El Departamento (ministerio) de Defensa de Estados Unidos (Pentágono) estimó que Cuba no es una amenaza para la seguridad nacional, lo que pone en crisis uno de los principios sobre los que se basa el bloqueo impuesto en 1962 por Washington contra la isla.
Además de dejar en evidencia las divisiones existentes en el gobierno de Bill Clinton respecto de Cuba, el informe echa por tierra la justificación de la "amenaza castrista" (por el presidente Fidel Castro) a la hora de mantener la política de aislamiento.
El peligro cubano es uno de los argumentos principales frente a opiniones como las del diputado estadounidense del Partido Demócrata Javier Becerra, quien a fines de marzo afirmó que "si algo no funciona, hay que cambiarlo, y el embargo no ha funcionado".
"Las Fuerzas Armadas Revolucionarias nunca han tenido un carácter ofensivo, sino defensivo", dijo este jueves el vocero de la cancillería cubana Alejandro González, quien evitó comentar un informe que dijo no conocer en profundidad.
El planteo de que Cuba no constituye una amenaza para Washington "no descubre nada nuevo" y "todo el que tenga un poco de seriedad en Estados Unidos sabe que es así", dijo González.
Mientras La Habana optó por el silencio, las opiniones en contra del informe del Pentágono afloraron de inmediato entre congresistas estadounidenses de origen cubano que, como Ileana Ross-Lehtinen y Lincoln Díaz Balart, son firmes partidarios de endurecer las sanciones contra la isla.
Los congresistas se reunieron el 24 de marzo con el jefe del Comando Sur del ejército estadounidense, general Charles Wilhelm, para recordarle el peligro que significa una base de espionaje en Cuba y la posible terminación de una central electronuclear.
Pero, seis días después, Wilhelm declaró su apoyo incondicional al informe del Pentágono ante la Comisión de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes del Congreso.
"Yo no considero que las fuerzas armadas de Cuba sean una amenaza para Estados Unidos", afirmó Wilhelm.
El jefe militar aseguró que las fuerzas armadas cubanas se han reducido a la mitad en esta década, dedican 70 por ciento de su actividad a labores agrícolas y de mantenimiento y que no hay indicios de que Cuba fomente la inestabilidad en la región.
El general retirado John Sheehan, ex comandante de las Fuerzas Atlánticas, también apoyó el texto. Sheehan realizó una visita a Cuba el mes pasado y es partidario de contactos regulares entre los jefes militares de ambos países.
Pero la postergación de la presentación del informe ante el Congreso para que pueda revisarlo el secretario (ministro) de Defensa, Willian Cohen, podría conducir a un endurecimiento de algunas de las evaluciones.
De todos modos, de mantenerse la conclusión principal, el informe sería una respuesta contundente de los militares estadounidenses a una solicitud del poder político de ese país, que partía de la base contraria.
"Cuba no es una amenaza" sería la primera respuesta a la enmienda Graham aprobada el pasado año, que estableció que el secretario de Defensa debía revisar y evaluar antes del 30 de marzo la capacidad militar cubana.
La enmienda Graham reconoce a Cuba como un peligro y exige al secretario de Defensa la elaboración de planes de contingencia y la identificación de recursos para defender el territorio estadounidense de potenciales acciones hostiles desde la isla.
La evaluación del Pentágono generó un amplio debate en Estados Unidos, pero expertos cubanos la consideraron "nada sorprendente", pues coincide con otras emitidas en los últimos años.
Mientras los estudiosos prefieren el anonimato, las autoridades en la isla se han mantenido cautelosas y los medios de comunicación monopolizados por el Estado han evitado emitir comentarios.
Al parecer, La Habana no ha querido reaccionar ante un documento que aún no ha sido presentado de forma oficial y evita, al mismo tiempo, cualquier gesto que pudiera ser malinterpretado por los sectores militares.
"El único peligro que podría llegar a Estados Unidos desde Cuba sería una ola migratoria, y eso es imposible en este momento", dijo a IPS un analista político, vinculado con el gobierno, que reclamó reserva sobre su identidad.
El informante atribuyó esa imposibilidad a los acuerdos migratorios bilaterales que facilitan la emigración legal y establecen la repatriación de todos los cubanos que intenten ingresar de forma ilegal a Estados Unidos.
Cuba destinó este año 680 millones de pesos (igual al dólar al cambio oficial) de su presupuesto estatal a la defensa y el orden interior, mucho menos que los 2.865 millones asignados a salud pública y la educación.
El ministro de Defensa, general Raúl Castro, afirmó en 1993 que la desintegración de la Unión Soviética puso punto final a la ayuda militar de ese país y colocó al gobierno cubano ante el imperativo de que el potencial militar dependa del desarrollo económico.
En esta coyuntura, el ejército cubano transformó su doctrina militar hacia la concepción netamente defensiva de "guerra de todo el pueblo", partiendo de la certeza de que apenas cuenta con el esfuerzo propio para enfrentar una agresión extranjera.
"Cuba no es una amenaza para Estados Unidos ni Estados Unidos piensa usar el poder militar contra Cuba. Las fuerzas armadas cubanas son netamente defensivas", dijo durante una visita a Cuba en febrero de 1996 el general estadounidense retirado Eugene Carroll.
Si las conclusiones del informe no son una sorpresa en círculos militares estadounidenses, adquieren mayor relevancia por coincidir con la resaca de la visita del papa Juan Pablo II a Cuba, en enero.
Por mucho que se hubieran podido prever los efectos de la gira del pontífice por la isla, al parecer ni La Habana ni Washington estaban preparados para la coincidencia de voces en torno a la justeza o no del mantenimiento del bloqueo.
El aplazamiento de la presentación del informe del Pentágono coincidió con un hecho sin precendente en los últimos 39 años: la entrega el martes a la Casa Blanca de 12.000 firmas de emigrados cubanos contra el bloqueo.
El anuncio sucedió también a la realización de un foro de negocios Estados Unidos-Cuba y a la decisión de varios congresistas, la Cámara de Comercio y personalidades de ese país de crear un grupo de presión también contra el bloqueo.
Por su parte, el gobierno de Clinton decidió el día 20 levantar la prohibición de los vuelos directos de carácter humanitario y el envío de hasta 1.200 dólares al año por cada cubano-estadounidense a sus familiares en la isla.
También afirmó que facilitaría el procedimiento para la venta de medicamentos y equipos médicos y trabajaría con legisladores para lograr el suministro de alimentos a Cuba, aunque aclaró que no significaba un cambio de política hacia el presidente Fidel Castro.
El levantamiento de las sanciones, anunciado como un deshielo hacia el pueblo pero no hacia Castro, fue evaluado por el presidente cubano en declaraciones a la cadena de televisión CNN de realmente positivas y constructivas.
"Las medidas van a ayudar a mejorar el clima de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos", dijo Castro. "Lo que dependenda de nuestra parte" para una pronta reactivación de las relaciones "lo haremos", agregó. (FIN/IPS/da/mj/ip/98