Miembros de Sierra Club, uno de los grupos ambientalistas más influyentes de Estados Unidos, rechazaron una iniciativa interna para imponer más restricciones a la inmigración.
La propuesta, que fue sometida a la votación anual del grupo, generó un debate nacional sobre inmigración y degradación ambiental.
La iniciativa exhortaba al grupo ambientalista a adoptar una política que limitara la inmigración a Estados Unidos en lugar de la posición neutral que mantenía hasta el momento.
Sin embargo, de los 550.000 miembros que sufragaron, 60 por ciento lo hicieron a favor de la actual política, mientras 39,9 por ciento votaron por la iniciativa antiinmigratoria.
Directores de la organización opuestos a la propuesta se aliviaron con el resultado. "Sierra Club no puede proteger el ambiente construyendo un muro alrededor de nuestras fronteras", declaró Carl Pope, director ejecutivo del grupo.
"Nuestra gente desea continuar con el verdadero trabajo: combatir la contaminación, limpiar el aire y el agua, proteger la tierra silvestre y la fauna, y reducir la sobrepoblación mundial", agregó.
Por otra parte Alan Kuper, un activista del grupo que promovió la iniciativa contra la inmigración, opinó que la presión que ejercen los inmigrantes sobre la población contribuye a la degradación ambiental.
"El enlentecimiento del crecimiento de la población estadounidense desde distintos enfoques, incluido el de la inmigración, producirá beneficios ambientales a largo plazo", afirmó.
"Las iniciativas ambientales serán inútiles a menos que se enlentezcan la inmigración y el crecimiento de la población", advirtió Leon Kolankiewicz, vicepresidente de Carrying Capacity Network, un movimiento contra la inmigración.
Según la Oficina de Estadísticas, cada año unos 800.000 inmigrantes obtienen la residencia legal en Estados Unidos e ingresan al país unos 300.000 extranjeros en forma ilegal.
Durante los últimos meses, la fuerte campaña en favor y en contra de la iniciativa antiinmigratoria dividió a Sierra Club. Miembros y líderes del grupo acusaron a agentes externos de interferir en la política internacional de la organización apoyando la propuesta.
El Grupo de Ecología Política de San Francisco, una organización ambientalista que promueve los derechos de los inmigrantes, realizó un estudio que demuestra cómo diversos grupos contrarios a la inmigración trabajaron a favor de la iniciativa.
La iniciativa de Sierra Club tuvo el respaldo de grupos de derecha como la Federación de Reforma de la Inmigración Estadounidense, y Reforma y Californianos para la Estabilización de la Población.
Ambos grupos apoyaron la Propuesta 187 que prohibió el acceso de los inmigrantes ilegales a la educación, gran parte de la atención médica y otros servicios del estado de California.
Con la ayuda de estas organizaciones contra la inmigración, otros grupos ecologistas, como Earth First! y Wilderness Society, adoptaron políticas similares a la propuesta fallida de Sierra Club para limitar la inmigración.
Pero los inmigrantes no son el problema, replicaron los opositores de la propuesta que ganaron el debate en la votación de Sierra Club.
"Las propuestas para reducir la inmigración y la población restan atención a los verdaderos responsables de la degradación ambiental, que son la codicia empresarial, el militarismo, las tecnologías inadecuadas y la creciente brecha entre ricos y pobres", sostuvo Andy Smith, del Hampshire College.
La degradación ambiental no está relacionada con el tamaño de la población porque no todos consumen los recursos y generan contaminación de la misma manera, aseguró Cathi Tactaquin, del Comité de Población Nacional de Sierra Club y directora de la Red Nacional para los Derechos de Inmigrantes y Refugiados.
Las clases media y alta de Estados Unidos contribuyeron a los problemas ambientales del mundo más que cualquier otro grupo humano, explicó el ecologista Bill McKibben, autor de "End of Nature" (Fin de la Naturaleza).
"Si no estamos dispuestos a reducir el consumo, entonces limitar la inmigración es una forma testaruda de buscar un chivo expiatorio", escribió McKibben en el diario The New York Times.
En un país de inmigrantes como Estados Unidos, "¿quiénes son los ecologistas para decidir quiénes se deben quedar afuera?", se preguntó McKibben.
"En un planeta repleto de pobreza desesperante, el país más rico tendrá dificultades para argüir que la puerta se debe cerrar (a los extranjeros), sobre todo porque casi todos nosotros podemos recordar nuestras raíces inmigrantes", dijo McKibben.
Autoridades de Sierra Club también advirtieron que la medida contra la inmigración alejaría a los grupos étnicos minoritarios de la organización y debilitaría su relación con grupos ecologistas internacionales.
Paradójicamente, la lucha de los directores contra la propuesta reforzó los vínculos con organizaciones de las minorías.
"Los directores y las bases se unieron para frenar esta política errónea. Ahora podemos volver a proteger el ambiente con renovado vigor y alianzas fortalecidas", expresó el director ejecutivo Pope. (FIN/IPS/tra-en/dk/mk/ml-aq/en-pr/98