El gobierno de Ernesto Zedillo ofrece cerca de tres millones de dólares de recompensa a quien entregue información que permita la captura de los hermanos Arellano.
Washington, por su parte, tiene a esos jefes mafiosos en la lista de los delincuentes más buscados por la policía federal.
Al cartel de Tijuana se le atribuyen múltiples crímenes, entre ellos, la muerte del cardenal mexicano Jesús Posadas en 1993. Según la policía mexicana, los miembros de esa organización son especialmente sanguinarios.
En diciembre de 1993, el gobierno del entonces presidente Carlos Salinas (1988-94) logró detener a Francisco Arellano Félix y prometió que el cartel de Tijuana sería destruído en menos de seis meses.
Pero pasaron cerca de cinco años y si bien Francisco permanece recluido en una cárcel de alta seguridad, sus hermanos siguen en libertad.
Los investigadores señalan que los hermanos Arellano operan principalmente en el estado de California, un punto de "lavado" de dinero, según aseguró esta semana la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico.
El gobierno de Estados Unidos, el país de mayor consumo de drogas en el planeta, y el de México, uno de los principales lugares de tránsito de drogas y de lavado de dinero, afirman desde 1997 que el cartel de Tijuana será desmantelado antes de finalizar este año. (FIN/IPS/dc/ff/ip/98