/BOLETIN-INTEGRACION/ AMERICA/CUMBRE: Un proceso de integración de casi 200 años

La II Cumbre de las Américas, que entre este sábado y domingo reúne en Santiago a gobernantes de 34 países, tiene de antecedente histórico el panamericanismo, nacido hace 172 años en el Congreso Anfictiónico de Panamá.

"Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo una sola nación, con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo", señaló Simón Bolivar en 1815, en su célebre Carta de Jamaica, respecto de la proyectada integración de las Américas.

Bolivar llevó a la práctica el Congreso Anfictionico de 1826, y otros latinoamericanos, como el venezolano Francisco de Miranda y el colombiano Antonio Nariño, también defendieron la idea de la integración, observó a IPS el historiador panameño Jorge Conte Porras.

En 1790, Miranda elaboró el primer proyecto de constitución de una futura confederación latinoamericana, que debía formarse con los territorios liberados de las potencias coloniales europeas.

Más al sur, José de San Martín y Mariano Moreno, en Argentina, y José Artigas, en Uruguay, promovieron la causa americana.

Pero la primera experiencia de libre comercio en América fue obra de holandeses e ingleses, que a fines del siglo XVIII lo instauraron en Curazao y otras islas del Caribe, recordó Conte Porras.

"Lo que va a ocurrir ahora es sumamente importante para el progreso de América, pero no es una idea nueva, sino la culminación de casi dos siglos de lucha por la integración" del continente, dijo el historiador.

Conte Porras aclaró que el proyecto de unidad continental de Bolívar no era una coalición ofensiva, como se ha señalado, sino "una alianza defensiva de la independencia y la integración territorial, comercial y económica" de las Américas.

Varios historiadores bolivarianos han señalado que las causas del fracaso de aquella propuesta de unidad fueron la inmadurez de los nuevos estados, las luchas internas por el poder y la doctrina de dominación predominante en Estados Unidos desde la primera mitad del siglo XIX.

La doctrina de "América para los americanos", propuesta en 1823 por el entonces presidente James Monroe, y la del "gran garrote", de Theodore Roosevelt (1901-1909), envilecieron las relaciones entre Estados Unidos y el resto del continente.

Estados Unidos fue invitado formalmente al congreso de 1826, pero la muerte del delegado Richard Anderson, en Cartagena, cuando viajaba hacia Panamá, y el retraso de otro enviado, John Sargeant, frustraron el diálogo directo entre estadounidenses y latinoamericanos.

Acontecimientos posteriores inspiraron al poeta nicaragüense Rubén Darío su "Oda a Roosevelt" (1905), que presentó a Estados Unidos como "el futuro invasor" de América hispana.

Entre 1845 y 1983, Estados Unidos arrebató la mitad de su territorio a México, y ocupó Panamá, cuando aún era el departamento del Istmo de Colombia, y también Cuba, Puerto Rico, Nicaragua, Haití, Honduras, República Dominicana y la pequeña isla de Granada.

En 1989 volvió a invadir Panamá, por décimo tercera vez desde 1856, en este caso para llevar ante sus tribunales al general Manuel Noriega.

Por por fin, en 1994, los "marines" estadounidenses desembarcaron en Haití, una operación realizada para devolver el gobierno al presidente constitucional Jean-Bertrand Aristide y que fue aceptada por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.

El ex presidente panameño Jorge Illueca señaló en un ensayo sobre el ideario bolivariano que, mientras Washington esgrimía la doctrina Monroe, el gran garrote y su estrategia agresiva de la guerra fría, el proyecto de unidad latinoamericana nunca se detuvo.

También persistió el esfuerzo por la concertación y la solidaridad continental, expresándose en los congresos de Lima en 1847 y 1848, en Santiago de Chile y Washington en 1850, nuevamente Lima en 1864 y 1865 y en la Primera Conferencia Panamericana de Washington en 1889.

En el presente siglo, ese esfuerzo se repitió en las conferencias panamericanas de México, en 1901, Río de Janeiro, en 1906, Buenos Aires, en 1910, Santiago de Chile, en 1923 y en el Congreso Conmemorativo de 1926, en Panamá, al llegarse al centenario del Congreso Anfictiónico.

Así mismo, Rubén Darío, convertido en portavoz de Hispanoamérica, comenzó en 1914 una gira por la región a favor de la paz, que sería interrumpida por su muerte, en 1916.

La antorcha fue recogida entonces por el escritor argentino Manuel Ugarte, que intentó impulsar en la segunda y tercera década del siglo la unidad de América Latina, a la que consideraba "Un país", de acuerdo con el título de una de sus obras más difundidas.

En 1948, la conferencia de Bogotá dio nacimiento a la Organización de Estados Americanos (OEA), en sustitución de la antigua Unión Panamericana y con influencia política determinante de Washington.

Antes, los países de América se habían reunido en La Habana (1928), en Montevideo (1933), en Buenos Aires (1936), y en Lima (1938), y luego lo hicieron en Caracas (1954).

En las conferencias de presidentes de América realizadas en Panamá (1956) y en el centro turístico uruguayo de Punta del Este (1967), la mayoría de los interlocutores latinoamericanos de Estados Unidos representaban a gobiernos de facto.

Pero en Miami (1994), cuando fue lanzada la idea de constituir hacia el 2005 el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la democracia era ya reivindicada por todos, aunque su aplicación fuera todavía imperfecta en varios casos.

Cuba, excluida de la OEA en 1962 por presión de Estados Unidos, no fue invitada a Punta del Este ni a Miami, y tampoco está presente en Santiago. En cambio, participan en la II Cumbre los gobernantes del Caribe anglófono, que también estuvieron en la cita de Miami.

La retirada de las dictaduras militares fortaleció en los años 80 la solidaridad latinoamericana, que se manifestó en la creación del Grupo de Río, un mecanismo de coordinación y concertación política paralelo a la OEA y libre de la influencia directa de Washington.

En el plano comercial, la primera tentativa de concertación se materializó en la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, fundada en 1960 y conocida por sus siglas ALALC, que en 1980 fue reemplazada por la Asociación Latinoamericana de Integración.

En 1975 fue creado el Sistema Económico Latinoamericano (SELA, con sede en Caracas), conformado por 26 países y cuyo principal objetivo es la coordinación de acciones en el campo económico.

El SELA y la Asociación de Estados del Caribe son los únicos foros de integración que tienen participación oficial de Cuba.

La estrategia de bloques se generalizó en los años 90, con la creación del Mercado Común del Sur (Mercosur, de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), y del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC, conformado por Canadá, México y Estados Unidos).

Así mismo, el Grupo Andino, nacido en 1969, dio lugar a la Comunidad Andina (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), que desde 1993 constituye una zona de libre comercio.

La integración de América Central es el objetivo del Mercado Común Centroamericano, y los países anglófonos del Caribe están agrupados desde 1973 en la Comunidad del Caribe, su mercado común. (FIN/IPS/sh/ff/ip if/98

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