La importación de gas natural en Brasil, liberalizada desde el día 16, significa en los hechos que empieza a concretarse el fin del monopolio del sector petrolero que duró 45 años.
La empresa Petrobrás escapó a la furia privatizadora del gobierno. El presidente Fernando Henrique Cardoso aceptó mantenerla en la órbita del Estado, reconociendo la fuerza política e histórica de ese símbolo nacional construído en una campaña popular en los años 50.
Pero una enmienda constitucional aprobada el año pasado transfirió el ejercicio del monopolio petrolero, que se mantiene en manos del Estado, a la Agencia Nacional del Petroleo (ANP), órgano gubernamental que dicta las reglas del sector.
Con la flexibilización, la exploración, producción, comercio exterior y refinación de petróleo y gas natural, antes exclusivas de Petrobrás, se abren a empresas privadas a través de concesiones ofrecidas por la ANP en licitaciones.
Instalada desde enero, la agencia reguladora empezó a restructurar el sector de combustibles liberando la importación de gas.
La meta es "duplicar en los próximos cinco años" el consumo nacional de gas natural, hoy limitado a 17 millones de metros cúbicos diarios y dos por ciento de la matriz energética del país, anunció el director general de ANP, David Zylberstajn, yerno de Cardoso.
A largo plazo esa participación deberá elevarse a 10 por ciento, de acuerdo con los planes del gobierno. El consumo será particularmente impulsado por el uso del gas en las centrales termoeléctricas que abastecerán las regiones sudeste y sur, las más pobladas e industrializadas de Brasil.
Son regiones amenazadas de escasez de energía eléctrica y donde se agotaron las posibilidades de ampliar la generación con recursos hídricos.
El Plan Decenal de Expansión del sector eléctrico prevé incrementar la actual capacidad de generación, de 59.100 megavatios, a 95.600 megavatios en el 2007, para responder a un consumo que aumenta cinco por ciento al año. Un tercio de la generacin adicional será aportado por termoeléctricas.
La hidroelectricidad responderá por 68 por ciento del aumento previsto para los diez años, pero concentrándolo en el norte y oeste, donde quedan los ríos con potencial aún no aprovechado.
En el sur y sureste, con dos tercios de la producción nacional y fuerte aumento de la demanda a corto plazo, las centrales termoelétricas a gas natural parecen la mejor solución, evaluó Ieda Correa Gomes, vicepresidente de la empresa Pan American Energy.
Pan American, junto con otras exploradoras y transportadores de gas en Argentina, negocia con distribuidoras brasileñas un gigantesco programa de abastecimiento al centro-sur brasileño, llegando hasta Rio de Janeiro.
La demanda brasileña podrá superar 50 millones de metros cúbicos diarios, aun después de que Bolivia esté suministrando el máximo previsto en el contrato entre los dos países, 30 millones de metros cúbicos, estiman las distribuidoras brasileñas.
El gasoducto entre Bolivia y Brasil, ya en construcción, es un proyecto aprobado incluso en el marco del monopolio de Petrobrás, que controla su ejecución.
Las nuevas condiciones favorecen varios proyectos en estudio para la importación de gas argentino, cuya producción, hoy de 80 millones de metros cúbicos diarios, podrá más que duplicarse en el 2010, según Correa Gomes.
Distribuidoras de los estados federados brasileños, en general estatales pero varias en proceso de privatización, podrán importar directamente sin depender de Petrobrás.
Los planes prevén la proliferación de centrales termoeléctricas a gas a lo largo de la frontera brasileña con Bolivia y Argentina y de los gaseoductos.
Sólo la AES, empresa estadounidense, solicitó a la ANP autorización para importar 18 millones de metros cúbicos diarios de gas, volumen que supera el consumo brasileño actual. Gran parte se destinaría a dos termoeléctricas en Rio Grande do Sul, estado del extremo sur de Brasil. (FIN/IPS/mo/mj/en/98