La liberación esta semana del prisionero político más destacado de China, Wang Dan, a condición de su exilio en Estados Unidos, aumentará la presión sobre el presidente Bill Clinton para que exija a Beijing la excarcelación de otros presos, según organizaciones de derechos humanos.
De acuerdo con la exhortación que realizó Wang Dan en Nueva York este jueves después de una breve estadía en un hospital de Detroit, Clinton debería hablar en nombre de los prisioneros políticos chinos cuando visite Beijing en junio, un viaje que generó controversias entre los activistas.
"Creo que Clinton debe plantear la cuestión de los prisioneros políticos chinos. Aunque existen muchos asuntos de derechos humanos en China, creo que este aspecto es el principal", dijo Wang Dan en una conferencia de prensa en la City University de Nueva York.
Ningún otro país tiene tantos detenidos políticos, aseguró. Según Amnistía Internacional, unas 2.000 personas están en la cárcel en China acusadas de conducta "'contrarrevolucionaria" y cientos más por defender el cambio de las condiciones laborales o el respeto de las libertades civiles.
Funcionarios de Estados Unidos y algunos activistas indicaron que la liberación de Wang Dan, supuestamente por razones médicas, es la última señal de que la callada presión que Washington ejerce sobre Beijing para mejorar la situación de los derechos humanos está surtiendo efecto.
"Mantenga esta buena labor, señor presidente. Hay miles más de defensores de la democracia detenidos o encarcelados en China que necesitan su ayuda ahora", expresó Joseph Birman, profesor de física de la universidad y miembro de la organización Derechos Humanos en China, en respuesta a la liberación de Wang.
Pero otros expertos de derechos humanos no están tan seguros de que la situación en China esté mejorando.
Muchos temen que la liberación de Wang Dan, famoso porque dirigió a los estudiantes que manifestaban a favor de la democracia en la plaza Tiananmen, en 1989, pueda quitarle presión a Beijing por su detención de opositores menos visibles.
"Wang Dan no será el último de los prisioneros chinos detenidos injustamente después de pedir públicamente un cambio, pero quizá sea el último cuyo nombre es reconocido fuera de China", sostuvo Sidney Jones, director ejecutivo de Human Rights Watch/Asia.
"Sería un error que la preocupación del mundo por mí y un puñado de disidentes famosos restara atención a la legión de prisioneros políticos chinos menos conocidos", manifestó Wang Dan. "Entre ellos están Liu Nianchun, Li Hai, Gao Yu, Liu Xiabo y muchos más".
"Nuestra tarea como organizaciones de derechos humanos es conseguir que otros gobiernos se concentren en otros miles de prisioneros sin nombre ni rostro encarcelados arbitrariamente en China, y que trabajen para su liberación", añadió Jones.
La organización Derechos Humanos en China presentó a la secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, una lista con 158 nombres de prisioneros detenidos por participar en el movimiento por la democracia de 1989, en un intento de que Clinton presione para conseguir más liberaciones.
El esfuerzo podría resultar una lucha contra la corriente. La liberación de Wang Dan "por razones médicas", como la del prisionero Wei Jingsheng en noviembre, ayuda a mejorar la imagen de Beijing antes de la importante visita de Clinton en junio.
Tras la liberación de Wei, y en medio de los crecientes rumores sobre la puesta en libertad de Wang Dan, el gobierno chino logró frenar fácilmente los esfuerzos del último mes por cuestionarlo en la Comisión de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, de Ginebra.
Pero algunas organizaciones activistas dijeron que las detenciones políticas se siguen realizando y, como señaló Amnistía Internacional, "una liberación al año no marca una tendencia".
Tampoco Wang Dan cree que su caso sea una victoria clara. "Mis sentimientos ahora son encontrados. Por un lado, estoy naturalmente encantado de respirar en libertad una vez más", declaró.
"Pero por el otro, me siento trastornado porque fui obligado a abandonar mi país, a vivir alejado de mis familiares, amigos y el resto de mis compatriotas, sin saber cuándo se me permitirá verlos de nuevo, si es que eso sucede", dijo.
El gobierno chino, puntualizó, condicionó su libertad por razones médicas a su abandono del país.
Aunque Wang Dan había rechazado la oferta cuando fue liberado en 1993, antes de volver a ser detenido en 1995, el ex prisionero dijo que esta vez estaba convencido de que podría llevar adelante una campaña por la democracia más eficaz en el extranjero y reanudar su educación.
Excepto por una recurrente tos causada por el asma, no tuvo problemas de salud relevantes, añadió.
Wang Dan, detenido poco después de que fuerzas de seguridad chinas aplastaran al movimiento demócrata en una masacre en la plaza Tiananmen, el 4 de junio de 1989, dijo que inició gestiones para seguir adelante con sus estudios en Estados Unidos.
Al igual que Wei Jingsheng, el líder estudiantil aún está acusado de delitos contra el Estado en China.
Paradójicamente, Wang Dan afirmó que el nuevo primer ministro de China, Zhu Rongji, un destacado reformador económico, es en comparación con otros líderes "más popular y más eficaz".
Además, dijo esperar que el nuevo líder "pueda ir más allá de los asuntos económicos e influir sobre los asuntos políticos, de los cuales se ha mantenido alejado".
Pero Zhu podría tener sus propias limitaciones para mejorar el sistema chino, agregó, y destacó que el primer ministro fue alguna vez víctima de la campaña "antiderechista" de la China maoísta.
Lo importante, concluyó Wang Dan, es que las fuerzas externas continúen presionando a Beijing por reformas democráticas y de derechos humanos. (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/aq-ml/hd/98